Capítulo 24

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Madara despertó con un golpeteo fuerte en la puerta de su recámara. Antes de que pudiera despertarse lo suficiente para responder al llamado, la puerta se abrió de golpe. Ya estaba fuera de la cama en el siguiente instante, su mano en el suelo, rodeando la empuñadura de su espada.

—Por Kami, Madara, sólo soy yo —dijo Sasuke—. Estabas durmiendo el sueño de los muertos.

Se sentó sobre la cama. Primero tiró de las pieles para resguardar la desnudez de Minato y luego para proteger la suya.

—Vete al infierno—contestó irritado.

—Si mi presencia ofende tu virginal modestia, me daré la vuelta hasta que te vistas—le contestó su hermano.

—No es la mía la que más me preocupa—le gruñó el mayor.

—Demonios, Madara, no puedo ver a Minato desde aquí, ni siquiera le estoy mirando. Es importante o no habría irrumpido en tu habitación.

—¿Madara?

La voz soñolienta de Minato traspasó las mantas y su cabeza asomó entre ellas. El cabello estaba todo revuelto, los ojos aún medio cerrados y, de alguna manera, todavía se las arreglaba para parecer adorable. Incluso Sasuke, aunque dijo no estar mirando, fue atrapado por Madara contemplándole de refilón.

Madara se inclinó y le apartó el pelo de la cara, luego le besó en la frente.

—Escúchame, cariño. Quiero que vuelvas a dormir. Necesitas descansar.

Minato murmuró algo que no pudo entender y se acurrucó bajo las mantas de nuevo. Madara le tocó la mejilla otra vez y luego se levantó de la cama para ponerse su ropa.

Ordenó a Sasuke que lo esperara en el pasillo hasta que saliese, se puso las botas y cogió su espada. Con una última mirada en dirección a Minato, se encaminó a grandes zancadas hacia el pasillo donde su hermano echó a andar con él.

—¿Cariño? ¿Necesitas dormir? —Sasuke lo imitó—. Creo que estás perdiendo tu hombría, hermano.

Madara apretó el puño y lo estrelló contra la mandíbula de Sasuke. Éste se tambaleó y tuvo que agarrarse a la pared para no caer por las escaleras.

—Está bien, por un demonio, Madara. Tengo que decirte que el matrimonio no te sienta nada bien—protestó Sasuke mientras se frotaba la mandíbula.

—Creo que me sienta perfectamente.

Cuando entraron al salón, Madara vio a Itachi llegando a grandes zancadas con la ropa polvorienta y líneas de fatiga marcando su cara.

—¿Me arrastraste fuera de mi caliente cama por la llegada de Itachi? —le preguntó Madara.

—Él dijo que era importante. Envió un mensajero por delante para convocarte a que se encontraran —se defendió Sasuke.

—Madara—llamó Itachi mientras caminaba hacia él.

—¿Qué es tan urgente para que mandaras a un mensajero por delante de ti?

—Uzumaki está en camino.

Madara frunció el ceño.

—¿Aquí? ¿Por qué? ¿Qué ha ocurrido, Itachi?

—Te casaste. Eso es lo que sucedió. Lord Uzumaki tenía toda la intención de casar a su hijo doncel contigo. No le ha complacido descubrir que esa ya no es una opción. Insistió en reunirse contigo en persona, no le importa que estés recién casado, como ya le he tratado de explicar. Me informó de que si querías esta alianza, deberías reunirte con él.

Enamorado de un UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora