Minato estaba tan aliviado que se lanzó a los brazos de Madara y fusionó su boca ardientemente sobre la suya.
—No confiaste en mí, fierecilla.
Su voz le estaba reprendiendo mientras saboreaba sus labios de nuevo.
—Lo siento—susurró—. Se te veía como si quisieras gritarme otra vez.
—¡Mi Lord, no puede pedir que hagamos las tareas del servicio!
Madara se volvió bruscamente ante la protesta de Rai.
—En realidad, sí puedo. Si alguien tiene algún problema con mi sentencia, son libres de abandonar el clan.
Los labios de Inabi se alzaron en un gruñido y Minato automáticamente se incrustó más en el abrazo de Madara. Ese hombre le provocaba náuseas y el odio en sus ojos le asustaba.
—¿Qué pasará con Inabi? —susurró—. ¿Por qué fue indultado de hacer el trabajo del servicio?
La ira que ennegreció el rostro de Madara le aterrorizó.
—Quédate con Itachi.
En realidad lo que hizo fue depositarlo entre Itachi y Sasuke antes de acechar hacia donde Inabi se encontraba. Sus hombros se cerraban enfrente del doncel, por lo que Minato se alzó en puntillas, oscilando de izquierda a derecha en un esfuerzo para ver sobre o a través de los dos hermanos.
Cuando Madara alcanzó a Inabi, no dijo ni una palabra. Se echó hacia atrás y estrelló su puño en el rostro del joven soldado. Éste cayó como una roca. Gimió lastimeramente cuando Madara apretó su camisa en sus manos y lo arrastró de nuevo hacia arriba.
—Eso fue por Rin—gruñó Madara.
Luego embistió su rodilla directamente entre las piernas de Inabi. Tanto Itachi como Sasuke hicieron un gesto de dolor. Shisui palideció y Obito se estremeció y apartó la mirada.
—Y eso fue por mi esposo.
Dejó caer a Inabi en el suelo, donde éste rápidamente se hizo un ovillo. Y Minato podría jurar que el hombre estaba llorando.
—Yo estaría llorando también, rubio—murmuró Itachi.
Madara se volvió y se dirigió a Shisui en un tono glacial.
—Él muere. Llévatelo.
Inabi palideció ante la pena de muerte y comenzó a mendigar con la voz ronca. Los guerreros allí reunidos hicieron una mueca de disgusto por el deplorable comportamiento de aquel hombre.
—Sí, mi Lord. Inmediatamente.
Shisui se inclinó y lo alzó sobre sus pies, entonces él y Obito lo sacaron del salón, Inabi todavía se encorvaba por el dolor.
Madara dirigió su atención a la multitud allí reunida.
—Mis disculpas, Rin. Lamento sufrieras semejante injusticia. No tolero, ni voy a aceptar ese comportamiento de parte de mis hombres. Disfruta de tu día libre de deberes. Dudo que ellos hagan las tareas como las harías tú en su lugar, pero el trabajo será hecho.
El corazón de Minato se hinchó de orgullo. Estaba tan conmovido por la sinceridad en la que Madara expresó sus palabras que sus ojos picaron y se cuajaron de lágrimas. Se aferró a los brazos de Sasuke e Itachi hasta que sus nudillos se volvieron blancos.
Sasuke cuidadosamente abrió los dedos que aprisionaban su codo y luego rodó los ojos cuando se dio cuenta de sus lágrimas.
—¿Por qué demonios estás llorando, rubio?
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Enamorado de un Uchiha
RandomMadara Uchiha, el mayor de los hermanos Uchiha, es un guerrero decidido a vencer a su enemigo. Ahora, sus hombres están listos y preparados para recuperar lo que es suyo, hasta que un seductor doncel rubio y de ojos azules es arrojado sobr...