Capítulo 19

6.3K 654 45
                                    

Madara estaba tan furioso por el incidente como su esposo, pero no estaba dispuesto a permitirle que le diera una reprimenda frente a sus hombres.

—Te quedarás callado.

Los ojos de Minato se ensancharon y dio un paso atrás.

Bien, por fin se estaba dando cuenta de su lugar.

Pero entonces sus ojos se entrecerraron y frunció el ceño ferozmente hacia él.

—No me quedaré callado—dijo en voz baja—. Debes tener un lugar seguro donde los niños puedan jugar y correr libremente. No es adecuado para ellos estar tan cerca del patio si tus hombres no pueden controlar su objetivo.

Madara tomó la flecha que el doncel tenía y examinó las marcas sobre ésta. Luego miró a su alrededor de nuevo.

—Hasta que no sepa quién es el responsable, dejarás de insultarnos a mí y a mis hombres, al pensar que permitiríamos que tal cosa sucediera. Puedes regresar a la fortaleza para ver a los niños. Obito te acompañará.

El dolor brilló en los ojos de Minato, pero se dio la vuelta y se alejó con el kimono balanceándose a su alrededor.

Madara se volvió hacia Shisui, furioso por el contratiempo.

—Encontrarás al hombre que disparó esta flecha y lo traerás ante mí. No sólo podría haber matado a uno de los niños, podría haber matado a mi esposo.

Sus dedos se cerraron en un puño ante el recuerdo de lo cerca que la flecha había estado de Minato y de él mismo. A pesar de que no había venido con la suficiente altura como para haberle hecho un daño grave a él, para un doncel del tamaño de Minato podría haber sido mortal.

Bajó la mirada al suelo, donde el doncel había estado hace unos momentos. Frunció el ceño y se dejó caer de rodillas, tocando la tierra con sus dedos.

Su garganta se cerró y su corazón empezó a latir con fuerza.

La sangre oscurecía la tierra justo al lado unas huellas.

Mientras seguía a lo lejos el camino que Minato había tomado, vio más gotas.

—Por Kami—murmuró.

—¿Qué pasa, Madara? —preguntó Sasuke bruscamente.

—Sangre.

Se puso de pie y se quedó mirando a su esposo mientras se retiraba.

—¡Minato!

Minato estaba cerca de los escalones que conducían a la fortaleza cuando el rugido de Madara detuvo su avance en seco. Se estremeció y se volvió.

El único problema fue que el mundo no dejó de girar cuando lo hizo.

Se tambaleó precariamente sobre sus pies y parpadeó para intentar que todo volviera a estar en su lugar.

Era extraño, pero sus piernas temblaban y se sentían sospechosamente como si estuvieran hechas de gelatina.

Antes de darse cuenta, se encontró de rodillas en el suelo, mirando a su marido dirigiéndose hacia él como un ángel vengador.

—¡Por Kami! —murmuró—. Lo he enfurecido realmente esta vez.

Pero Madara no parecía enfadado. Más bien parecía... preocupado.

Madara se precipitó hacia Minato y se dejó caer de rodillas frente a él. Shisui estaba justo detrás del Lord y también se veía muy afectado. Incluso Sasuke mostraba algo distinto a su habitual mirada de aburrimiento. Sus cejas estaban unidas y le miraba como a la espera de que reaccionara.

Enamorado de un UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora