Capítulo 14

7.1K 710 149
                                    

Madara maldijo alto y fuerte. Las expresiones de Itachi y Sasuke se volvieron tormentosas, pero algo más brilló en sus ojos.

Anticipación.

Madara agarró de nuevo la mano de Minato y la apretó con tanta fuerza que el doncel hizo una mueca de dolor.

—Reúne a las tropas. Congréguense en el patio. Espérenme—ordenó Madara.

Comenzó a arrastrar a Minato de la mesa cuando Itachi lo llamó.

—¿A dónde diablos vas, Madara?

—Tengo un matrimonio que consumar.

Con la boca abierta, Minato se encontró siendo impulsado hacia la escalera. Madara apuró sus pasos y el doncel se vio obligado a correr para mantenerse a su ritmo o ser arrastrado detrás.

Madara le empujó a su recámara y cerró de golpe la puerta a sus espaldas. Minato vio con perplejidad cuando empezó a sacarse la ropa.

—Quítate el kimono, fierecilla —ordenó Madara mientras echaba a un lado su túnica.

Completamente desconcertado, Minato se hundió en el borde de la cama.

¿Quería que se desnudase?

Madara estaba ocupado tirando de sus botas, pero era el deber de Minato desnudarlo. Madar no estaba haciendo lo correcto en absoluto.

Pensando en instruirlo en su error, se levantó y se apresuró a detener su progreso.

Por un momento, Madar se inmovilizó y le miró como si fuera tonto.

—Es mi deber desnudarle, Lord Madara. Es el deber de un esposo—corrigió Minato—. Estamos casados ahora. Debería desnudarte en nuestras habitaciones.

La mirada de Madara se suavizó y estiró la mano para acariciar su mejilla.

—Perdóname, fierecilla. Esta vez será diferente. El ejército de Danzo Shimura se acerca. No tengo tiempo para cortejarte con palabras dulces y un toque suave—arrugó su frente e hizo una mueca—. Tendrá que ser una rápida encamada.

Minato lo miró, confundido. Antes de que pudiera seguir interrogándolo, Madara comenzó a desatar el obi de su kimono. Cuando no logro desatarlo rápidamente, tiró con impaciencia.

—Lord Madara, ¿qué está haciendo? —balbuceó el doncel.

Minato se quedó sin aliento por la sorpresa cuando el material se desgarró y cayó de sus hombros. Intentó levantar el kimono de nuevo, pero Madara lo empujó hacia abajo, dejándole sólo en su ropa interior.

—Lord Madara—comenzó, pero él le silenció tomándole por los hombros y presionando sus labios contra los del doncel. Mientras le dirigía hacia la cama, logró despojarle del resto de su ropa.

Sus calzones cayeron al suelo y sintió que algo caliente y duro rozaba contra su vientre. Cuando miró hacia abajo y vio lo que era, quedó boquiabierto y advirtiendo con horror el miembro sobresaliente.

Madara capturó la barbilla del doncel, obligándole a dirigir su mirada hacia arriba de nuevo. A medida que su boca cubría la de Minato, empujó al doncel hacia el lecho hasta que estuvo acostado en su espalda y se tendió justo encima, su brazo apoyado en la cama para evitar que el peso completo de su cuerpo cayera sobre él.

—Abre las piernas, Minato —dijo con voz áspera contra sus labios.

Confundido por toda la experiencia, relajó sus muslos y luego chilló de consternación cuando la mano de Madara se deslizó entre sus piernas y acarició con suavidad su miembro y luego su entrada.

Enamorado de un UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora