Capítulo 18

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—¡Minato! ¡Minato!

El doncel giró en dirección a la voz de Izuna, para verlo correr hacia él con otros tres niños siguiéndole de cerca.

—Minato, ven a jugar con nosotros—dijo el pequeño tirando de su mano—. Vamos a hacer carreras y necesitamos a alguien para calificar.

Minato se sonrió y accedió.

Sasuke suspiró y alargó sus grandes zancadas para mantenerse junto a ellos, pero Minato no le prestó ninguna atención. Si Sasuke debía vigilarle en todo momento, Minato iba a hacer todo lo posible para fingir que no estaba allí.

Se rió suavemente ante la idea de simular que un hombre del tamaño de Sasuke podría ser posiblemente pasado por alto. Era tan fiero y musculoso como cualquiera de los guerreros de Madara y sobresalía igual que cualquiera de sus dos hermanos.

No, Minato no tendría éxito fingiendo que Sasuke no le estaba siguiendo, pero podría ignorarlo por lo menos.

Un vistazo a su expresión agobiada hizo surgir una oleada de culpa no deseada dentro de su pecho. Frunció el ceño. No quería sentirse culpable. No por querer un poco de libertad ahora que estaba lejos del templo. Pero, aun así, la culpa creció hasta que estuvo retorciéndose las manos delante de su cuerpo mientras seguía a Izuna y a los otros niños a un área adyacente a la fortaleza.

Se detuvo bruscamente y se dio la vuelta causando que Sasuke casi se fusionara en un sitio para evitar chocar con el doncel.

—He decidido cooperar y permitirte que me escoltes por la fortaleza.

Sasuke se limitó a levantar una ceja con incredulidad.

—¿Esperas que crea que vas someterte dócilmente a los deseos de mi hermano?

Minato sacudió la cabeza con tristeza.

—He sido injusto. Ofrezco mis disculpas. No es tu culpa que Madara no sea razonable. No, la culpa es suya. Sólo estás cumpliendo con tu deber. Yo debería tratar de hacerlo más fácil y no más difícil para ti. Soy muy consciente de la carga que te ha dado.

Si Minato esperaba que refutara la idea de que era una carga, estaba muy equivocado. Sasuke simplemente le miró con una aburrida expresión.

—De todos modos, te doy mi palabra de que no voy a recurrir a trucos de nuevo—agregó el doncel solemnemente.

Sasuke se volvió hacia los niños que estaban discutiendo sobre quién conseguiría correr primero. Minato se metió en la refriega, riendo y esquivando las demasiado ansiosas manos.

Una hora más tarde, estaba exhausto.

¿Quién diría que los niños podrían drenar la vida y extraerla de un cuerpo?

Minato se detuvo en su búsqueda de Izuna y se inclinó mientras jadeaba en busca de aire de una manera decididamente poco elegante.

Los niños le rodearon gritando y se volvió para encontrar a Sasuke examinando la escena con algo que lucía muy parecido a una mueca.

—Debería hacerte perseguirlos—lo retó—. Se supone que tienes que estarme vigilando.

—Protección, no cría de niños—fue la respuesta lacónica de Sasuke.

—Creo que deberíamos atacarlo—murmuró Minato.

—¡Buena idea, hagámoslo! —susurró Izuna.

—¡Sí, sí! —cantaban los niños que los rodeaban.

Minato sonrió cuando un malvado pensamiento surgió.

Enamorado de un UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora