Cap.14 Parte 1 "Se acabó... Y la perdiste..."

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Capítulo 14

"Se acabó... Y la perdiste..."

Parte 1

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-Louis... Cuídate... Por favor.- Las cuatro palabras más difíciles que he tenido que decir... Al verlo coger la maleta y salir por la puerta de la habitación en la que compartimos tanto amor, me destruí.

En el momento en que rozó levemente sus labios con los míos, estuve a punto de bajar la guardia y dejarme llevar por mis más internos deseos, mi cuerpo estaba respondiendo a esa leve caricia. Solo quería disculparlo y acostarme a su lado para acariciar su pelo y su cara. Al caer en la cuenta de las circunstancias en las que nos encontrábamos, no sé qué fue lo que me hizo parar todo, quizás mi orgullo, o el miedo de que me volviera a hacer daño. Abrí los ojos y lo alejé de mí. Luego él se fue. Y luego me encontré tirada en el piso, con el corazón en mil pedazos. Atiné por levantarme y mirarlo por la ventana. Salió en su coche negro, el mismo de la noche anterior. Traté de asomarme por la ventana y gritarle que no se fuera, pero las palabras no salieron de mi garganta, ni las fuerzas para empujar el ventanal. Además ya era demasiado tarde. Su coche había arrancado.

En ese mismo lugar, enredada entre las cortinas me escurrí hasta sentarme en el suelo abrazando mis rodillas y clavando mi cara entre el hueco de las mismas. Me podía permitir gritar, desesperarme como me había contenido. Pero esa era la realidad. Se acabó.

Mi pecho se contraía con las lágrimas y sentía la respiración cortarse. Millones de sollozos se ahogaron, seguidos por gritos de desesperación mencionando su nombre. Luego de un momento, me quedé mirando a la nada y creí escuchar su voz. Me levanté como pude, pero esa enorme casa estaba sola, y yo solo sentía que me tragaba y me hacía más pequeña. Recordando que la empleada no demoraba en llegar, eran las 12.30 y ella siempre estaba allí a la 1 pm. No quería a nadie cerca de mí... "¡Solo quiero a Louis!" gritó mi corazón. Así que baje a la sala y tomé con manos temblorosas el teléfono, para acto seguido marcar el número de Helen.

-¿Hola? ¿Helen?- Traté de sonar calmada, pero no fue un buen intento

-¿Niña __________?-Dijo preocupada. Ella era una mujer cercana a los 50 años, me trataba con la misma dulzura que lo hacía mi nana de la infancia, por eso no me gustaba que utilizará términos como Señora o cosas así.- ¿Estás bien, mi niña?

-Sí, sí.- Tragué saliva fuertemente.- Solo no ha sido un buen día.- Directo al grano.- Te llamaba para avisarte que hoy no es necesario que vengas. Tómate el día libre ¿Vale?

-Pero, niña, ¿y la cena del señor?- Escuchar eso solo incrementó la presión que tenía en el pecho.- Usted tiene turno toda la noche hasta mañana en la mañana. Yo lo recuerdo.- Continúo confundida.

-Sí, Louis no va estar en casa. Así que no es necesario. Te mereces descansar.- Traté de soltar una voz dulce pero me salió un sollozo.

-¿Estás llorando mi niña?- Me mordí el labio conteniéndome.

-No, estoy cansada, no es más.

-Usted no sabe mentir. Voy para allá.- Ella me conocía bien. Prácticamente me había adoptado cuando llegamos a Londres.

-No, no es necesario.- Comencé a llorar, era estúpido seguir escondiéndolo.

-¿Que tiene? No la voy a dejar sola mientras sé que está mal.- Puso su voz de madre preocupada... Quizás no estoy tan sola.

-No, te lo juro, no es necesario. Quiero estar sola.

-Cálmese... No me gusta que esté sola así. Jamás la había escuchado así de triste. Cuénteme que paso, me tiene muy preocupada. ¿Algo les paso a sus padres?

-No, no. Son solo problemas.

-¿Es con el niño Louis?- Tragué saliva, tarde o temprano se iba a dar cuenta que él ya no estaba en la casa.

-Sí, se fue.- Solo pude decir eso antes de romper en llanto.

-Peor aún. Voy para allá.- Dijo aún más preocupada. Jamás ella nos había visto enojados, y al querernos como una madre, obviamente iba a sentir esa preocupación.

-No, en serio, quiero estar sola.- Ella no me iba a escuchar, ni mucho menos hacer caso si no cedía un poco.- Solo por hoy. Mañana mejor me esperas cuando llegue del hospital y estás conmigo todo el día ¿sí?... Por favor, solo por hoy necesito mi espacio.

-Está bien.- Su tono de voz tan dulce, me hizo extrañar a mi madre.- Ya sabe, cualquier cosa que necesite, me llama. Me quedó pegada al teléfono.

-Gracias... ¿Me podrías llamar a las 6? No sea que me pase en el sueño.

-Listo. Descanse y coma algo.

-Vale.- No me despedí bien. Solo colgué el teléfono. Y me "arrastré" hasta el cuarto.

Por mi salud debería dejar de llorar y descansar un poco..."Descansa por favor", dijo antes de marcharse... Solo que mi corazón no me dejaba, cada latido que daba me recordaba la angustia y la tristeza, y por ende la necesidad de llorar. ¿Y sí lo llamo y le pido que vuelva? No, no. Sería mostrarme débil y me golpeará cada vez que quiera. "Se fuerte, elimina cualquier probabilidad de raíz" Repetía esa parte soberbia que cada quien guarda en su subconsciente...

-Yo no me quiero separar.- Estaba tirada en la gran cama, buscando entre las almohadas su característico olor.- Yo lo amo, y lo extraño... Yo lo amo... Lo amo- Me quedé dormida sin querer, sin darme cuenta, hablando con la soledad y extrañando su compañía.

Louis.

No sé cuánto tiempo me quedé mirando a la nada, estacionado a una cuadra de nuestra casa. Y no, no perdía las esperanzas, ella aún era mi esposa, y la iba a recuperar, y pronto volvería a nuestro hogar y la haría inmensamente feliz. Desperté de mi trance emocional al escuchar los pitos del carro de un señor bastante enojado que al parecer pretendía entrar a esa casa.

QUITATE IDIOTA!

No le respondí a su insulto. Aunque quizás él no me conocía, de seguro tenía toda la razón. No me cansaba de repetirme lo idiota y canalla que era, la conciencia no dejaba de recriminarme ni un segundo y aparte de triste, me estaba volviendo loco... "Loco de amor".

Arranque el carro después de unos cinco pitidos y 10000 menciones a mi madre. De inmediato conduje hacía un hotel. Antes de llegar me di cuenta que tenía la imagen de un vagabundo. Traté de hacer el mejor esfuerzo posible para dar una impresión decente. Obviamente no lucía como todos los días al salir de casa, pero había mejorado bastante, aunque sea la corbata estaba arreglada y el pelo un poco más ordenado. Mi esposa siempre vigilaba que toda mi ropa estuviera en orden. Ella era algo así como una "súpermujer", con todas las cualidades "Y la perdiste, inepto"

-¡ESO NO ES CIERTO!- Grité dentro de mi auto, llamando la atención de una señora y una niña que pasaban por la acera y caminaron más apresuradamente. En otra situación me hubiese causado gracia. Aquí solo me recordaba lo miserable que era.

Al llegar al hotel en el que antes de llegar a vivir definitivamente en Londres me hospedaba, pedí una habitación normal, como la de mis viajes de negocios de años anteriores. Quizás en ese tiempo, esas habitaciones vieron desfilar centenares de mujeres de mi brazo, y cada viaje a la ciudad era una excusa para abarrotarme de chicas fáciles y sexo casual. Pero cuando __________ apareció hacía casi 4 años, el resto de mujeres dejaron de existir para mí. Desde el mismo día de la recepción no volví la vista hacia otra que no fuera ella, y en verdad no habían motivos para hacerlo, ella era la perfección, todo lo que cualquiera pudiera pedir estaba en ella.

Deslicé la tarjeta para abrir la puerta. Tiré la pequeña maleta que contenía pocas cosas. De inmediato caminé hacía el mini-bar de la habitación y tomé una botella, un solo sorbo la bajé a casi la mitad. El lugar era agradable, pero vacío, no era mi hogar, y me sentía patéticamente solo.

Amor, Pasion y Odio -Styles, Tomlinson y tu-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora