Cap. 30 Parte 2 "No puede seguir así"

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“No puede seguir así”

 

Parte 2

Alisté mi carpeta y las historias clínicas de los pacientes para hacer la primera ronda de recibimiento de turno. Pasé por urgencias y verifiqué que todo estuviese bien. Luego fui a ver a Emily, estaba mejor de salud, parcialmente. Estaba triste por lo de sus padres y le prometí llevarle luego algún tipo de obsequio.

Un milagro que ese viernes el hospital estuviera vacío.

Recordé que mi celular estaba muerto desde ayer. Caminé tranquila hacía mi consultorio y lo puse a cargar. Esperé un rato a que prendiera. El primer bombardeo fueron las notificaciones de más de cincuenta llamadas perdidas. Las abrí, y todas a excepción de dos eran de Louis. La última era de ese día a las 9:30 am. Miré el reloj y marcaban las doce del mediodía. Definitivamente el tiempo se pasaba muy rápido entre las rondas. Luego volví al inicio y tenía dos mensajes de voz y cuatro textos. Abrí el más reciente de estos.

“¿Esa es tu manera de solucionar todo? ¿Siempre mandándome a la mierda? ¿Tan poco valgo para ti? No sé qué vamos a hacer, esto no puede seguir así. Cuando llegues tendremos una larga conversación, pero mientras tanto, por lo menos contéstame el celular.”

Suspiré y redacte cinco respuestas mordaces. Preferí ignorar los mensajes para evitar problemas. Definitivamente tenía que ir a bailar. No me iba a amargar con el Sr. Ego-machista-todo-lo-puedo. Simplemente dejé el celular en silencio, lo guarde en la cajonera para que cargara y salí al hall de urgencias. En toda la tarde solo tuve tres consultas.

A las cinco de la tarde me cansé de esperar algo más y fui a buscar algo de almorzar. Cuando estuve satisfecha, fui por mi celular para llamar a Alex. La carga se había completado y tenía notificaciones nuevas de diez llamadas perdidas. Una era de mi madre, el resto… Louis. Otro mensaje más.

“Te estás pasando de la línea, __________. Contesta de una vez o iré a buscarte al hospital.”

 

Puse los ojos en blanco y busqué “lindo” entre las llamadas recientes. El celular timbro solo una vez.

-¿Por qué me haces esto?- Suspiró con fuerza sobre el teléfono.

-¿Para qué me necesitabas?- Ignoré su pregunta.

-Quería saber cómo estabas, hoy fue raro que ni siquiera te despediste y… quería saber de ti, de tu día.

 

-Todo bien, Louis. Gracias.- Hubo una pausa.- Si no es nada más, tengo trabajo.

 

-¿Por qué te pones así? Me duele cuando me hablas como si no te importara.- Sentí algo de tristeza en su voz, pero como de costumbre, muchas veces el orgullo ganaba. No podía olvidar que se estaba comportando con un tonto.- Te encanta hacerme daño.- Me acusó.

-Ayyy, no empieces. Hablaremos luego.- Apreté el botón rojo y colgué.

Queriendo alejarme del celular, decidí ir hasta el octavo piso donde estaba la unidad de cardiología. Los pasillos vacíos me indicaron que tenía tiempo suficiente y que me vendría bien hablar con mis amigos cara a cara. Hoy no era un día para hablar con mi esposo en definitiva.

El ascensor me llevó a los pisos arriba necesarios, busque el consultorio de Mary Ann y golpeé antes de tocar. Un siga extendido y abrí la puerta para encontrarme a Alex sentado encima del escritorio y Mary Ann roja de risa.

-Muy bonito.- Dije irónicamente.- Tú,- señalé a Mary Ann.- Me robas a mi enfermero estrella, y tú.- Mi dedo se deslizo hasta Alex.- Me cambias y abandonas. No puedo con su traición.- Puse una mano teatralmente sobre mi frente y luego rompí en risas.- ¿Tampoco hay trabajo acá?

 

-Nada.- Contesto mi amiga, secándose las lágrimas.- Vacío, todo vacío. Y es genial porque esta noche necesitamos la energía para la fiesta.

 

-Paolo ira con nosotros.- Dijo Alex sonriente.- Y si quieren, que nos ayude con sus peinados.- Mary Ann asintió feliz.

-Déjalo descansar, no es necesario. Mi cabello no está hecho una ratonera el día de hoy, así que sobreviviré.- Mary Ann resopló e hice una pausa.- Solo quería pedirte un favor, Mary.

 

-Dime.- Preguntó interesada.

-¿Me prestas ropa para salir? No creo alcanzar ir hasta la casa.

 

-¿No crees alcanzar o no quieres ir?- Levanté las cejas asombradas.- Ya veo, es la segunda. Te conozco, ___________.

 

-Bueno, sí. ¿Lo harías?

 

-Claro que sí. Entonces pasamos a recogerte a la unidad y nos vamos.- Asentí y abrí la puerta del consultorio.

-Mejor bajo, quizás ya alguien me necesite.- Iba a salir por la puerta y me gire hacía Alex.- Tienes que devolverme a mi Alex, consíguete al tuyo.- Alex soltó una risa y Mary Ann me sacó la lengua.

-Todas me desean.- Respondió él extasiado.

-Déjalo que elija.- Me sacó de nuevo la lengua y yo le respondí.

-Nos vemos en un rato.

 

Bajé a la unidad y tenía una consulta en urgencias. Un bebé recién nacido que presentaba cuadro de virosis gastrointestinal. Tan pequeña e indefensa. Me imaginé en estas labores maternales y pánico me invadió, lo descarté rápidamente. La consulta se demoró de más porque me entretuve hablando con la madre del bebé después de haberle recetado.

Al salir me sumí de nuevo en la desocupación. Ande por el hospital. Pase por la cafetería y compre una gelatina y algunos caramelos. Visité a Emily y le entregue los dulces. Me alegró hacerla feliz por un rato hasta que mi localizador avisó que me necesitaban en el hall de la recepción. Me despedí de la niña y bajé. Mi relevo había llegado y no había caído en la cuenta de que eran las ocho de la noche. Recogí el bolso, guarde la bata y el celular, y salí del consultorio. En el pasillo me encontré a mis amigos. Un buen final de día era lo que necesitaba. El momento de la fiesta había llegado.

Amor, Pasion y Odio -Styles, Tomlinson y tu-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora