MANADA PART. 2.

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Cuando Stiles se despertó lo hizo con un ligero dolor de cabeza, podía sentir la boca seca, el cuepo le dolía como si hubiera hecho ejecició durante horas sin parar, la habitación en donde se encontraba estaba solo iluminada por la luz que entraba por la ventana. 

Stiles intentó cubrir sus ojos con las manos para protegerse de la luz, fue ahí que se dió cuenta de que sus manos estaban restringidas, el castaño intentó liberar sus brazos pero unas esposas evitaban que moviera los brazos con facilidad. 

El castaño casi entra en pánico, pero se obligó a respirar con tranquilidad y concentrase, los recuerdos de los pasados días lo asaltaron, con desesperación intento liberarse cuando se dió cuenta que ni Juno ni Hasna estaban en la habitación con él. 

Stiles intento agudizar al máximo sus sentidos, pero lo único que podía escuchar era el sonido de su propio corazón desbocado, podía sentir las esposas haciendo daño en sus muñecas pero no le importó, Stiles tenía que salir de ahí, eso era lo único en su mente, salir y buscar a las dos niñas para poder llevarlas a un lugar seguro. 

-- Si sigues jaloneandote así te harás daño -- el profundo tono de voz hizo que Stiles se detuviera en seco, el castaño giro tan rápido el cuello que le sorprendía no haberselo roto -- Hola Stiles. 

-- Micaya -- grazno con voz rasposa, Stiles no podía creer que su jefe estuviera frente a él observándolo con una expresión estoica y los brazos cruzados sobre su pecho -- que pasa?

-- Las preguntas las hago yo y realmente espero que cooperes -- los ojos se Micaya no cambiaron en ningún momento, pero si adquirieron un brillo peligroso, Stiles se obligo a pasar saliva, él sabía que estaba en problemas. 

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Micaya observaba a Stiles con detenimiento, el chico había sido un enigma desde el primer día, Micaya recordaba perfectamente la primera vez que el chico entró a su bar, lo que más llamo su atención fue la pulsera de raíz matalobos, además de que podía oler el acónito y muérdago escondido en algún lado de su ropa, el joven parecía aturdido, como si no supiera como había llegado ahí, si Micaya no hubiera vivido todos esos años podría haber pensado que era una coincidencia, pero el tiempo le había mostrado que las coincidencias no existían.    

Solo existía una razón por la cual un chico tendría unas protecciones para seres sobrenaturales como esas, un cazador, el chico realmente no parecía uno, era despistado e incluso torpe, pero Micaya y sus hermanos sabían lo buenos que los cazadores podrían ser para mantener una fachada, el pueblo era territorio de una manada, al igual que Beacon Hills, por lo que no podía ser coincidencia que un cazador llegará al territorio.

Micaya no había investigado mucho el pueblo vecino, eso podría ser tomado como una declaración de intenciones si la otra manada se daba cuenta, él solo sabía que en ese pueblo también vivían cazadores, los Argent. 

Los Argent eran como una historia de terror que se les contaba a los niños para que se portaran bien, duérmete temprano, no pelees por la carne, controlate en la luna llena o un Argent vendrá por ti, Kahl se había topado cara a cara con Gerard Argent hace casi dos décadas, el bastardo cazador se había mostrado como un hombre de buen corazón, incluso traía a una niña con él, la pequeña Kate Argent, un demonio con cara de angel y cabello de oro,  los dos se habían asentado en su comunidad durante meses, el pueblo los había adoptado como uno más de la comunidad, Kahl y Sonia se hicieron amigos del hombre. 

Kahl le había dicho a Micaya el mal presentimiento que ese hombre le generaba, pero Sonia confiaba en él, su hermano hacía todo por Sonia, ella era el sol y la luna de su hermano, su día empezaba y terminaba con ella, Micaya la había conocido por años y sabía lo mucho que ellos se amaban, Sonia había sido la única razón por la cual Kahl no había usado sus habilidades para leer los secretos de Gerard, Sonia le había hecho prometer no entrometerse en las mentes de los demás amenos de que existiera una verdadera razón. 

MAGIC STILESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora