Capítulo 27

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Narra Guido:
—Dormí en la cama, yo duermo en el sillón— ofreció Marielle tomando una almohada.
—Vas a tener frio ahí, deja que voy yo— dije sacandole la almohada de entre las manos.
—No, vos tenes que cuidarte, no estas para tomar frio, deja— Quizo sacarme la almohada y la frazada, sin embargo tenia una propuesta mejor.
—Compartimos la cama— me miro con los ojos muy abiertos.
—Estas loco— forcejo para tomar la almohada.
—No es una pregunta,vamos a compartir o voy y duermo en el sillón— no pudo decirme que no. Nos acostamos, ella en una punta y yo en la otra. La distancia era una tortura para mí. Necesitaba sentirla otra vez. Cuando pareció quedarse dormida empezo a temblar —¿tenes frio?— pregunté.
—Si..—respondió. Atine a acercarme y abrazarla por atrás. Era verdad, tenia la piel fria. Su cuello suave llamaba a mi boca, despacio selle algunos besos cortos —Guido...—suspiro mi nombre. Una de mis manos acarició la piel tersa de su abdomen. Optando seguir un camino peligroso hacía la escencia de su ser. Marielle apretó mi mano y la llevo sobre su estomago, entrelanzando sus dedos en los mios.
—Vamos a dormir, no cometamos mas errores—la piel nos hacia un llamado muy fuerte.El fuego queria quemarnos por completo.
—El error ya esta cometido—me coloque encima suyo, disfrutandola.Nos despojamos de aquello que nos cubría y el resto fue un incendio. Después de saciar la sed dormimos mirando al techo.Era una agridulce condena.¿Cuánto duraría?¿Era solo calentura...o habia algo más?Lo único cierto es que en tan solo algunas horas Necochea quedaría atrás y volveriamos a ser dos extraños, cuñados y nada más.
Al día siguiente,Arturo, el gomero recibió los repuestos que esperaba, con lo cual se dispuso a reparar el vehiculo.Mientras Doña Mecha y Mari tomaban mates, me dedique a observarlo. Recordaba a mi viejo arreglando su amada chata.
—Mari y vos harián una linda pareja, me recuerdan a Mecha y yo cuando jovenes—soltó una risa gangosa. —¿eh? Nosotros...—me hice el tonto.
—No engañan a nadie con eso de que son cuñados nene,si la queres no la dejes escapar,pelea contra lo que sea, pero sean felices— sonrió.
—no quiero traicionarlos — dije.
—No pueden ganar los cuatro—

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