Capítulo 40

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Narra Marielle
Al salir de la habitación nadie me preguntó nada. Agus me miró con los ojos cargados de enojo. Lo único que le importaba en ese momento era entrar a verlo y hacia bien.
—nosotros nos debemos una charla— Gaston me freno y tomo mi brazo.
—esta bien, vamos afuera— caminamos los dos en silencio. Salimos por atrás, en el estacionamiento.
—¿cuantas veces se vieron? ¿desde cuando?— pregunto apresurado.
—desde el día que me presentaste a tus hermanos como tu novia oficial, no pude sacarle los ojos de encima...y el a mí— apretó los puños y relajo la mano.
—la primera vez fue, como sospechaste, cuando fundimos motor en Necochea, nos hospedó el gomero y...pasamos la noche juntos en aquella casa...— lagrimas rodaban sobre mis mejillas y sobre las suyas también.
—¿por qué me mentiste entonces?— acaricio mi mejilla.
—¿qué otra cosa podía hacer? No sabía si estaba caliente o estaba enamorada, no te pude decir la verdad por miedo a herirte—me sincere, ocultarme ya no tenía sentido.
—¿ahora que sentís por Guido?— aquella pregunta que siempre me atormentó, hoy estaba más clara que nunca.
—siento que no puedo vivir sin respirar el aire que respira, que mi corazón no sirve si el suyo no late, que me caigo si sus manos no me sostienen, que mis ojos no quieren ver nada más sino lo pueden ver, que sus brazos son mi único refugio de la tormenta, que si él muere yo me muero con el, por que ya no tendría sentido vivir — ya no había marcha atrás, esta era la verdad.
—lo amás...— me miro fijo a los ojos. —como nunca ame a nadie— acepte. —¿que sentiste por mi? ¿que tiene el que no tengo yo?— como hombre, su autoestima debía estar desecho.
—Gaston, sos un hombre muy lindo. Muy inteligente y cortés. Sos el sueño de muchas mujeres, ese caballero de brillante armadura… Pero— el prosiguió antes que yo.
—pero...decime la verdad— no había un porqué capaz de dejarlo conforme. —Pero el ser humano es complicado, amamos lo que no podemos tener, nos aferramos a lo que nos hace sufrir...conformate con saber que la única diferencia es que a vos te quiero y a el lo amo— de sus ojos brotaban lágrimas amargas como la hiel.

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