Capitulo 1

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Tome mi taza de café, mis cigarrillos favoritos y me dirigí al balcón, contemple el día nublado y sentí el aire fresco agitar mi cabello, era temprano y la gente comenzaba a cubrir las calles; prendí un cigarro y me recargue en el barandal, inhale el humo y lo deje salir lentamente mientras disfrutaba de la vista, los árboles agitándose con el viento, la gente caminando, algunos con prisa, paseando a sus mascotas y una que otra pareja tomada de la mano, comenzaba a hacer más frío y mi delgada pijama se agitaba con el viento, me apresure a fumar y busque el cenicero por el balcón, sentí una mirada y por el rabillo del ojo pude percibir hacia el otro lado de la acera unos jeans desgastados y unos viejos vans negros, levante la mirada dispuesta a enfrentarlo, pero solo visualice una espalda bien torneada, estire mi cuerpo para alcanzar a verlo y un sonido interrumpió mi búsqueda, el timbre sonaba impaciente, de mala gana regrese al interior de mi casa y abrí la puerta sin preguntar, ya sabía quién era.

—¡No entiendo porque tocas así! —le dije irritada.

Miguel sonrió y detrás de él Diana lo empujaba impaciente para entrar.

—¡Hola! —dijo Diana.

Le respondí la sonrisa un tanto irónica, me dirigí de nuevo al balcón para ver si seguía mi chico misterioso, me asome dónde lo había visto la última vez, y como temía, el ya no estaba allí, decepcionada tome un sorbo de café y di la última calada a mi cigarrillo, regrese al interior de la casa y mire a Diana con odio.

—¡¿Qué?!—hizo un mohín.

—Estuve a punto de ver al amor de mi vida, o a alguien que me miraba curioso y tenías que tocar como loca. —le dije exagerada.

—Me miró molesta.— Fue Miguel el que toco como loco —se cruzó de brazos.—, pero bueno cuéntame lo del chico. —en seguida cambio su expresión y dio ligeras palmadas en mi hombro incitándome a que le contara más.

—Es que no lo vi bien, pero me basto con su espalda. — me mordí el labio y sonreí.

—¿Y su cara?, ¿Cómo era? —pregunto intrigada.

—Te estoy diciendo que no lo vi, eso lo arruinaste tú—la señale con el dedo índice—, cuando estaba apuntó de verlo tocaste como loca. —mentí.

—¡Que tonta eres!, ¡Ya cámbiate! —volvió a cruzar los brazos.

—¿Por qué?, es sábado y no pienso salir hasta la noche.

—Te invitamos a desayunar. — dijo Miguel aburrido mientras se dejaba caer en el sillón.

—¡Genial!—sonreí y corrí a mi habitación a cambiarme.


Caminamos hacia nuestro restaurante favorito mientras Miguel nos contaba emocionado los nuevos proyectos que tenía en su trabajo, al llegar elegimos una mesa en el jardín, suspire y me acomode en una silla, desayunamos con calma, disfrutando de nuestra compañía, eran mis mejores amigos y me hacían sentir completa, esos momentos realmente los valoraba y disfrutaba.

—¿Qué haremos hoy? —Diana nos miró esperando una respuesta mientras daba un sorbo a su café.

Me alce de hombros y mire a Miguel.

—Uhmm.... veamos películas tumbados en el sillón.

—Excelente idea, tu compra las palomitas.—lo señale con el dedo índice.

—Le tocan a Diana. —frunció el ceño.

—Bien. — mi amiga entrecerró los ojos.

Rato después regresamos a mi casa y nos tumbamos en el sillón, nos tapamos los pies con una frazada y colocamos un enorme tazón de palomitas sobre las piernas de Diana; Al caer la noche Miguel se despidió diciendo que tenía una cita con una chica para pasar la noche, nosotras nos arreglamos para salir de fiesta, me puse un vestido negro entallado que disimulaba mis pequeñas lonjas, tacones altos y deje mi cabello suelto, Diana optó por ponerse una falda negra y una blusa escotada e hizo juego con unos tacones altos que a pesar de eso no la hacían ver tan alta, fuimos a un bar cercano dónde los meseros ya nos conocían por la frecuencia con la que íbamos.

Mi mejor decisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora