Capitulo 39

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Me dirigí a la oficina, en el camino llame a Miguel y le conté la historia, cuando llegue hice lo mismo con Julián y Claudia.

—Me da tanto gusto que tu corazón este repuesto, – Eligio un bonche de expedientes y los dejo sobre mi escritorio. – porque tienes mucho trabajo, no me conviene que tengas el corazón roto, hablaré con Isaac.

—Chistoso. — entrecerré los ojos.

—Licenciada se le acumularon las reuniones y las citas con los clientes, ya las organicé, pero el día de hoy tiene tres y la primera empieza en veinte minutos, su desayuno llegará en dos minutos.

—Debo admitir que extrañaba esto, no me sentía bien y agradezco su paciencia y apoyo.

Desayuné en tiempo record y corrí a mi primera reunión, en seguida entre a la segunda y al salir me dirigí a mi lugar, agotada revise la pila de expedientes que me había dejado Julián, cerré los ojos y suspire, recogí mi cabello en una cola de caballo y leí detenidamente los expedientes, tocaron la puerta y me sobe las sienes.

—Pase. —estire los brazos y Jorge entro en la oficina.

—Ah genial lo que me faltaba. — Hola.

—Ren, ¿Puedo pasar?

—Apreté los labios y le señalé con el brazo la silla indicándole que se sentara. —Dime.

—Has estado evitando mis llamadas y quería hablar personalmente contigo, pedirte una disculpa, quería que supieras que yo no le dije absolutamente nada a Ana, no sé cómo lo supo. —hizo una mueca.

—Ya quedo arreglado ese tema no te preocupes, ella se lo invento para molestarme.

—Pasó una mano por su cabello y negó. –Disculpa de todas maneras, creo que nunca podremos estar juntos ¿verdad?

—Lo lamento Jorge, ya había hablado contigo de eso.

—¿Cómo sabes que has tomado una buena decisión?, es decir, quedarte con Isaac.

—Por lo que siento cuando estoy con él, porque aprendí a valorar su ausencia y su presencia, y lamento no poderte corresponder.

— Ya...pues espero me dejes ser tu amigo.

—Tal vez, pero creo es mejor que por un tiempo cada uno tome su camino.

—Te quiero Ren. —se levantó y me dio un abrazo, me miro a los ojos y me beso.

—Seguí el beso, era como despedirme de él, lo miré a los ojos. —Espero pronto encuentres a la chica indicada.

—La tengo frente a mí, nos vemos Ren. — salió de la oficina.

Regrese a mi silla y me acomode para seguir trabajando, aunque sentía un peso menos encima, también me sentía un poco triste y mal por Jorge.

El teléfono de la oficina sonó.

—Dime Claudia.

—El Licenciado Estrada está en la línea.

—Gracias.

—Renata Buenas tardes ¿Cómo estás?

—Bien, dígame Licenciado.

—Pues ahora necesito tu apoyo en España, harías exactamente lo mismo que en Canadá.

—¿De verdad?

—Sí, ira Esteban contigo ya que el también firmara unos documentos, y Jorge.

—¿Jorge?

—Sí, pero él me apoyará en otra cosa

—De acuerdo. —dije pensando en el problema que se me vendría encima con Isaac. — ¿Cuándo?

—La próxima semana, Esteban te explicara a fondo, nos vemos Ren.

—Bye.

Deje caer mi cabeza en el escritorio.

<<Todo me pasa a mí, bien, resolveré esto más tarde. >>

Me incorporé y corrí a la tercera junta.

Al salir continúe leyendo los expedientes y Claudia pidió algo para comer mientras terminaba mis pendientes, me sentía de nuevo con energía, al salir de la oficina me dirigí a casa, avente los zapatos y el bolso como de costumbre, salude a Baileys y espere a que Isaac llegara, pero las horas pasaban y en todo el día no me había enviado un mensaje, justo cuando comenzaba a desanimarme y mi mente a jugar conmigo el timbre sonó.

—Hola Ren. —sonrió de lado.

—¿Cómo estás? – le di un abrazo y un beso en la mejilla.

—Bien, mucho trabajo, ¿Ya cenaste?

—No.

—Bueno vamos por algo y platicamos en el camino.

Isaac estaba muy serio, era incómodo pero necesario que aclaráramos todo, caminamos tomados de la mano y suspiro.

—Ren...aun me siento confundido y no confió en ti.

—Lo entiendo y de verdad que me ganare tu confianza.

—¿Qué quieres cenar?

—Hamburguesas. —forcé una sonrisa.

Caminamos hacia un puesto de hamburguesas que me encantaba, mientras comía, le daba vueltas al asunto de Estrada, ¿Cómo le iba a decir sin que se enojara?, ¿Cómo lo iba a tomar?, sería pésima idea ocultárselo, al terminar de comer, la tensión se había disuelto y caminamos a casa tomados de la mano, entonces decidí hablar.

—Tengo que decirte algo, quiero que confíes en mí y no quería ocultarte nada como prometí.

Me miro esperando a que hablara, así que continúe.

—Pues, el Licenciado Estrada es un cliente bastante importante para Julián y para mí, y bueno, él fue quien me mando a Canadá, es hermano de Jorge, ya te había dicho, y Esteban también trabaja con Estrada, por eso lo conocí, bueno hoy me llamo y me pidió que vaya a España. —lo mire de reojo y su expresión cambio. —Solamente que... me dijo que debo ir con Esteban porque el firmara algunos papeles junto conmigo, y Jorge también ira.

—Sonrió irónicamente. —¿Es en serio Renata?

—Arrugue la frente preocupada. —Quería decírtelo, no tengo opción, es mi trabajo.

—¿Y porque tú?, ¿Porque no va Julián?

—Porque yo soy representante de Estrada, no Julián.

—¿Cuándo te vas?

—La próxima semana.

—Bien, gracias por decirme, y si me preguntas no estoy de acuerdo, pero es tu trabajo.

—Lo sé.

Mi mejor decisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora