Capitulo 26

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Me desperece, me vestí, arregle mi maleta y me dirigí al restaurante del hotel para desayunar, me sentía molesta con Jorge, yo le había dejado muy claro que no quería nada serio y bueno la versión de Zac Efron era otro nivel, elegí una mesa y mire el menú, cuando quite la mirada de la carta me percaté que Jorge estaba sentado frete a mí.

—Hola Ren.

—Jorge buenos días. —conteste seria.

—Suspiró. —Me puse celoso y ya ok.

—Yo te dije que no buscaba nada serio.

—Lo sé.

—Creo que debemos distanciarnos un poco.

—Ren....

—De verdad Jorge, yo no soy lo que buscas.

—Tú no sabes lo que busco Renata y te quiero, me gustas, pero dejemos el tema en paz. —suspiro. —Desayunemos y disfrutemos el último día ¿ok?

—Me cruce de brazos. — Necio. —apreté los labios. —Quiero ir a la cabaña de azúcar.

—De acuerdo. —sonrió de lado.

Terminamos el desayuno y tomamos un taxi, me sentía sumamente emocionada cuando llegamos, era una granja de producción de jarabe de maple, dimos un paseo en un pequeño tren que recorría el lugar mientras nos explicaban como se extrae la savia de los árboles y se produce la miel de maple, tome fotos maravillada y al finalizar compre un montón de paletas de miel en forma de arce, regresamos al hotel por las maletas y nos dirigimos al aeropuerto, esperamos nuestro vuelo y en el avión me quede dormida en su hombro, desperté y Jorge miraba su celular, al verme me dio un beso en la frente.

—Ren ....te quiero

—Jorge yo lo sé y no quiero lastimarte.

—Me arriesgo.

—No quiero que te arriesgues a nada

Suspiró y miro a otro lado, salimos del aeropuerto en silencio, a lo lejos vi a Diana que me esperaba recargada en su auto fumando, al verme se quitó los lentes oscuros y me abrazo fuerte, saludo a Jorge un poco confundida, el me ayudó a meter las maletas al auto, me miro y me abrazó, me dio un beso en la mejilla y se despidió de Diana, tomo un taxi sin decir una palabra, me subí al auto de mi amiga y suspire.

—¿Qué pasó?, tienes mucho que contarme, para empezar ¿Que hacia el contigo?

—Realmente no lo sé, creo que Estrada lo mando de niñero, —torcí la boca. — y bueno le deje claro que no quiero nada serio, pero ay, fue mi culpa. —negué con la cabeza.

—Cuéntame—sonrió emocionada esperando el chisme. — Espera mejor no, voy manejando y podemos chocar si me impresiono con algo.

—¿Cómo se portó Baileys?

—Pues me debes un par de tenis, los deje 10 minutos solos y cuando regrese ya tenían la sala llena de papel higiénico y mis tenis mordidos, son muy traviesos.

—Hice una mueca—Unos tenis y una falda, sí que estoy endeuda.

Cantamos un rato en el camino, fume un cigarrillo y me conto lo que había hecho en esos días, se estaciono en Klue y el pánico me invadio.

<<Isaac...dios mío no he pensado en él, que mala persona soy.>>

Entramos al restaurante, Claudia y Miguel estaban sentados esperándome, los abrace, y comenzaron a bombardearme con preguntas de mi viaje, pero no había rastro de Isaac ni de Julián.

—¡Ren! —dijo Miguel emocionado. —Tenemos que terminar ya no quiero ser tu esposo.

—Abrí los ojos confundida y comencé a reír. —Qué bonito recibimiento.

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