Capitulo 22

930 70 1
                                    

—Ya es tarde, mejor otro día vienes al despacho de Renta.

—Ash. —Jasmine rodó los ojos.

—Bajamos del auto y me miro coqueto. —¿Más tarde puedo escaparme a tu casa?

—Claro. —sonreí nerviosa.

Beso la comisura de mis labios y subió a su auto, me despedí con la mano de la mocosa y entre a la oficina, me aventé sobre mi silla como siempre y suspire recordando lo que había hecho con Isaac hace un rato, me mordí el labio y sonreí como tonta, respire de nuevo y regrese a mis pendientes, rato después Claudia toco la puerta.

—Licenciada, está aquí un muchacho, se llama Jorge, —se alzó de hombros. —quiere pasar a verla.

—¿Jorge? ¿Qué hace aquí? —fruncí el ceño. —Dile que pasé.

Cerré los ojos, tengo que terminar con esto, pero es que este hombre me encanta también.

—Hola. —entro sonriente.

—Hola, antes que nada, ¿Cómo supiste donde trabajo?

—Mi hermano me lo dijo. —se alzó de hombros.

—Ah, cierto—sonreí y lo invité a sentarse.

—Disculpa por venir sin avisar, solo quería verte. —se acomodó frente a mí y tomo mi mano— Ren...no puedo dejar de pensar en ti y bueno quiero invitarte a cenar, no voy a forzar nada, dejaré qué todo fluya.

—Jorge no, ya te dije si me gustas, pero no quiero nada serio y no quiero lastimarte tampoco, podemos ser amigos. —retire mi mano.

—Se mordió el labio nervioso. — Bueno puedo invitarte a cenar y nos seguimos conociendo.

—No puedo, tengo mucho trabajo y aún tengo que ir por Baileys, quizá otro día.

—De acuerdo. —se levantó. – Entonces te dejo trabajar, por cierto, me contó mi hermano que iras a Canadá.

—Si.

—Bueno, la vida da muchas sorpresas. —guiño un ojo y salió de la oficina.

Eleve una ceja confundida.

<< ¿A qué se refiere?>>

Al anochecer me dirigí a casa de Diana, toqué la puerta y mi amiga abrió con un puchero en su rostro.

—¿Qué te pasa? —fruncí el ceño y entre.

—Es muy duro ser mama, esas pequeñas cositas no dejan de morder mis pies. —señalo a los cachorros que intentaban quitarle la agujeta a su tenis.

—Solté una carcajada y me agaché para saludar a los cachorros. —Baileys bebe ¿Cómo te tratan?

—¡Te pusiste mi falda favorita! —abrió la boca sorprendida y enseguida se cruzó de brazos ofendida.

—Ah sí, también es mi favorita—me alce de hombros y apreté una sonrisa.

—¡Dámela! —grito y estiro la mano como si en ese momento me la fuera a quitar.

—Uy lo lamento. —torcí la boca. — Tuve sexo con ella. —me mordí los labios inocente.

—¡Ay no! —hizo un puchero y enseguida recobro su postura fingiendo molestia.

—Te quiero, me voy, tengo una cita con Isaac. — recogí la camita y a Baileys.

—¿Ya lo perdonaste?, ¡Cuéntame!

—Después, se me hace tarde. —salí del apartamento mirando el reloj.

—¡Me debes una falda! —grito desde el pasillo.

Mi mejor decisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora