Capitulo 11

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Regresamos a la fiesta como si nada hubiera pasado, Jorge se sentó a mi lado y platicamos un rato, pero no estaba poniendo atención, pensaba en el beso de Miguel y no podía dejar de mirarlo, aunque lo hacía cuando él no se daba cuenta.

<< Tengo que olvidarlo todo...aunque debo estar tranquila, simplemente estoy confundiendo el amor de amigos que tengo hacia Migue...mmm...necesito un beso de Isaac, agh digo de Jorge.>>

Después de comer pastel y con el estómago lleno de golosinas, nos despedimos.

—Gracias por invitarnos. — abrace a Jorge.

—¿Podemos salir después?, fingir ser esposa de Miguel no me permitió coquetear contigo—se mordió el labio inferior, y pego su frente con la mía.

<< Quisiera besarlo, es tan sexy que necesito que alguien me aviente un balde de agua fría antes de que lo arrastre a mi cama, osh no puedo estar pensando eso. >>

—Claro. —carraspeé y me separé lentamente de él antes de que mis hormonas me traicionaran. —Nos.... nos vemos después.

<< ¿Qué coño me está pasando?>>

Me dirigí al auto y Miguel ya me estaba esperando, entramos en silencio, encendí el motor y suspire, mire a mi amigo y su regazo estaba lleno de bolsas de dulces.

—¿Te robaste los dulces? —me tape la boca con las dos manos.

—Solo tome unas cuantas bolsas demás. —coloco una en mi regazo — Te daré una. —sonrió como un niño pequeño que acaba de cometer una travesura.

—Que amable Robin Hood.

—¿Quieres ir al cine? —se metió un chocolate a la boca.

—Buena idea, ¿Ya le dijiste a Diana?

—Ya, pero supongo se va a tirar a Julián porque se pusieron muy nerviosos y ella dijo con voz temblorosa "Tenemos que ir a darle de comer al perrito de Julián"—se alzó de hombros y se metió otro dulce a la boca.

—Comencé a reír. — Julián no tiene perros.

—Son pésimos mintiendo.

El trayecto no fue incomodo como pensé, pero mi amigo era bastante bueno fingiendo o simplemente ya lo había dejado pasar; aparqué en el centro comercial y nos dirigimos a la entrada del cine, vimos una película de acción y al salir de la función entramos a una cafetería, nos sentamos y en seguida una chica se acercó para tomar la orden.

—Miguel me miro y suspiro —Me afecto verla. — hizo una mueca.

—Lo noté, ¿Aun... la quieres? —entorné las cejas.

—No es eso, simplemente quisiera decirle muchas cosas y preguntarle... ¿Porque lo hizo?, sé que ha pasado mucho tiempo...—suspiro—¿Tu no necesitas saber lo mismo de Carlos?, ¿O tener por fin las respuestas de todas esas preguntas que te hiciste en aquel momento?

—No, me atormente mucho tiempo con eso y después me di cuenta que no necesito una explicación.—suspire— Es decir... ¿Realmente quiero saber porque lo hizo?, sí me hubiera amado no me hubiera traicionado, si sus sentimientos hubieran sido puros no hubiera estado tentado, si hubiera estado seguro de casarse conmigo no lo hubiera hecho y bueno suena muy fácil pero me tomo meses entenderlo y ahora que apareció lo único que sentí fue rabia, pero de que tuviera el cinismo de pedir que fuéramos amigos o enmendar su error, como si eso pudiera enmendarse.—rodé los ojos.

—Claro, sólo creo.... también reviví muchas cosas supongo— se alzó de hombros y miro la taza de café que la chica nos entregaba en ese momento.

—Tome su mano por encima de la mesa. —Olvídalo, regresemos a la normalidad. —sonreí levemente.

—Negó con la cabeza. —Tenemos que hablar. — con su mano libre acaricio mi mejilla y me miró con dulzura.

—Quiero que sepas que te quiero y espero esto no cambie nada. —lo mire de hito en hito.

—No cambiará nada lo prometo —sonrió de lado, suspiro y saco un par de cigarros de su pantalón, me ofreció uno, lo encendió, inhalo el humo y soltó rápidamente, como si quisiera sacar su estrés.– Mi pequeña Ren,— apretó los labios – me preguntaste que sentí y te diré la verdad, sentí amor, es una sensación inexplicable y no quiero confundir el amor que te tengo como amiga con el amor de pareja, te bese no porque quisiera realmente hacerlo, porque nunca te he visto con otros ojos, siempre has sido mi mejor amiga, incluso hay momentos que siento que tú y Diana son mis hermanas pequeñas, te bese porque quería lastimar a Ana que nos miraba en ese momento y también te pido una disculpa por abusar de la mentira de ser esposos, te quiero y de verdad no quiero que nada cambie entre nosotros, no quiero confundir las cosas y mucho menos terminar con nuestra amistad.

—No pasa nada Migue, debo confesar que sentí lo mismo, mucho amor y estoy totalmente de acuerdo contigo, eres lo mejor que me ha pasado en la vida junto con Diana y Julián, no quisiera perderte por algo así, queda todo olvidado. — le di un beso en la mejilla.

Salimos de la cafetería abrazados, mi amigo decidido tomar un taxi y yo me fui directo a casa, al llegar a al apartamento sonó mi teléfono.

—Hola.

—Futura esposa... ¿Cómo estás?

—Bien y ¿tu? —me senté en el sillón mientras hablaba con él.

—Extrañándote

Sonreí como idiota

—¿Estas ocupada?

—No

—¿Estas en pijama?

—No, aun no

—De todas formas, no importa ya conozco tu pijama, ¿Me abres?

Me pasme unos segundos, colgué el teléfono y corrí al espejo, me acomode un poco el cabello, mi estómago dio un vuelco y la parvada de pájaros alojados en él comenzó a revolotear, me dirigí a la puerta y abrí, mi futuro esposo, digo Isaac ,estaba recargado en el umbral despreocupado con dos vasos de helado en las manos, me hice a un lado para dejarlo pasar y beso mi mejilla.

—Fui a la heladería de tu amigo Joaquín. — estiro mi vaso de helado.

—Comencé a reír. – Se llama Julio y gracias.

—Pedí tu favorito. —sonrió orgulloso.

—Gracias. —sonreí nerviosa.

—Bien, solo vine a eso. – comió de su helado, camino a la puerta y al tocar la manija de la puerta giro sobre sus pies. —Ya no puedo.

—¿No puedes qué? — arrugue la frente.

Mordió su labio inferior y se acercó a mí, me quito el vaso de helado y los dejo sobre la mesa, con delicadeza me tomo de la cintura y me acerco hacía el, me miró fijamente, con el mismo deseo que sentía yo en esos momentos, mi cuerpo y mi cerebro no reaccionaban, sólo podía sentir el aire cálido que salía de sus labios, su agitada respiración me estaba volviendo loca de deseo, mi corazón latía a toda velocidad, mire sus labios carnosos y me mordí mi labio deseando besarlo, pego su frente a la mía y enseguida su nariz e inclinó la cabeza, la magia, los nervios y los latidos de nuestros corazones podían sentirse por toda la habitación, trague saliva y ninguno de los dos pudo contenerse más tiempo, junto sus labios con los míos y cerré los ojos, el beso comenzó lento y por todos los dioses que existen juro que sonaron fuegos artificiales dentro de mí, coloque una de mis manos en su cabello y la otra en su espalda, su lengua jugaba en mi boca de una forma sumamente excitante, me estaban dando el mejor beso de toda mi existencia y podía sentir que estaba volando, segundos o minutos después, realmente no lo sé, nos separamos con la respiración agitada y el rostro acalorado, lo mire aun perpleja asimilando lo que me había hecho sentir, él sonrió y solo dijo "wooooow" y volvió a morder su labio.

Mi mejor decisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora