Capitulo 21

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—¡Eres la peor amiga del mundo, ya no te quiero, se acabó nuestra amistad! —me crucé de brazos y me dejé caer en el sillón.

Diana comenzó a reír a carcajadas mientras acomodaba a los cachorritos en sus camas.

—¿! Qué coño!?, ¿Porque me hiciste ir a saludarlo? —puse las manos en mi cabeza.

Sonó el teléfono y mire la pantalla.

—¡Es el, aaghhh!— rodé los ojos.

—Contesta, no seas dramática.

Le saque la lengua y conteste disgustada.

—Hola

—Mi amor...

—No me digas así.

—Ren... ¿Podemos hablar?

—Estamos hablando.

—¿Estas enojada?

—No.

—¿Puedo verte mañana y explicarte todo?

—No creo, tengo mucho trabajo.

—Bien, solo no olvides que te quiero.

—Si, buenas noches.

Colgué y encendí un cigarro.

—Diana me abrazo. — No te molestes, él te explicará, estoy segura que no tiene nada que ver con ella.

—¿Porque lo saludaste?

—Marque territorio para que sepa que no le puede ver la cara a mi amiga.

—La mire entrecerrando los ojos. — No quiero saber nada.

—Vamos a dormir. —Se levantó del sillón y bostezo.

—¿Me prestas ropa para mañana?

—Si.

Llevamos a los cachorros a la habitación, dormimos profundo y horas después comenzaron a llorar.

—Vas tu. —me dijo Diana adormilada.

—No, tu. —refunfuñe.

—La siguiente voy yo.

—Me incorpore con los ojos cerrados y unas uñitas rasparon mis piernas. —No lloren y duerman. —los tomé con cuidado y los metí a la cama. —Duerman. —se hicieron ovillo y se acurrucaron en mis brazos.

Me levante de la cama adormilada y camine con pereza al baño, me metí a la ducha y después esculque el closet de Diana, busque la ropa que más me gustaba y jamás me quería prestar.

—Amiga me voy, te veo en la noche para recoger a Baileys.

—Aja. —se tapó con las cobijas.

Tome un taxi y llegue a la oficina, me puse al corriente, no quería abusar de la amabilidad de Julián al haberse quedado en varias ocasiones cubriéndome, por la tarde alguien toco la puerta, seguí tecleando sin mirar quien era, pero ese aroma me desconcentro por completo, mi ex futuro esposo estaba ahí parado con las manos en los bolsillos.

—Hola.

—Hola. —dije cortante y seguí tecleando.

—Entro a la oficina y se sentó frente a mí. —¿Estas molesta?

—No. — lo mire directo a sus hermosos ojos.

—¿Quieres ir a la comida?

—No gracias, diviértete.

Mi mejor decisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora