Capitulo 25

804 59 2
                                    

—Jorge...

—Se giró y camino de regreso. — ¿Sí?

—Pasa.

—Entro dudoso y se abalanzo a la cama, se metió en las cobijas y con la mano dio pequeñas palmadas al colchón, imité su movimiento y me metí bajo las cobijas, me abrazo y acaricio mi cabello. — Eres hermosa.

Sonreí ligeramente y cerré los ojos.

—Te quiero Ren. — Me abrazo más fuerte y nos quedamos dormidos.

La luz del día me dio me despertó, me incorpore con dolor de cabeza y una sed terrible.

<<Odio amanecer así, pero no dejo de beber como vagabundo.>>

Mire al frente y Jorge estaba caminado hacia mí, sin playera, con un vaso de jugo y dos platos de hot cakes y huevos.

—Ahhhhh que milagro tan bello. —tome el vaso de jugo y lo bebí como si fuera una persona en el desierto. —Gracias. — sonreí satisfecha.

—Pensé que el milagro tan bello era yo. —señalo su torso desnudo.

Sonreí y me acomodé en la cama.

—¿Damos un paseo?

—Claro solo necesito desayunar y bañarme, siento que huelo a borracho.

Comenzó a reír, desayunamos en silencio, y mi cabeza lo agradecía profundamente, al terminar me levante, suspire y saque la ropa de mi maleta.

—Me bañare.

—Claro, también yo, te veo en un rato más.

—De acuerdo.

Salió de la habitación, el baño me aclaro las ideas, pero me estaba evitando a mí misma reprenderme por la tontería de anoche, quería evadirlo, no pensar en eso, pero tenía que hacerlo, aunque lo haría después, respire profundo, y termine de bañarme, me dirigí a la cama por mi ropa, me cepille el cabello, tocaron la puerta y abrí.

—¿Lista?

—Casi.

Se sentó en la cama a esperar mientras me miraba detenidamente, me senté a su lado y me puse los tenis, lo mire y eleve una ceja incitándolo a levantarse, se acercó a mí y me beso, me tomo desprevenida, pero su beso era tan cálido que me deje llevar y cerré los ojos, me recostó en la cama y se colocó a horcajadas sobre mí, lentamente quito mi blusa y siguió besándome, su mano recorrió todo mi cuerpo hasta quitarme el pantalón, siguió besándome y se quitó la ropa, todo era sumamente lento, estaba siendo muy cariñoso y precavido, me miraba como si fuera lo más preciado que tuviera, sus movimientos eran lentos pero nada torpes, me quito la tanga y de la mesita de noche saco un condón.

—¿Tienen condones aquí? —pregunte sorprendida.

Comenzó a reír y se lo puso, mire su miembro y la comparación fue inevitable, no era tan grande como el de Isaac, pero tampoco era pequeño, era... estándar, me volvió a besar y coloco el edredón sobre nosotros, me penetro lentamente, lo estaba haciendo con mucho cariño y cuidado, sus embestidas eran lentas, con mis piernas rodé su torso, no paraba de besarme y con sus lentas caricias llegamos al climax al mismo tiempo, se dejó caer a mi lado y beso mi frente, sonreí ligeramente, me había gustado, no había sido solo sexo, fue algo distinto, aunque me gusta más como lo hace Isaac, es más... rudo, más atrevido, son totalmente distintos.

Nos levantamos y nos vestimos, salimos del hotel dispuestos a pasear por la ciudad, Jorge tomo mi mano mientras caminábamos, entramos a un centro comercial, y me dirigí a una tienda de ropa, elegí una falda preciosa para Diana que compensaría el robo de la suya, mire unas cuantas prendas más para mí, mientras Jorge miraba su celular o me ayudaba decidiendo si me quedaban bien o no, al salir de la tienda entramos a un restaurante y nos sentamos a mirar el menú, mientras me debatía en elegir la mitad de los platillos una voz me saco de mi trance.

—Jorge, Renata, Buenas tardes, que coincidencia.

<<¡Aaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhh Dios!, que hermoso regalo me estás dando, que belleza has podido crear, no actúes como tonta, quita la sonrisa de boba, respira y natural, imagina que es Miguel, no la riegues.>>

—¡Hola!,¿No tenías un vuelo? dije sonriente, se acercó y me dio un beso en la mejilla.

<<¡ Que delicia, huele tan bien!>>

—Esteban—dijo Jorge estrechando su mano

—Pues hubo un inconveniente y tengo asuntos que arreglar aquí.

—¿Quieres acompañarnos? —dije educada, aunque no era por educación, quería conocerlo, era el hombre perfecto.

—¿No hay inconveniente? —sonrió de lado

—¡No! —Dije en seguida.

Jorge disimulo la molestia y lo invito a sentarse, me mordí el labio nerviosa, internamente estaba bailando de felicidad, el mesero se acercó y tomo la orden.

<<Ay si pudiera pedirlo a él, me lo llevaría directo a casa.>>

—Y bueno Renata, háblame un poco de ti.

<<Ay te hablo y te doy lo que quieras.>>

—Ahh pues, —me alce de hombros—soy abogada, tengo mi despacho,—solterísima –tengo 27 años, tengo un cachorrito que me regaló Jorge, no hay mucho que decir ¿Y tú?—pregunte coqueta.

Jorge rodaba los ojos molesto.

—Interesante, pues soy amigo de Jorge desde que somos niños, viajo mucho por negocios, soy empresario, soltero y tengo 30 años.

<<Ahhh es tan perfecto para mí, puedo casarme con el ahora mismo, espera....>>

—¿Amigo de Jorge?

Mire a Jorge confundida y el rodo los ojos.

<<No creo que sean amigos.>>

Comimos mientras yo le seguía contando un poco de mi vida, de Diana, Julián y Miguel, el comentaba de sus negocios y Jorge opinaba de vez en cuando, al terminar Esteban se levantó y dejo una tarjeta con sus datos a un lado de mi mano, levanto el brazo y el mesero se acercó enseguida y a este le estiro su tarjeta de crédito.

—Yo pago, tengo una reunión, un gusto verlos. —Me guiño un ojo y se fue.

—Jorge respiro profundo y me miro molesto—¿Tienes que coquetearle tanto?

—¿Perdón? —Arque una ceja molesta.

—Disimula un poco. —dijo enojado.

—¿Qué te sucede?, yo coqueteo con quien yo quiera y no tienes por qué enojarte y mucho menos hablarme en ese tono—dije irritada a la vez que me levantaba de la mesa.

Se levantó y salimos del lugar sin dirigirnos la palabra, caminamos rumbo al hotel, el aire fresco nos pegaba en el rostro, por fin Jorge habló.

—Lo detesto, no es mi amigo, pero detesto más que te guste.

—¿Y por qué dijo que eran amigos?

—Siempre dice eso porque nos conocemos desde niños, pero no lo tolero, somos muy distintos.

—Bien, no me gusta, solo es muy atractivo. —Si me gusta, quiero tirármelo, casarme con él y mirar su hermoso rostro todo el día.

Llegamos al hotel y le dije "Es mejor que descanse", me metí a mi habitación y me quede profundamente dormida.

Mi mejor decisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora