Capitulo 7

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—¡Claudia! — la abrace. — ¿Cómo pasaste tu cumpleaños?

—Oh Licenciada, —se acomodó los lentes—bien, estuve con mi familia y partimos un pequeño pastel.

—Ven a mi oficina. — la tome del brazo y entramos juntas a mi lugar. —Te compre algo.

Tomé la bolsa de regalo que había dejado sobre el escritorio y se la di, la tomo nerviosa y sonrió, acomodó sus gafas, en seguida se sentó en la silla detrás del escritorio.

—Licenciada no se hubiera molestado. —me miro como un gatito con juguete nuevo y abrió la bolsa.

Me senté entusiasmada esperando su reacción al ver lo que le había comprado, saco primero una blusa blanca de vestir escotada con un listón negro en el cuello que hacía que resaltara el pecho de las chicas, me miro con los ojos muy abiertos cuando la estiro frente a ella.

—Li..licenciada,...esto, ja... esto es ... muy... muy atrevido—dijo nerviosa.

—Déjate de tonterías es bellísima y lo sabes, sigue viendo. —la incite.

—De acuerdo, ahora tengo miedo licenciada.

Comencé a reír, Claudia hurgo de nuevo en la bolsa y saco una tarjeta de regalo en un salón de belleza.

—¿Te apetece un cambio de look? —pregunte emocionada.

—¡Oh! —puso una mano en su pecho—Licenciada esto es demasiado, no necesito un cambio de look. —acomodo sus lentes. —O tal vez sí, pero no puedo aceptar esto.

—Claro que puedes, sigue viendo. —sonreí entusiasmada como si yo fuera la que estuviera abriendo el obsequio.

Me sentía un poco mal por indirectamente obligar a Claudia a cambiase el look, pero lo necesitaba, su cabello tenía las puntas resecas, abiertas y siempre lo tenía atado a una cola de caballo, sus lentes siempre resbalaban por su nariz y lucían algo desgastados, la ropa que usaba era algo vieja, su labial siempre se le corría a los dientes y urgía que se depilara las cejas para que luciera sus ojos verdes que no se notaban en lo absoluto, sabía que no se sentía cómoda ni segura, siempre al caminar miraba el suelo.

Lentamente saco otra tarjeta de regalo en una óptica para que comprara unos lentes de contacto y por último un labial del mismo tono rosa que siempre usaba, Claudia me sonrió débilmente, enseguida hizo un puchero y las lágrimas corrieron por sus mejillas, me levante de la silla y me agache junto a ella.

—¿Qué pasa?, ¿No te ha gustado? ¿Te ofendí con algo? —pregunté preocupada a la vez que le ofrecía pañuelos.

—Bueno, no es que me haya ofendido, pero está claro que mi imagen requiere un cambio. —dijo sollozando.

—Lo hice para que te sintieras más cómoda contigo misma, Claudia, te he observado durante mucho tiempo y soy tu jefa, así que sabes que no puedes mentirme, se perfectamente que te dedicas a cuidar a tus padres y no te das tiempo a ti misma, siempre observas a las demás chicas, no me niegues que incluso te gusta mucha de mi ropa, y que quisieras salir de farra conmigo y Diana, pero no te lo permites, simplemente te escondes detrás del escritorio.

Me miro sorprendida aun con lágrimas en los ojos, me incorpore y me cruce de brazos.

—¿Miento? —levante una ceja.

—No. —susurro.

—Entonces hazme el favor de disfrutar tu regalo que no me costó dos pesos, te quiero ver feliz.

—Se levantó y me abrazo fuerte. –Gracias Renata. —dicho esto recupero su postura y guardo sus regalos en la bolsa, se dirigió a la puerta y cuando estaba en el marco de esta se giró. —¿Me va a acompañar?

Mi mejor decisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora