Capitulo 37

745 63 3
                                    

Los días pasaban lento y yo seguía en cama, sentía un vacío enorme, culpa e impotencia, me dolía el pecho, me desgarraba el dolor, quería a Isaac, no, más bien lo amaba.

<< ¿Ahora que haré sin él?>>

Lo que más detestaba era que todo había sido culpa mía, odiaba mirar el teléfono y no tener algún mensaje de él, tal vez ni siquiera pensaba en mí, no quería sentirme así, me odiaba a mí misma, envidiaba a la gente que estaba bien con su pareja, deseaba que apareciera en el umbral de la puerta como solía hacerlo, el bombardeo de recuerdos era lo que terminaba de romper mi corazón, lloraba por las noches hasta quedarme dormida, el encierro en casa me volvía loca, pero tampoco tenía fuerzas para salir y seguir con mi vida, no quería bañarme, comer o salir de la cama, es cierta esa sensación de que duele hasta respirar, Diana, Miguel, Claudia y Julián iban de vez en cuando, pero lo más doloroso era la noche cuando solo podía abrazar a Baileys y que no pudiera darme palabras de aliento más que una mirada preocupada y unos cuantos lengüetazos.

Comer solo sopas instantáneas estaba pasando factura a mi estomago porque comenzaba a dolerme, me levante sin ánimos y me mire en el espejo, me veía fatal, era peor que cuando había dejado a Carlos, en tan poco tiempo me enamore de lo perfecto que era Isaac aunque no se lo demostrara, tenía tanto miedo de pasar por esto y por mi cuenta lo conseguí, unos ladridos me sacaron de mi trace, Kahlua entro corriendo al baño, la salude sin ganas y regrese a mi habitación, Julián estaba sentado en la orilla de la cama.

—¿Qué haces aquí?

—Tienes que regresar a la oficina.

—Ya, puedes despedirme, quédate con todo. —me metí a las cobijas. — ¿Y Diana?

—En la cocina, tenemos que hablar Renata.

—No quiero, mejor aviéntame por la ventana.

—No es mala idea, pero no tengo las agallas para hacerlo, así que me vas a escuchar.

Me incorporé sin ganas y encendí un cigarro.

—Te quiero mucho Ren, pero no puedo permitir que te deprimas de esta forma, ¿Cuántos días llevas sin bañarte?, esta no es la Renata que conozco, creo ni con Carlos te deprimiste así.

—Pero, es diferente, esta vez fue mi culpa.

—Todos cometemos errores Ren, estas descuidando la oficina que fue algo que construimos juntos, eres una de las mejores abogadas que conozco y me estas dejando toda la carga del despacho a mí.

—No es verdad, no soy la mejor, hubiera podido defenderme a mí misma con Isaac.

—No seas tan dura contigo misma.

—Asentí.—Tienes razón, debo ir a la oficina, pero aún me duele el corazón, no me siento con ánimos.

—Lo sé, y sonara muy trillado, incluso ni siquiera querrás escucharlo, y tal vez tampoco sabrás como, pero... debes seguir, y si te hace sentir mejor, —apretó los labios omitiendo una sonrisa. —No llevabas mucho tiempo con él, y yo soy más guapo.

—Apreté una sonrisa. —¿Y si no me perdona?, solo quiero eso, me siento muy impotente.

—Lo sé, pero debes darle tiempo, ¿Tu como estarías si él te lo hubiera hecho a ti?

—Creo igual.

—Báñate que apestas a vagabundo.

—Claro que no.

—Claro que sí. —entro Diana. —Esta casa apesta a cigarro y a alguien que no se ha bañado en días, mujer necesitas ventilación. — abrió la ventana de mi cuarto.

Mi mejor decisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora