Flashback

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Bosque encantado mucho antes de la maldición.

Así que nadie me dirá sobre el paradero de Blancanieves. Perfecto, veremos si con esto hablaran.—
La paciencia de Regina cada vez se hacia más limitada. Como fuera quería tener el corazón de Blancanieves palpitando en sus manos, pero como nadie decía nada mientras tanto aprovecharía el mentó para arrancar todos los demás hasta que no quedara ni un aldeano que fuera aliado de princesa Blancanieves vivo.
Disfrutaba tanto ver sus caras de sufrimiento mientras astrujaba con fascinación sus débiles y rojizos corazones.
Ese día había salido bien temprano de su castillo para ir a las aldeas a preguntar sobre el paradero de la que ella llamaba una "prófuga". Pero como siempre nadie le daría respuestas aunque eso los llevara a la muerte.

Se acerco a un mujer no tendría más de 18 años y metiendo su mano en el pecho de esta, tomo el corazón y se lo extrajo apretándolo lentamente mientras preguntaba por última ves donde estaba Blancanieves.
Como nadie quiso hablar ella solo se limito a estrujarlo hasta que este quedo hecho cenizas y el cuerpo de la joven quedo tirado en el suelo.

Los demas aldeanos al ver lo que la despiadada reina hizo, todos huyeron del lugar dejando solo el humero de polvo, obviamente nadie era bobo para quedarse a tener una ejecución que jamás planearon.
—Eso es huyan como las cucarachas despreciables que son, pero mañana vendré y el que no me tenga noticias sobre Blancanieves, puedes darse por muerto.—
Después de haber hecho su trabajo en aquella aldea, la reina se dirigía a subir a su carroza cuando escucho una voz que la hizo detenerse.
—Vaya, vaya, vaya. La gran reina si que tiene estilo, eso debió dolesle a la chica, hasta a mí me dolió.—
—¿Y tú quién demonios eres?.—
—Oh claro, que descortés soy, permitame presentarme. Soy Facilier, el gran hombre del vudú.— Hizo un leve reverencia con su sombrero mientras de sus labios salia una leve sonrisa.

—Oh no lo sabia.— Responde sarcástica.
—¿Y sabes quién soy yo? Soy la reina que a la primera interrupción de sea quien sea le arranca el corazón y se lo hace comer a los cerdos.—
—Pero que encantadora mujer.—
—¿Te parece? Y eso que no me haz visto en mucha acción.—
—¿Qué le parece si me demuestra que tanto puede hacer? Su majestad.—
—¿Pero cómo te atreves hablarle así a tu reina.—
Bajo el pie que había montado en las escaleras del carruaje e hizo hacia un lado su capa dispuesta a convertir en lo que fuera al "famoso brujo".
—Pero si no le hablo de ninguna manera, todo lo contrario aplaudo su trabajo.—
—Bueno si, aunque seria mejor si tan solo tuviese el corazón de Blancanieves entre mis manos. Ahora querido si me disculpas, debo ir a cembrar terror en otra aldea.—
Dio media vuelta dándole la espalda a Facilier.

—¿Y si le dijera que puedo ayudarla?.—
Esas palabras fueron musica para sus oídos. Se detuvo y giro su torso para verle de nuevo.
—¿Tú ayudarme, a mí?.—
—Así es, puedo traerle el cuerpo de Blancanieves a sus pies.—
—No, a esa prófuga la quiero viva para tener que ser yo misma quien la mate. Deseo tanto oírla suplicar por que no la mate.—
—Viva, muerta, masacrada, como uste guste se la pondré a sus pies.—
—¿Y qué pides a cambio? Por que te recuerdo que es oro lo que estoy dando por quien me la traiga.—
—No quiero oro.—
—Joyas, ¿quizas?.—
—Tampoco.—
—¿Un reino, un castillo, una aldea?.—
—Nada de eso.—
Regina no entendía que era lo que en realidad buscaba Facilier pero su ayuda no le vendría nada mal.
Se acerco a él por detrás y ladeando su cabeza le pregunto.
—Entonces, ¿qué es lo que quieres?.—
Facilier que más que oro buscaba tener una grata compañía así fuera solo hasta que pudiera cumplir el deseo de la reina, ladeó una sonrisa y hablo bajito para que solo la reina a quien tenia detrás de él escuchara.
—Ve está noche a la cabaña que hay cerca del arroyo y lo averiguaras, por ahora su majestad debo retirarme.—
Se dio la vuelta, puso una mano en su pecho y con la otra se quito el sombrero haciendo una leve reverencia y desapareciendo del lugar.

Regina no estaba segura de acudir a esa cita pero no descartaba la idean que en que su ayuda le seria bastante útil.
—Cambio de planes, iremos a mi castillo debo hacer algo.—
De camino al castillo pensó en todo lo que le había dicho Facilier, nunca nadie se había mostrado tan valiente como él para enfrentarse de esa manera a ella y mostrar tanta confianza en si mismo.
Al llegar al castillo daba vueltas y vueltas por su habitación tratando de tomar una decisión, decisión que no sabia si valía la pena.

Después de pensar tanto decidió arrrglarse un poco para cumplir la cita con su nuevo "socio".
Se puso un vestido rojo largo tipo sirena el cual señia su figura, maquilló un poco su rostro con tonos fuertes que hacían que su blanca piel resaltara, se hizo un semirecogido en el cabello y por ultimo aplico unos cuantos toques de perfume en su cuello y muñecas.
Si la reina quiria matar a alguien de locura y deseo esa noche, seguro que lo conseguiría. Se veía irresistible para cualquier hombre, incluso las mujeres podría envidiarla.

Pidió a sus guardas que solo fueran dos con ella pues no quería levantar sospechas pero Tampico quería irse tan desprotegida, aunque más sirviera su magia que los guardias que tenia.
Subió al carruaje y dieron marcha al lugar donde quedo de verse con Facilier.
El camino fue un poco extenso puesto que la cabaña quedaba un poco retirada del reino.
Al llegar bajo del carruaje y para su sororesa Facilier ya estaba en la puerta esperándola como todo un caballero, sus ojos se abrieron de par en par, su boca quedo abierta que las palabras no le salían por más que intentara.

—Cierra la boca querido, se te meterán las moscas.— dijo Regina en el mismo tiempo que con uno de sus dedos cerro la boca de Facilier.
—Bienvenida su majestad.— Fue lo único que pudo decir, estaba atónito, había visto a esa mujer pasiarse de un lado a otro pero esta vez era distinto, esta vez se veía realmente hermosa o bueno, más de lo que ya era.
Regina hizo un movimiento de cabeza a sus guardias para darles a entender de que se quedaran fuera pero que no bajaran la guardia.
Entro en la cabaña y observo todo con asombro, la cabaña por fuera se veía vieja y desgastada, pero por dentro era hermosa o así la había adornado Facilier para esa noche.
—Y bien, ¿qué le parece?.—
—Está bien.—
—¿Solo bien?.—
—Si, ¿qué más debo decir?.— Mentira, le parecía hermosa pero no quería mostrarse débil ante él, debía siempre mostrar que ella tenia el control sobre todo.
—Supongo que debo conformarme con ese bien.—
—Ahora sin más rodeos, dugame para que me cito aquí. Por que por más que veo, no veo ni a Nieves ni a su corazón.—
—Le propongo algo, vamos hacer un juego.—
—Un juego, ¿crees que estoy para juego? Sabia que no saldrias con nada.—
—Si sabia que no saldría con nada, ¿por qué se vino tan hermosa?.—
—¿De qué trata el juego?.—
—Tengo una botella de vino y dos copas, el juego consiste en que yo sirvo cierta cantidad de vino y luego digo algo que nunca he hecho, pero si eso que yo no he hecho tú si lo haz hecho, debes tomarte el contenido de la copa. ¿Se le mide?.—
—Parece un juego de niños.—
—Solo quiero conocer un poco a mi socia.—
—¿Perdón?.—
—Si, ambos vamos a trabajar para el mismo bando. ¿no?.—
—Eso ya lo veremos. Entonces, ¿empezamos o te quedaras mirando mis pechos toda la noche?.—
¿La reina jugando? ¿qué cosa? Pero solo a Facilier se le ocurre algo así, pero después de todo ella no se negó.
Facilier abrió la botella y sirvió la cantidad adecuada en cada copa dándole a ella la que le correspondía, no sin antes invirala a sentarse.

Comentarios.
Me hace mucha ilusión cantarles esto, no saben cuanto. 😍

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