LANCASTER

995 87 10
                                    

{ABADÓN}

Silencio.
Solo silencio.
Horas de absoluto silencio encerrado en una habitación de limpieza.
Creí estar muerto después del disparo, pero parece que solo era un sedante. Estoy despierto, muy despierto, esperando al enemigo.
Se acerca, van a liberarme.
"No es el momento, ya los aniquilarás más adelante."
El hombre malo me susurra en mi cabeza pero no le hago caso. Voy a actuar ahora, a sacar a mis amigos de aquí y largarnos de una puñetera vez.

La puerta se abre y me abalanzo contra la persona que tengo delante con un palo de fregona.
- ¡Abadón!- grita Mar justo cuando el palo estaba a dos centímetros de su cabeza. De no haber sido por Blas, le habría dado un buen golpe.
- Chicos...- murmuro soltando la fregona-. ¿Cómo...?
- Tranquilo, Elisa te aclarará todas tus dudas- me dice Annie-. No hemos tenido otro remedio que contarlo todo.
- ¿Qué...?- murmuro mientras dos guardias me atrapan por los brazos y me obligan a caminar.

Llegamos a una especie de sala con una extraña y lúgubre decoración, muñecos de paja colgados del techo por doquier.
La mujer del montón de zombis, la tal Elisa, me espera sentada en un trono cubierto de partes de todo tipos de muñecos, es escalofriante, esta mujer tiene que tener algún problema.
- Abadón, ¿el líder, eh? Siéntate- me dice señalando una silla normal frente a la de ella.
A nuestro alrededor están mis amigos y una docena de guardias armados.
- ¿Qué es todo esto? ¿Qué está pasando aquí?- pregunto desorientado mientras me coloco bien en la silla.
- Habrás notado que tus amigos estaban libres. Es porque solo hemos encerrado al que hemos considerado el líder de vuestro pequeño equipo. Os hemos estado vigilando las casi tres horas que habéis estado intentando marcharos de Lancaster- me explica-. Tenemos cámaras y micros por toda la ciudad. Nos hemos asentado recientemente en este lugar, hará unas dos semanas, como habrás supuesto. ¿El motivo? Bastante sencillo, atraer a todos los que intenten llegar a La Cruzada.
- ¿La Cruzada?- repito.
- El castillo de los que pretenden crear una nueva raza que acabe dominándonos a todos. Somos La Resistencia. Los que vamos a impedir que el mundo acabe en manos de híbridos. Somos los partidarios de una raza pura. Y ahora, vosotros también lo sois.
- Pero...- digo sin entender muy bien, negando con la cabeza-. Nosotros no queremos tener nada que ver con eso. Solo...
- Sí, solo ibais en busca de tu hermana- me interrumpe-. De la hija de la cabezilla de La Cruzada. No. No puedo dejaros hacer eso. Antes vais a ayudarnos. A matarlos a todos. A todos los híbridos. Los mataremos y los colgaremos junto a los muertos vivientes para que el mundo vea que los vivos son la raza más fuerte, la única que debe existir. Y, si es demasiado tarde, tu hermana será una de ellos. Así que también tendríamos que eliminarla.
- ¡Ella nunca haría eso!- exclamo moviéndome algo brusco y notando cómo todos los guardias de mi alrededor se ponen tensos ante mi actitud.
Me relajo y miro fijamente a Elisa, una joven pelirroja muy guapa además, que ha logrado reunir a un gran ejército.
- Solo sabíamos por las emisiones que hemos podido oír que no obligan a nadie, que es una opción, pero claro, como en todo, es una opción hasta que te comen la cabeza. Te hacen creer que es lo correcto y sino, te obligan. Los hemos estado observando, investigando, nos hemos infiltrado. Una vez que te dejan entrar, difícilmente te dejan salir sin antes insistirte en que será lo mejor, en todas las ventajas que tiene, en ponerte en todas las peores situaciones posibles, para que al final decidas unirte a ellos. No son tan buenos como crees, Abadón Fire- me dice con una mirada penetrante, con sus ojos de color ámbar clavados en los míos.
- No- digo saliendo de mi lapsus-. No puedes obligarnos a hacer algo que no queremos. Entonces no seríais mejores que ellos.
- No buscamos ser mejores que nadie. Solo buscamos la extinción de los híbridos y de Jack- me dice muy segura de sus palabras.
- Jack puede ser el único modo de crear la inmunidad- le digo-. De hecho, ya hay una especie de cura aunque sus efectos no sean de por vida.
- Esa Cura no sirve de nada, solo retrasa lo inevitable. Ya se ha intentado de todo. No hay cura ninguna. Tampoco la necesitamos. Solo tenemos que eliminar a todos los muertos vivientes que a cada año que pasa son más torpes.
- Creo que no estáis al tanto de los mutantes, ¿verdad?
- Pues resulta que sí- me dice Elisa con una sonrisa de superioridad-. Pero eso es otro problema del que se está encargando el gobierno. Y está oficialmente declarado que no existe cura alguna para eso, los mutantes no portan el virus, son experimentos hechos por alguien que quiere la destrucción de la raza humana. Pero de eso nos ocuparemos más tarde. Ahora lo primordial son los híbridos.
- Estás loca- le digo negando con la cabeza-. Te crees la reina del mundo y así no vas a conseguir nada. Mis amigos y yo jamás nos uniremos a vuestra causa. Es una causa perdida.
Eloisa empieza a reírse de una forma exagerada.
Miro extrañado a mis compañeros.
No.
No, no, no.
- Yo...- Blas se encoge de hombros.
- Tiene parte de razón- dice Annie.
- Además, no queremos problemas. Seremos libres después de ayudarles- dice Mar con la cabeza bajada.
- ¡O estaréis muertos! ¡Si es verdad lo que dice esa loca sobre Jack y los híbridos, es exactamente igual a él, os ha comido la cabeza!- les grito furioso.
- ¡Tú no me conoces!- me grita Eloisa, alzando su voz sobre la mía-. ¡Lleváoslo, encerradlo, ya recapacitará!
Entonces me veo rodeado de fuertes brazos que me vuelven a encerrar en contra de mi voluntad.
Pero esta vez no me encierran en un cuarto de limpieza, sino en una habitación normal y corriente, con cama y armario incluidos.
Busco algo que pueda usar como arma por toda la habitación pero no encuentro nada. Cansado, me tiro sobre la cama.
Parece todo un sueño.
Una loca que nos ha apresado en esta asquerosa ciudad, que ha engañado a mis amigos para que les ayuden en su loca misión de matar a Jack y a todos los híbridos. No tiene sentido. Están desesperados. Buscan matar por matar. Cada idea o cosa que se sale de lo normal rápidamente es juzgado y víctima de contrarios. Según lo que tengo entendido de cómo era antes el mundo, de toda su maldad, sigue siendo igual. Igual o peor.
Y dándole vueltas a la cabeza, me quedo dormido.

"Es ella. Está aquí."
El hombre malo me despierta.
Abro los ojos, parpadeando.
Noto una presencia a mi lado.
Me muevo rápidamente en posición de defensa, movido por mi instinto.
Es ella, con su larga cabellera pelirroja, sentada al lado de donde hace segundos estaba dormido.
Y, sin pensarlo, la ataco.
Me lanzo hacia ella.
Pero es más fuerte, más rápida, y más inteligente.
Me deja apresado bajo ella, sin poder mover las manos ni los pies.
- He investigado sobre ti, Abadón Fire. Y déjame decirte que me pareces un chico de lo más interesante. Mentalmente desorientado, ¿eh?- me dice con una sonrisa divertida.
- ¿Y tú que sabrás?- le digo con asco, mirando hacia otro lado.
- Todo, lo sé todo sobre ti. Y por tanto, creo que mereces saberlo todo de mí- me dice soltándome y acomodándose frente a mí.
- Está bien- suspiro-. Te voy a dar una oportunidad.
- Bien- inspira y me mira-. Crecí odiando a Jack. Mi madre era su fan número uno cuando estaba en un lugar conocido como "El Desfiladero", pero él siempre le daba largas, pasaba de ella y ella empezó a observar sus movimientos y los pasos de su vida. Así es como supo lo mala persona que es Jack. Nada que ver con lo que ella creía. Solo miraba por sí mismo. Empezó a convertirse en un ser egocéntrico y solo quería poder pero sin llamar la atención.
- Entonces... ¿tu madre y Jack?- pregunto algo sorprendido.
- Oh, no, Jack no es mi padre si te refieres a eso. Soy el fruto de una violación, de las miles que ocurren día a día en este asqueroso mundo. Al menos hay más leyes que antes pero en el inicio del apocalipsis... era un descontrol- me dice algo incómoda-. Dejando ese tema de lado, crecí odiando a la "cura" de la humanidad y decidí seguir sus pasos cuando mi madre murió. Cuando murió por culpa de un híbrido- dice apretando los puños-. Un tal K, el que siempre sigue a Jack a todas partes, su primer híbrido. Mi madre no hizo nada malo, era inocente. Puedes pensar que lo que quiero es venganza pero no, lo único que quiero es que eso no vuelva a pasarle a nadie más. Es más, toda esa historia de que nos infiltramos en La Cruzada, es cierta, fui quien se infiltró. Jack estaba a punto de morderme pero le dije que no, que me había arrepentido después de los dos días que pasé allí para que me pensara lo de la conversión. En realidad estaba investigando y lo que vi no me gustó nada. Guardan a los híbridos en peor estado a ojos de los nuevos pero yo los vi, algunos sufriendo, otros eran prácticamente muertos vivientes, un horror. Y después de negarme a la conversión, Jack me mantuvo presa casi una semana para que me lo pensara mejor según él. Al final me dejó ir pero con cierto recelo, casi todos los que acudían acababan siendo transformados. Los híbridos son unos seres que han perdido gran parte de su humanidad, Abadón, y se pueden descontrolar en cualquier segundo. Los híbridos tienen lo peor de los humanos y lo peor de los muertos vivientes. Por eso los quiero a todos muertos. Quiero acabar con este tormento de una vez por todas.
- ¿Y de dónde has sacado todo este ejército?- le pregunto, interesado, algo conmovido por su historia pero sin creerla del todo.
- Me abrí paso en la escala social de una comunidad del sur de América. Teníamos pensamientos y visiones en común. Me vieron fuerte, inteligente, sádica. Ellos me eligieron como su líder, me ven como a una especie de diosa pero yo no los veo como mis súbditos. Son mi familia. Y ahora también lo eres tú, Abadón Fire. Tú y yo podríamos formar un dúo imparable.
- ¿Eso es lo que le has contado a todos para que se unan a ti?- le pregunto desconfiado.
Elisa me sonríe dulcemente y se acerca algo más a mí, arrastrándose en la cama.
- Mi historia, sí. No con tanta intensidad y con tantos detalles como a ti. Pero con ninguno he tenido tanta afinidad como contigo- me dice acariciándome una pierna con una de sus manos.
De sus suaves manos.
Las toco para pararla pero al notar su tacto me veo incapaz.
- No soy mala persona, Abadón. Ni estoy loca- me dice con ojos sinceros, adentrándose en mis muslos con sus manos-. Solo quiero justicia. Y lo mejor para la humanidad. Para mí. Y para ti.
Y, como si de una bruja se tratase, dejo que me hechice a mí también.
Me veo arrastrado a su boca, a su cuerpo, a su plan.

Apocalipsis Zeta - Parte 7: La última amenazaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora