RACHEL BLAIR

773 73 8
                                    

Solo tengo que esperar el momento oportuno. Hace una semana que me he dado cuenta pero no he encontrado en lugar y el tiempo adecuado para hablarle de ello. Con todo el jaleo y todo el trabajo, apenas he tenido tiempo de nada. Pero para eso, entre otras cosas, he organizado una gran fiesta. Quizás no solo Liam, sino todos deberían saberlo.

Pero la cosa se tuerce. Y todo empieza a salir mal, inesperadamente. Entonces en lo único que puedo pensar es en lo estúpida que he sido al descuidarnos de esta manera, al permitir que todo se vaya al carajo, que todos mueran. Todo por mi culpa, por mi gran culpa. Todo se desmorona a mi alrededor y lo único que consigo hacer es huir arrastrada por mi marido hacia una pequeña base, un pequeño, abastecido y escondido búnker de Yanna que construimos hace mucho tiempo para ocasiones de vida o muerte. Ocasiones como esta misma. Pero yo no quiero huir, no cuando pesan sobre mí todas esas muertes... Aún así, no veo otra opción y Liam no me va a dejar otra opción tampoco. Además, estoy demasiado shockeada con todo lo que acaba de pasar como para pensar con claridad. Solo tengo en mi mente la imagen de esos tres, rodeados de grotescas criaturas, apareciendo de la nada, amenazantes, llegando para destruir y aniquilarlo todo. No paro de preguntarme de dónde han salido, cómo han llegado hasta aquí, desviando la intensa vigilancia que hemos fortalecido durante estas últimas semanas. Y entonces caigo en la cuenta de que ya estaban aquí, siempre lo habían estado, escondiendo sus verdaderos rostros, haciéndose pasar por unos más, tal y como lo hicieron los fanáticos, sus seguidores.

Por mi culpa. Por mi gran culpa. Ya he causado bastante daño a personas inocentes en esta guerra y sigo haciéndolo. Soy un desastre, no estoy capacitada para este rango, para ser presidenta. No, siempre lo he hecho todo mal. Pero, en cuanto oigo mi nombre, en cuanto oigo que me llaman, que me buscan, encuentro la oportunidad de redimirme, de parar esto, de seguir causando muertes a mi costa. Y, aunque Liam no piense igual, aunque mi sobreprotector marido no quiera dejarme escapar, me veo obligada a ello, así que, muy a mi pesar, me lo quito de encima con una táctica que nunca falla, un golpe en la entrepierna que hace que pueda escapar.

Y salgo corriendo. Y corro y corro, gritando para hacerme oír entre el griterío de muerte que se extiende por toda la isla. No tardan en aparecer. Y en atraparme. Todos ellos me recuerdan a Mary, son como ella, humanos convertidos en monstruos. Eso me deja más traumada y más temerosa aún pero no me detengo, me dejo capturar y dejo que me lleven hasta sus amos. Por mi pueblo, por Andrew, por Liam. Pero no por mí, no por todo lo que eso conlleva ahora mismo. Me he visto obligada a decidir y por una vez, no voy a ser egoísta.

- Buenas, señorita Blair- me recibe Mia, la única mujer de Los Tres Grandes, la que, tan solo unos instantes antes, se encontraba cantando en nuestra fiesta bajo un nombre falso y un cambio de apariencia.

En nuestra incursión a la base Niara descubrimos sus nombres y sus rostros, gran parte gracias a Zombi, pero jamás pensé que podrían estar entre nosotros y bajo falsas apariencias.

¿Pero por qué he tenido que ser tan tonta? ¿Por qué no me he dado cuenta antes? ¿Por qué no he visto la posibilidad?

- ¿Qué queréis de mí?- les pregunto mirándolos con un profundo odio.

- Verte sufrir- se ríe el que debe de ser Asher-. Nos has dado ya demasiados problemas.

- ¡¿Y a qué esperáis?!- les grito deseando que todo esto se acabe de una vez por todas, pero sé muy bien que no es así, los causantes del apocalipsis no se verán conformes con mi muerte, arrebatarán todo tras mi paso.

- Cálmate, chica, hablemos un poco antes- se ríe Mia.

- ¿De qué queréis hablar?- pregunto con una mueca de asco.

- Debes de tener muchas preguntas...- murmura Asher, ladeando la cabeza-. Adelante, te damos la oportunidad de que sepas todo lo que quieras antes de morir. No somos tan malos, como ves.

Apocalipsis Zeta - Parte 7: La última amenazaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora