NACIDO PARA MORIR

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{ASHER}

- ¿Qué cojones hace esta aquí?- les pregunto a los otros dos por un auricular que nos comunica-. ¿No se supone que estaba muerta?

- ¡¿Cómo se nos ha podido escapar algo así?!- chilla Mia, por lo que me veo obligado a retirar el auricular hasta que se le pase la rabieta.

- ...Azula... Ya decía yo que esa mujer no era de fiar, que parecía más lista de lo que aparentaba- murmura Xavier-. Aledis Bech. Se ha camuflado muy bien, sí señor.

- Casi parece que la admiras- le digo contrariado.

A Xavier siempre le ha pasado lo mismo, siente admiración por las personas que son capaces de ponernos el camino difícil, de aquellos valientes e inteligentes que interfieren nuestros planes. Y por eso siempre nos hemos quedado en la sombra, observando, viendo cómo crece el enemigo, cómo afronta las barreras. Hemos tenido centenares de ocasiones en las que acabar con las vidas de todos los que nos han molestado, de miles de maneras diferentes. Pero siempre hemos confiado en Xavier. Él tiene parte de razón, no es divertido derrotar a un contrincante débil, luchar contra un rival que esté casi a nuestro nivel le añade emoción. Pero esto... esto no nos lo esperábamos. Los matamos, quemamos sus cuerpos. O no, quizás no eran sus cuerpos. Pero hemos estado tan convencidos... Que se nos ha escapado. Y si ella está aquí, si Aledis Bech, ahora convertida en una mujer muy diferente que se hace llamar Azula, quiere pelea, la tendrá.

- La admiro- responde Xavier-. Pero por encima de todo odio que se nos haya escapado algo como esto. Ellos dos fueron nuestros primeros homicidios. Y en ese entonces no teníamos idea de lo que se podían complicar las cosas. Y no nos aseguramos hasta que todo lo que vimos en aquel espacio fueron cenizas. Tuvieron que escapar de alguna forma e intercambiar sus cuerpos. Lo sabremos en cuanto la capturemos. Si se está comunicando por los altavoces quiere decir que o está en la estación de radio o utiliza algún tipo de dispositivo. No podemos subestimarla, ya no. Y estaos atentos, Adam Rogers puede estar vivo también, aunque si así es el caso, será tan viejo que no supondrá ningún problema.

Se corta la comunicación y seguimos nuestra búsqueda. Todo Yanna queda destruido a nuestro paso y el de los mutantes, fieles a nosotros por un dispositivo que nos conectan con ellos. Cada vez quedan menos personas. O han huido y se han escondido o están muertos. Pero los que aún quieren presentar pelea, acaban todos de la misma forma: muertos. Ya sea de una manera u otra, destripados, devorados, decapitados, mutilados,... No disfruto con la muerte de un ser humano pero sí con la de un enemigo, sea el que sea y de la forma que sea. Y todos ellos son enemigos. Son simples estorbos. Y nuestros principales objetivos: los jinetes, Rachel Blair y ahora Azula, están desaparecidos.

Oigo gritos a lo lejos. Me acerco lentamente a bordo de un mutante, uno de los nuevos, que antes era un chico joven que se preparaba para la fiesta. Algunos de estos sorprendidos son nuestros mutantes y los otros están muertos, parte de ellos en los pasteles que avecinarían el mal, proporcionándonos nuestra entrada estelar.

Me quedo observando en la oscuridad, ordenando a los mutantes que me siguen que estén callados.

- Chicos- digo por el comunicador-. Creo que he encontrado un refugio.

- ¡Destrúyelos! ¡Mátalos a todos!- grita Mia.

- Ya la has oído- murmura Xavier.

Y me pongo manos a la obra. Pero antes me veo distraído por los gritos. Los gritos de dos hermanos que están a punto de encontrarse. Lo impediré, les impediré ese placer.

Agarro mi lanza y persigo a Miguel Kennedy hasta que a lo lejos se asoma su hermano, Ed Kennedy. Están tan absortos en su encuentro que no parecen fijarse en mí. Pero ahora me verán. Y bien visto.

Apocalipsis Zeta - Parte 7: La última amenazaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora