- Venga, despidámonos ya. Tienen que irse- me dice Andrew acariciándome un hombro-. Tranquila, volveremos a verlos cuando todo esté más calmado.
Me despido de Blas, de Annie y de Mar, los antiguos miembros del pelotón 166. Los dejo ir hacia La Isla De Los Héroes. Unas cuantas naves llevarán a los caídos y traerán a los demás de vuelta.
Viajamos en silencio de regreso al que una vez fue nuestro apartamento. Sin embargo, Andrew se da cuenta de que no estoy del todo bien. Y me conoce demasiado para adivinar qué es lo que se me pasa por la cabeza.
- Tranquila- me dice en un pequeño abrazo-. Es normal sentirse culpable, yo me siento igual. Pero se nos pasará, ambos sabemos en el fondo que no pudimos hacer nada, que todo sucedió demasiado rápido, fue un descontrol. Tenemos que agradecer que sigamos vivos. Es en lo único en lo que puedo pensar ahora mismo, en que tú sigues a mi lado. Y espero que no te vayas nunca.
Miro a mi chico a los ojos, entre lágrimas.
- ¿Qué haría sin ti, Andrew Blair?- le pregunto con una mueca de agradecimiento y entierro mi cara entre su pecho.
- No, ¿qué haría yo sin ti, Hope Prior?
Acompaño a Andrew hasta nuestro piso, que ya no es el que era, está distinto, con una decoración bastante sosa, una decoración propia de un fanático, con las palabras "Alabado sean Los Tres" escritas en la pared con un tono rojo que bien podría ser sangre.
- Vete- me indica mi novio-. No hace falta que te quedes a limpiar, ya lo hago yo.
- No, quiero ayudar, mi madre puede esperar- le digo negando con la cabeza.
- Me da igual, pero tal y como estás, será mejor que salgas y te des una vuelta. Y que hables con tus padres, estar con ellos te vendrá bien. Te espero a la noche, ¿vale? Para cuando regreses, esto estará como nuevo. Un nuevo piso, un nuevo comienzo. Para nosotros dos- me sonríe Andrew y corro a darle un beso.
Durante el camino hacia el aeropuerto, observo cómo ya están empezando a reconstruir Yanna, apenas unos días después de la gran batalla. Una gran multitud de personas trabajando, aquí y allá, levantando de nuevo los edificios caídos y destrozados como la prisión y la armería de Yanna, entre otros. Otras personas plantan semillas para que las flores vuelvan a crecer allá donde fueron pisoteadas o destrozadas por la guerra. Se respira un ambiente esperanzador, aunque inquietantemente tenso, debido a todas las muertes.
A lo lejos, aún se puede ver la columna de humo que ha dejado la pira de los cadáveres enemigos, ahora convertidos en polvo y cenizas, en nada.
Llego hasta el aeropuerto donde sé que encontraré a mis padres, ayudando a subir los muertos a las naves.
- Ah, Hope, contigo queríamos hablar- me dice mi madre en cuanto me ve e indica a mi padre que se acerque.
- Me llamasteis ayer pero estaba demasiado ocupada, lo siento- le digo en modo de disculpa-. ¿Qué pasa?
- Nos vamos- anuncia mi padre y frunzo el ceño.
- ¿Os vais?- repito-. ¿A La Isla?
- No- me responde mi madre-. De eso se van a ocupar otros. Nosotros y una gran patrulla vamos en busca de fanáticos.
- Nos hemos quedado con más ganas de sangre- dice mi padre en tono irónico.
- No, ya estamos bastante servidos pero necesitan a gente y qué mejor que nosotros que tenemos experiencia- me dice mi madre con una sonrisa de orgullo-. Iremos a todas las comunidades de Los Nuevos Estados Unidos exterminándolos, hasta que este culto sinsentido se extinga.
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Apocalipsis Zeta - Parte 7: La última amenaza
Science FictionEl mundo está revolucionado. Surgen buenas noticias pero lo malo no tarda en llegar. Nunca ha sido tan difícil sobrevivir, nunca ha sido tan difícil derrotar a un muerto viviente. Pero la esperanza no se pierde y lucharán con todo por acabar con los...