SEATTLE SUBTERRÁNEO

877 73 14
                                    

{JACK}

Sudores fríos, calambres, dolor de cabeza, agonía, hambre. Son de las pocas emociones que me quedan. Apenas recuerdo qué era sentir el calor o el frío. Cada vez siento menos. Excepto en mis sueños, en mis sueños vuelvo a ser el Jack de antes del apocalipsis, aquel chico soñoliento y solitario maravillado por los misterios de la vida.

En mis sueños, el sol sale por el horizonte y empieza a calentarme las manos y el resto del cuerpo, siento la pequeña brisa recorrer mis brazos y puedo ver cómo me pone la piel de gallina. Sonrío ante la maravilla del nuevo día, ante los preciosos colores del amanecer. Y de pronto, comienza a llover, comienza a tronar. Espero a sentir el frío del día nublado y correr a por un abrigo, pero en vez de eso, no siento nada. Ni siquiera las gotas rozar mi piel. Un relámpago cae a pocos centímetros de mí y ni siquiera me asusto. Nada me parece raro, terrorífico ni sorprendente. Y entonces, despierto.

- ¡Jack, Jack!- me dice Rachel moviéndome por los hombros, preocupada-. ¿Te encuentras bien? Estás muy frío... 

- ¿Qué... qué ha pasado? ¿Dónde estoy?- pregunto confuso, desorientado, aún más presente en mis sueños que en la realidad.

- Estás en el Seattle subterráneo. Te excediste dominando a los zombis para que pudiéramos llegar hasta aquí. La ciudad vuelve a estar abarrotada allí arriba, así que no creo que nadie nos encuentre aquí. Estamos a salvo, Jack. Por fin- suspira mi prima, cansada.

Mi mente empieza a aclararse. Luego de que Clare partiera, pocos días después, una manada de fanáticos nos encontraron pero pudimos con ellos, a pesar de que varios de mis híbridos murieran. Supimos entonces que aquel ya no era un lugar seguro y teníamos que movernos rápido. Con la ayuda de Zeth, hayamos este lugar subterráneo bajo la gran Seattle, aún infectada a más no poder. Ahora nos escondemos hasta que podamos hacer algo más.

Sigo a Rachel a una sala donde me reúno con Luke, Zeth, Kat, Mary, Azula, Mario, Kevin e Ian.

- ¡Hombre, por fin ha despertado el bello durmiente!- exclama Mary al verme-. Te has llevado durmiendo dos días. ¿Cómo puedes dormir tanto, cuál es tu secreto, eh?

- Salvaros las vidas, ese es el secreto- le guiño un ojo y me dirijo a los demás-. Bien, ¿de qué habláis?

- De salvar a mi hijo y a tu hija- me dice Liam-. Están en Yanna y no seguros.

- ¿Y qué pensáis hacer?- les pregunto.

- Habíamos pensado en que uno de nosotros se infiltrara- me informa Kat-. Pero los hijos de puta ya han dado el nombre de todos y cada uno de nosotros. Y no contamos con nadie más salvo asiáticos e híbridos, que no serían aceptados en Yanna.

- ¡Pero no lo sabemos seguro!- se queja Ian-. Vale, los híbridos no, pero los asiáticos...

- Recuerda que quienes están ahora en dominio de Yanna no son simple estadounidenses, son fanáticos, son seguidores de los mismos que mandaron un brutal ataque mutante contra toda Asia, así que estarán al tanto de todo- dice Luke.

- Hay una opción...- murmura Rachel, en voz demasiado baja.

- ¡No, ya hemos hablado de esto y no!- le dice Mary-. ¿Por qué no mandas tú a tu hijo?- luego mira a Kat-. O tú a tu hija.

- Te recuerdo que Andrew fue una vez tu hijo también- le reprocha Rachel-. Y tanto Hope como él están en la lista negra. Pero Minerva no. Y es la única que no es asiática aparte de nosotros.

- No quiero perder más vidas inocentes- declara Mary-. Minerva es mi aprendiz, la quiero como a una hija, y no considero que esté lista para algo así. Esto nos viene muy grande a todos.

Me empieza a doler algo la cabeza pero trato de reprimirlo. Tenía que quedarme solo las emociones malas, por supuesto. Suspiro y sigo la conversación alrededor de la mesa redonda de la oscura sala iluminada por dos antorchas.

- Si alguno se colara en Yanna, aparte de rescatar a Alex y Abadón, podría obtener información de lo que traman Los Tres Grandes- dice Rachel-. No podemos comunicarnos con Clare porque con la seguridad de allí es imposible y no podemos depender solo de ella, nosotros también tenemos que hacer algo. Y en Yanna si existe la posibilidad de comunicarnos a distancia.

La cabeza empieza a arderme y soy incapaz de seguir la conversación.

Reprimo un grito de dolor pero los demás ya han advertido que me pasa algo.

- ¡Jack!- me gritan varias personas a la vez.

Movimiento. Mucho movimiento. Lo noto. Allá arriba. Hambre. Mucha hambre.

Y poco después todo se vuelve a calmar y vuelvo a la realidad.

Alguien entra a la sala.

- ¡Ahora no, monstruo!- le grita Rachel a Kendrick.

- Han huído...- murmura K y le exijo explicaciones con la mirada-. La morena y los enamorados...

- No...- murmura Mary-. Minerva...

- Andrew y Hope han ido con ella- dice Rachel con cara de preocupación.

- Estamos mucho peor que antes- afirma Zeth.

- La cosa no para de complicarse- suspira Azula, que había estado callada hasta entonces.

- Por eso... por eso he notado tanto movimiento arriba- murmuro masajeándome la cabeza.

- ¿Qué vamos a hacer ahora?- pregunta Mario.

Mary da la respuesta que tanto querían evitar.

- Vamos a cargarnos a todos los fanáticos de Yanna. Vamos a demostrarles que somos más fuertes que sus dioses.



{FERB}

Abro los ojos como cada mañana.

Subo las persianas de mi habitación, dejando entrar la luz del sol. Es un nuevo y soleado día. Todo parece seguir igual de magnífico. Igual de bello.

La tripa me ruge y corro a hacerme unas tostadas.

- ¡Tostador activado!- reclamo y la máquina comienza a tostarme dos rebanadas. 

Mientras tanto, me visto con mi uniforme. Vuelvo al comedor para devorar las tostadas y me cepillo los dientes antes de salir. Me cargo con mi maletín gris y camino hasta la calle automática. Me dejo llevar hasta la comisaría, como cada día. Por el camino, saludo a mis vecinos con una sonrisa y hablamos del tiempo tan bueno que hace y la suerte que tienen los que libran hoy para poder ir a la playa o a la piscina a refrescarse y socializar.

Nada más que llegar a mi oficina, surge una alarma. Un psicópata acaba de escapar de psiquiatría y corre suelto por las calles gritando locuras. Es un peligro para la población. Mi compañero Horacio y yo vamos en su búsqueda. Nos subimos al coche patrulla y no tardamos en dar con su localización.

Conseguimos rodearlo mientras este no para de gritar cosas raras.

- ¡Este mundo es falso, tú no eres tú, ni siquiera os llamáis así! ¡Todo es falso, este no es nuestro mundo!- grita el loco.

Intentamos apresarlo pero este se arrebata contra mí y acaba cayéndome al suelo, haciendo que me golpee fuerte la cabeza y empiece a ver todo borroso.

Por suerte, Horacio consigue apresar al psicópata, pero yo no he escapado muy bien. Lo último que oigo es el sonido de una ambulancia viniendo hacia mí.

Abro los ojos. De nuevo. Pero esta vez no me encuentro en mi habitación, en mi hogar, sino en una sala de tonos blancos y fríos.

- ¿Dónde estoy?- murmuro aclarando mi visión.

- Se encuentra usted en el hospital del condado. Por suerte, solo ha sido un pequeño golpe, no tiene síntomas de conmoción cerebral, pronto podrá marcharse, en cuanto acabemos con los resultados de sus pruebas- me informa la enfermera.

Al reparar bien en ella, me encuentro con algo más que una simple enfermera, algo más que una persona normal y corriente, es ella, es la chica de mis sueños, la mujer de la que, sin saberlo, me acabo de enamorar.

Me fijo en su placa, su nombre es Roxana.

Apocalipsis Zeta - Parte 7: La última amenazaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora