HASTA EL FINAL

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{FERB}

Los días pasan. Y cada vez estoy más seguro de que no estoy loco, de que mi teoría conspirativa es real. Todo está vigilado y programado por alguien, no somos más que un peón en el juego de alguien que está por encima de todo.

Roxana me está ayudando, está investigando, leyendo libros, buscando alguna pista, alguna clave para este enigma. Y yo me dedico a recorrer este mundo en mis tiempos libres. Pero no llego a ningún lugar, siempre acabo en el mismo sitio, las murallas que nos separan de otras ciudades. Las he cruzado varias veces por trabajo y es cierto que hay otras ciudades, pero tiene que haber un final. Si este mundo es falso, fabricado, tiene que haber una salida al mundo real.

Las palabras "El Comienzo" no paran de repetirse en mi cabeza desde que Roxana mencionó que podíamos estar en el comienzo de algo. Supe enseguida que esas palabras se referían a esta mentira en la que vivimos, no sé cómo, pero lo supe, como una especie de intuición.

No hemos llegado a encontrar nada en claro pero eso ya se acabó. Pienso actuar de una vez, y Roxana me acompañará, nos largamos de esta ciudad sin nombre. Nos moveremos de una a otra hasta encontrar algo. Lo tengo todo planeado pero Roxana no lo sabe, no estaría de acuerdo con mi plan, así que se va a sorprender.

- ¡Nos vamos!- le digo a Roxana, irrumpiendo en su casa.

- ¿Qué?- pregunta esta, confusa-. ¿Adónde? ¿Qué te has hecho?

- Te lo explicaré por el camino- le digo cogiendo un cuchillo y cortándole el pelo sin que a esta le diera tiempo a replicar-. No hables, no te resistas, ya no hay vuelta atrás. Estamos demasiado implicados. No tardarán en descubrirnos si nos quedamos, así que ponte esta ropa y esta gorra y salgamos de aquí.

Todo ocurre muy precipitadamente. Salimos al exterior, con unos aspectos muy cambiados. Le doy una tarjeta a Roxana para que se la cuelgue del cuello.

- ¿Qué es esto?- me pregunta, sin entender nada-. ¿Adónde vamos? ¿Qué está pasando?

- Shhhh- le indico tapándole la boca-. Confía en mí, ¿vale? Estamos juntos en esto, ¿no era así?

Roxana asiente, perpleja, y le doy un pequeño beso en los labios. Le indico con un gesto de cabeza que me siga.

- Cuando lleguemos a la frontera, tan sólo muestra tu tarjeta, déjame hablar a mí- le ordeno y esta asiente, entre asustada, confundida y emocionada.

Llegamos a las enormes puertas que dan acceso a las otras ciudades, donde dos guardias impiden el paso. Nos acercamos a ellos y les mostramos nuestras tarjetas.

- Es demasiado tarde para andar por aquí- dice uno mirando nuestras tarjetas con su linterna y luego busca algo por un ordenador-. Muy bien, tenéis permiso para pasar.

Roxana y yo nos internamos en la otra ciudad. Veo cómo la mujer abre mucho los ojos, sorprendida, pues no había estado nunca en otro lugar distinto. Pero luego su expresión se torna aburrida.

- Vaya, siempre había querido ir a otra ciudad pero nunca había conseguido un permiso. Y...- bosteza-... es igual. O por lo menos esta zona, parece que seguimos donde mismo.

- Es todo igual, te lo aseguro. Yo sí he estado por aquí por trabajo- le comento.

- Pero...- dice Roxana, que parece haber recordado toda esta locura-. ¿Qué hacemos aquí? ¿Quiénes son estas personas de las tarjetas y por qué me has hecho parecerme a ella?

Cojo a Roxana por una mano y la alejo de allí, en dirección a una zona donde no haya cámaras. Encuentro un pequeño parque solitario y nos sentamos en un banco. Le cojo ambas manos y la miro directamente a los ojos.

Apocalipsis Zeta - Parte 7: La última amenazaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora