HÍBRIDO

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{ALEX}

Estoy enamorada de un híbrido. Sí, y no me escondo. Lo digo abiertamente, no me importa. Ellos son como nosotros, diferentes pero tan similares a la vez. Muchos no lo entenderán, verán con malos ojos esta relación. Repito, no me importa. Es mi vida. Y voy a luchar por ella. Pero para que entendáis cómo ocurrió todo voy a relataros una historia, mi historia.

El Gran Alboroto había comenzado y nosotros estábamos a salvo. Pero el resto del mundo no. Al principio no había muchos voluntarios y no íbamos a obligar a la gente a salir ahí fuera a pelear y tal vez morir después de todo lo que habían pasado. Por fin estaban seguros en la nueva Yanna y no querían salir. Pero yo sí, fui de las pocas personas que se ofrecieron voluntarios a limpiar el mundo. Mis padres me insistían en que no lo hiciera, que me quedara allí, pero tenía que hacer algo, por Abadón, por él. Poco a poco, el ejército fue adquiriendo nuevas armas, mejores organizaciones, nueva tecnología. Estábamos más preparados y las bajas disminuyeron drásticamente. Había más posibilidades de vida y eso aumentó la valentía de las personas y el ejército fue creciendo hasta ser un ejército de verdad, de verdad de la buena. Participé en algunas misiones durante un par de años. Hasta que en una de ellas estuve a punto de morir. Un hinchado me hirió y empecé a perder sangre, estaba débil y una manada de trepadores y alterados venían hacia mí. "Pronto estaré contigo, hermano", me decía a mí misma. Y acepté mi destino con ganas. Pero me lo arrebataron. Estaba dispuesta a morir, quería morir en esos segundos en los que vi la muerte inevitable. Kian me salvó, él solito se encargó de todos los muertos. En ese tiempo este hombre ya empezaba a adquirir algo de fama y estar en boca de todos. No era ni la mitad de bueno que el gran Zeth pero como se dedicaba a salvar vidas, todos lo admiraban y lo idolatraban. Aún lo hacen.

Me retiré de las misiones, no quería salir más, no quería seguir limpiando el mundo. Eso solo me llevaría a un suicidio y empecé a pensar que Abadón no hubiera querido eso. Encontré un ancla al que agarrarme, una razón para luchar, en una conversación que mi padre tuvo con su amigo K.

- Sigues igual que desde que te conocí- le dijo mi padre al híbrido.

- Es lo que tiene ser como yo- murmuró orgulloso.

Yo los espiaba a través de una puerta entreabierta. Me sentía mal por escuchar una conversación ajena pero no me pude resistir. Desde que los híbridos nos salvaron a mi madre y a mí en La Batalla De Los Tres Malditos, empecé a interesarme por ellos, a verlos de otra manera, tal y como mi padre lo hacía. Intimé aún más con mi madre, nos hicimos las mejores amigas del mundo y siempre la acompañaba cuando se reunía con algún que otro de su raza.

- ¿Has traído lo mío?- le preguntó K a mi padre.

- Sí- le contestó y le entregó una bolsa cerrada con algo.

- Gracias. A todos nos hace falta- le dijo K.

- Lo que sea por vosotros. Sé que harías cualquier cosa por mí- le dijo amablemente mi padre al que es su mejor amigo.

No era ningún secreto que los híbridos no envejecían, que bien podrían vivir eternamente. Esa idea comenzó a darme vueltas por mi cabeza. Eran inmortales. A no ser que los matasen, claro. Pero no contraían enfermedades, no se hacían viejos. Me di cuenta entonces que estaban destinados a vivir viendo morir a sus seres humanos queridos. Estaban bendecidos por una larga vida pero malditos por otra parte. Pero aún había muchas cosas que desconocía sobre ellos. Y me dispuse a averiguarlo así que, cuando mi padre salió y se alejó, me colé en el piso de K. Y lo pillé con las manos y la barbilla ensangrentada, sosteniendo algo que parecían sesos.

Los híbridos eran algo desconocido para mí todavía y solo quería descubrir más y más sobre ellos. Se decía que no comían o que si lo hacían solo podían comer carne pero la verdad era otra muy distinta.

Apocalipsis Zeta - Parte 7: La última amenazaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora