LA REVELACIÓN

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{ALEX}

Es una situación triste. No tengo todo lo que quisiera. Me falta algo, me falta él. Pero a pesar de todo, disfruto del momento, de este momento.

Me hallo entre los brazos de mi madre y mi padre, ambos a cada lado, rodeándome, protegiéndome. Y en este preciso instante me siento como una niña pequeña, una niña que no sabe nada de la guerra, de las muertes, del odio, una pequeña que solo quiere el amor de sus padres. Aprovecho una situación que pocas veces se me ha presentado.

Noto a mi padre a mi lado, frío, tiene la piel fría. Busco el calor de mi madre, siempre ha sido una persona que emite mucho calor pero ya no. Aunque está más caliente que Jack, ya no es lo mismo que antes, irradia frío y calor a la vez. Ambos están descansando plácidamente pero se tensan al escuchar una voz que recorre toda la nave. La voz de la tía Rachel. Sé que es la prima de mi padre pero en realidad son como hermanos y por eso siempre la he llamado tía. Al igual que Abadón, aunque no le tocara nada aparte de ser la mujer de su padre.

- ¡Atención a todos los supervivientes!- anuncia Rachel por radio-. Sé que estamos pasando por la peor etapa de nuestras vidas, que cada vez somos menos, que hemos perdido a mucha gente y estamos desolados. Pero es mi deber, ya no como presidenta, no quiero ostentar más ese odioso cargo, sino como persona, decidir lo que haremos a continuación y contaros algunas cosas. Y, para empezar, anunciaré los nombres de los que aún seguimos con vida pero no como señal de sufrimiento por los que han caído sino como un pequeño atisbo de esperanza.

Y Rachel comienza a decir un nombre tras otro. Nombres que conozco, nombres que me resultan familiares, nombres que no me suenan de nada. Y duele, duele no escuchar su nombre. Duele no escuchar Abadón Fire. Duele no escuchar el nombre de los que una vez fueron los instructores del pelotón 166, Ed y Zeth. Duele no escuchar el nombre del padre de mi hermano y el esposo de Rachel, Liam. Duele, duele mucho esos nombres que faltan. Esas ausencias. Esos vacíos que nos han dejado a todos.

{JACK}

- Eso es todo. Apenas somos poco más de trescientas personas de las miles y miles que éramos en Yanna. Pero aquí seguimos y debemos estar dispuestos a...

La comunicación se interrumpe de pronto y escucho los gritos de alarma. Corro a asomarme por una ventanilla y veo lo que ha interrumpido a mi prima.

Son esas criaturas aladas y grotescas que vimos por primera vez en Yanna, atacando a los vehículos aéreos. Y ahora están haciendo lo mismo. Una agitación se extiende por toda la nave.

- ¡Hay que hacer algo!- grita alguien.

- ¡A los aviones de caza!

- ¡Voy!- grita Andrew que pasa corriendo a mi lado, yendo hacia el almacén.

- ¡Espera!- lo llamo-. ¿Sabes pilotar?

- Sí- me contesta sin darse la vuelta-. Me enseñó Hope...

- Hola- me interrumpe alguien detrás mía y me giro-. Yo también me apunto.

- ¡Pero estás muy débil aún!- le digo a mi amigo, a Luke.

- No importa, para manejar un avión no hace falta mucho esfuerzo, solo concentración- me dice con una amable sonrisa y asiento con la cabeza, no debería rechazar ninguna ayuda.

Lo ayudo a caminar hasta el almacén donde se hallan unos cuantos aviones de caza, él aún cojea un poco.

Cuando dejo a Luke en uno de los aviones, me giro y distingo una figura pequeña a lo lejos, una figura que conozco muy bien. Me acerco a ella.

Apocalipsis Zeta - Parte 7: La última amenazaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora