ODISEA (I)

898 72 4
                                    

{ED KENNEDY}

Me separan de mi hijo. Hay varias salas para esta prueba, que es individual.
Nos avisaron de que iría de menor a mayor dificultad, peligro y destreza, divididas en tres partes.
Buscan supervivientes que sepan desenvolverse en su mundo. Y pienso demostrar que soy apto para cualquiera de sus pruebecitas.

Entro en una sala alargada y estrecha en forma de pasillo donde mantienen a un muerto viviente en el otro extremo. Una voz suena por un altavoz.
"Primera prueba. Combatir contra un caminante. Sin armas. Hay dos opciones, o sólo uno gana o pierden los dos. Adelante."
Sueltan al caminante de sus cadenas y enseguida viene hacia mí.
Me doy cuenta de que no puedo moverme bien en este espacio tan reducido. Pero no me importa. Esto es demasiado fácil. Solo un novato sería incapaz de perder.
- Vamos, pequeño, un poco más- lo aliento mientras se acerca con sus brazos alzados y sus gemidos de hambre.
Está a pocos metros de mí. No es la primera vez que me cargo a uno de ellos sin necesidad de armas. Además, es un lento. No puede pasar nada malo.
- ¡Puaj, te apesta el aliento, chaval!- le digo cuando está más cerca-. Tendré que matarte para acabar con este olor de mierda.
Sonrío divertido y corro hacia él.
Le hago una zancadilla mientras paso por su lado, rozando la pared y el caminante.
El muerto se cae hacia abajo y, antes de que se levante, le piso la cabeza.
Una, dos, tres veces. Hasta que su cráneo está totalmente destrozado y sus sesos se esparcen por el suelo.
- ¿Y ya está?- pregunto mirando hacia las cámaras-. ¿Qué tipo de prueba era esta? ¿Para un tonto?
La puerta del fondo se abre, dando lugar a otra sala, esta vez mucho más grande.
"Primera prueba superada. Comienza la segunda. Coge una espada y prepárate. Elimínalos a todos."
Suena una alarma, como una cuenta atrás. Corro a por la espada de acero que se encuentra sobre un mostrador.
Miro alrededor. Cuento las puertas que hay en la sala redonda. Son catorce. Pero solo se abren doce.
Doce caminantes.
- Vale, lo pillo- murmuro para mí-. Sois una docena y yo solo uno. Ha subido el nivel, menos mal. Aún así, sigue estando chupado.
Muestro mi sonrisa ante los muertos y corro hacia el primero antes de que todos empiecen a acorralarme.
Alzo la espada y la dirigo a su cuello.
La empuño con todas mis fuerzas y le corto la cabeza de su cuerpo.
Me giro para acercarme a otro. Esta vez lo mato de un tajo desde arriba.
Tiro de la espada, separándola de su cabeza, y me ocupo de los demás.
Y cuando me doy cuenta, estoy acorralado. Ya me he cargado a la mitad, solo quedan seis pero me tienen encerrado.
Busco una salida. Y la encuentro.
Derrapo por el suelo, bajo sus pies, y me coloco por detrás de ellos.
Manejo la espada cortando sus cabezas a medida que se acercan.
Uno tras otro, sin parar.
Cuando creo que ya he matado al último, este cae al suelo y muestra a otro más, que está peligrosamente cerca e intenta morderme.
Lo alejo de una patada rápida, doy unos pasos hacia atrás y lanzo la espada que va a parar a su cabeza, atravesándole el rostro.
La espada se queda clavada en su cabeza y miro alrededor. Por fin, ya me los he cargado a todos.
Espero a que la puerta que da a la siguiente sala se abra pero no da señales de vida.
Entonces reparo en mi fallo.
- Así que tú todavía estás ahí intentando morder algo, ¿eh?- le digo al primer muerto al que me enfrenté y corté la cabeza de cuajo-. ¡Di adiós!
Me lo cargo de un fuerte pisotón y, ahora sí, se abre la siguiente puerta.

Otra sala idéntica a la anterior, con el mismo número de puertas, pero esta vez con un revólver en vez de una espada.
- ¿Qué chorrada es esta?- pregunto en voz alta-. ¿No se suponía que esta prueba sería más difícil que la anterior?
"Tercera prueba. Un revólver con balas limitadas. Y más enemigos que balas. ¡Que entren!"
Los muertos entran antes de que pueda coger la pistola.
Intento ver de cuántas balas dispone pero está bloqueada.
Los caminantes salen aleatoriamente.
Disparo a uno de ellos que estaba cerca y este cae, derrotado.
Mi puntería no es tan mala. No me puedo quejar, pero mi mejor arma es la fuerza.
Aún así, tengo que intentar impresionar a la audiencia.
Juego con los caminantes, dirigiéndolos a la misma vez que me muevo, alejándome de ellos.
Apunto con el revólver, esperando el tiro perfecto.
- Ahora- murmuro y aprieto el gatillo.
Dos caminantes se caen hacia atrás, la bala los ha atravesado a los dos, uno estaba delante del otro, pero mi intención era matar a tres y al tercero la bala solo le ha rozado, así que viene a por mí.
Le disparo con un tiro certero y me dirijo a los demás.
Esta vez no son doces, no sé cuantos son, no llevo la cuenta pero me doy cuenta de que son más. Y no paran de salir por los agujeros de las puertas.
Disparo y disparo en cuanto veo ocasión, intentando eliminar a más de uno con una bala. Alterno los disparos con las patadas, para alejarlos de mí.

Apocalipsis Zeta - Parte 7: La última amenazaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora