CAMBIO DE PLANES

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{ABADÓN}

Ha llegado el día.
Después de semanas y semanas planeando el ataque.
Ha llegado la hora de atacar.
Lo que Elisa y los demás no saben es que durante todo este tiempo me he estado comunicando con Zeta, pasándole información.
Y, por fin, partimos hacia La Cruzada.
Vamos en grupos de cinco. A mí me toca en el todoterreno que conduce Elisa, mi novia, o mi amiga con derecho a roce, aún no sé muy bien lo que somos, es difícil de decir.
- ¿Estás listo, Aba?- me pregunta la chica pelirroja-. ¿Te sabes todo el plan?
- Del derecho y del revés- asiento con la cabeza y Elisa pisa el acelerador.

El camino se me hace largo.
Quiero llegar ya y ver a mi hermana.
Quiero llegar ya y solucionar todo esto. Elisa cree que podrán matar a todos los híbridos con el ataque por sorpresa pero lo que no sabe es que no es tan sorpresa.
Doy unas cuantas cabezadas y al final acabo durmiéndome.

- ¡Abadón, vamos, ya estamos aquí!- me despierta Elisa.
Parpadeo varias veces y distingo el gran castillo medieval a la luz del sol.
- Prepárate, nos movemos- me dice.
- ¿Qué?- le digo extrañado-. ¿No íbamos a atacar por la noche?
- Ha habido un ligero cambio de planes. Procederemos como hasta ahora, pero de día- aclara.
- ¡Pero...!- insisto.
- ¡Pero nada! ¡Cíñete al plan!- me ordena muy seria-. ¿O es que tienes algo que decir?
- Nada- niego con la cabeza y me equipo con mis armas-. Vamos.

Camino junto a Elisa hacia el enorme edificio antiguo y majestuoso. Somos en total un grupo de dos docenas de soldados, justo como habíamos previsto.
Pero... a medida que llegamos veo coches aparcados alrededor del castillo, coches de los nuestros.
- ¿Qué hacen aquí estos coches?- pregunto desorientado-. ¿Y no deberíamos ir por la parte trasera y escalar las paredes?
- Ya nos han facilitado el trabajo, Abadón Fire. Nos están esperando- me responde Elisa, orgullosa.
Llegamos hasta la puerta, que permanece entreabierta, vigilada por cuatro de nuestros hombres.
Nos abren las puertas.
Y lo que veo me deja helado.
Desesperanzado.

Cinco filas de personas, ya sean humanos o híbridos, de rodillas, atados de manos y pies, en el patio del castillo. Y justo detrás de ellos, un escenario de muerte, un escenario con sogas listo para ser usado.
- ¿Qué es todo esto, Elisa?- le pregunto, intentando no parecer muy nervioso-. ¿Por qué hemos cambiado el plan tan bruscamente?
- El plan nunca ha sido ese- sonríe Elisa con suficiencia y mira a sus soldados-. ¡Lleváoslo!
Dos tios me atrapan y me arrastran hasta las filas.
Hacen que me arrodillen y me atan las manos y los pies. Intento oponer resistencia pero uno me golpea con la culata de su arma y me deja mareado, sin fuerzas.
Solo puedo quedarme en el sitio, preguntándome qué ha salido mal, el motivo de esta traición.
Miro alrededor, no conozco a nadie. Ni rastro de Jack, ni rastro de Alex.

Elisa se acerca hasta parar frente a mí. Me mira a los ojos, dispuesta a hablar.
- Eres un iluso, Abadón, un imbécil. ¿De verdad creías que iba a confiar en ti, que iba a quitarte ojo de encima?- se ríe-. Al principio te funcionó pero no sabes actuar, te falta mucho para eso. Observamos tus patrones y no tardamos en adivinar que te comunicabas con alguien de fuera, alguien de La Cruzada. No tardamos en averiguar que eras un topo. Y nos venías de perlas. Nos venías fenomenal para hacer creer a esta gente que íbamos a atacar tal día, a tal hora y de tal forma. Cosa que, como has visto, no hemos hecho. Y hemos salido ganando.
- Elisa... Yo... lo nuestro fue... es... real...- me defiendo-. Yo solo quería...
- ¡Basta!- me manda a callar-. ¡No quiero oír ni una palabra más! Bueno, sí, quiero oírte gritar, quiero verte sufrir. Quiero ver cómo te pudres por dentro.
Elisa hace una señal a uno de sus tipos y este se adentra en el interior del edificio. Segundos después sale seguido de alguien.
De una persona muy menuda, bajita.
Bajita pero matona.
Es ella, mi hermana.
Alex.
- ¡Alex!- grito su nombre sin darme cuenta.
Entonces sus ojos se cruzan con los míos.
Está tal y como la recuerdo, vivita y coleando, pero con marcas de una buena paliza.
- ¡Abadón!- grita e intenta debatirse del soldado pero este le pega un codazo y mi hermana deja de pelear.
- ¡Alex!- grito intentando levantarme pero caigo de boca al suelo, no recordaba que tenía los pies atados.
Un soldado me levanta y me coloca en la posición de antes.
- Oh, qué bonito, la reunión de los hermanitos. O debería decir: hermanastros. Qué pena que vaya a durar tan poco- se bufa Elisa y señala al escenario con las sogas-. Llevadla hacia allí, será la primera en estrenarlo. Vaya suerte, ¿eh?
El corazón me va a mil por horas.
Pienso en una salida.
Una posible salida.
Pero no puedo hacer nada.
Solo puedo hacer lo que Elisa me dijo.
Sufrir.
Gritar y sufrir mientras veo morir a Alex.

Apocalipsis Zeta - Parte 7: La última amenazaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora