Apocalipsis Zeta - Parte 7: La última amenaza

EL PELOTÓN 166

[Un tiempo atrás...]

{ABADÓN}

- Muy bien, jovencito- me halaga mi instructor, Marc-. Me sorprende lo que puedes llegar a hacer con solo quince años. Eres más capaz de cualquiera de los otros aprendices. Tengo que consultarlo pero... creo que ya tengo un sitio para ti.

Asiento con la cabeza, sombrío, y me marcho a mi casa, pero no directamente, doy un largo rodeo hasta llegar.

- ¡Abadón, llegas tarde! ¡Se supone que deberías haber llegado hace media hora!- me riñe mi madre.

- El entrenamiento se ha alargado un poco- le contesto secamente y me interno en mi habitación.

Pego el oído a la puerta y puedo escuchar partes de la conversación de mi madre con mi hermanastra.

- Está mal- dice Maya.

- Me preocupa...- dice Alex.

"Esas dos solo sienten lástima por ti, creen que estás loco", es la voz del hombre malo.

Intento apartarla de mi cabeza, pero sé que tiene razón, solo soy un lastre para ellas, una pesada carga, para ellas y para todo el mundo. Lo único que me queda, lo único que deseo, es salir allá fuera, pelear, luchar, matar, descargar todo mi odio, toda mi impotencia, salir de esta prisión.

Al día siguiente, Marc requiere mi asistencia. Me espera junto a un grupo de jovencitos, todos mayores que yo.

- Abadón, te presento a tu pelotón- me explica Marc, y reconozco a dos de ellos, Andrew y Hope, sus padres son íntimos amigos de mis padres-. Estos son Andrew y Hope, los mayores del grupo y los que más experiencia tienen; esta es Mar, esta es Annie, estos son Eloy, Blas y Elias, serán tu grupo a partir de ahora.

Me gustaba entrenar en solitario pero desde entonces, me vi obligado a cooperar, a trabajar en equipo. Y no era nada agradable. Tenía que soportar como algunos compañeros me miraban mal, que fueran muy chulos o muy prepotentes o que, cuando teníamos que ponernos de acuerdo en algún plan de ataque, quisieran llevar siempre la razón. Pasaba de todos ellos y hubo una temporada en la que me llevaba fatal con Elias e incluso llegamos a los puños, aunque me sacara seis años. No lo soportaba. Al menos tenía a Eloy Kennedy de mi parte, no tenía mucho trato con él pero, entre todos, era con el que mejor me llevaba. El pelotón, aún sin un nombre definido, puesto que hasta nuestra primera salida no tendríamos un nombre clave, fue un desastre. No sé cómo Marc tuvo la osadía de ponernos a todos juntos si no coincidíamos en nada. Hasta que Marc decidió ponernos al cargo de dos de los instructores más famosos de la isla.

- Hola, soy Zeth y él es Ed- se presenta el maestro-. Es algo inoportuno ponernos a vuestro cargo teniendo en cuenta que el hijo de Ed se encuentra entre nosotros y también mi hija pero prometemos ser objetivos.

- Os estaréis preguntando qué hacemos aquí, ¿verdad?- dice el otro maestro-. Veréis, cuando Marc os puso a todos vosotros juntos es porque nosotros así lo decidimos. Vimos determinación, constancia y esfuerzo en cada uno. Y todos erais tan distintos a la vez. Sois tan distintos... Y nos ha llegado quejas por parte de Marc. No conseguís compactar, uniros como equipo. Es lo más difícil, supongo. Pero no imposible. Es más, este señor de aquí- mira a Zeth de reojo y este le devuelve una mirada seria- es una molestia de cojones. No nos odiamos, no, pero no nos soportamos. Siempre hemos sido rivales, en cierto modo. Pero formamos un equipo del carajo. Y eso es lo que vamos a hacer con vosotros.

Tal y cómo prometieron, empezaron a conseguirlo, a unirnos como equipo. E incluso empecé a relacionarme con los demás; me prometí que solo sería con ellos, con mi equipo, pues gran parte de mis años posteriores los pasaría junto a ellos y debíamos ser una piña. Toda la tensión en el equipo fue amainando y se forjó una extraña relación de amistad que nunca antes había experimentado. Y poco después, llegó Jade, una jovial adolescente que consiguió unirnos aún más y ya no llegamos a necesitar más la ayuda de Zeth y Ed. Pero jamás llegué a imaginar quién sería nuestra última incorporación.