Ya han pasado tres días desde aquel sueño, disculpándose, la niña ahogada, lagrimas de sangre y el conejo morir lentamente mientras su carne de descomponía. Pude sentir el temor de su pecho y el dolor de su alma, solo podía ver en silencio todo lo que pasaba. Mi piel se erizó, suspiré y abrí mis ojos al escuchar el sonido del microondas.
- Sí, la verdad es que recuerdo mucho.- Saqué las palomitas del microondas.- Pero, aun así no es como antes.- Jane sonrío y bajo la mirada.- En resumen, sí.- Me miró.- Liam es mi compañero.
- Vaya.- Dije sin pensar sentándome frente a ella.- Increíble.
- ¿No estabas escuchando cierto?.- Levanto una ceja.
- No.- Dije ante de meter un puñado de palomitas a mi boca.
- Cel,- Suspiró, rodé los ojos.- Sabes que algo te sucede, llevas así tres días. Estamos preocupados.
- Estoy bien.- Insistí, pero ella negó.
- No, no lo estas.- Me dio un pequeño empujón.- ¡Vamos! chica.- Sonreí.- Te conozco desde pequeña, puedes contar conmigo.
- Tuve un sueño.- Solté sin más.
- ¿Sobre qué?.- Su semblante cambió.
- Un niño,- Ella frunció el ceño.- Eiden.
- ¿El pequeño?.- Abrió los ojos sorprendida.- ¿Cómo?
- No lo sé.- Negué, mordí mi labio inferior.- Ví como su hermana murió a causa de su don y como su padre lo...
- Mató.- Respondió ella.
- ¿Lo mató?.- Pregunte confundida.- Pero, yo...
- Así es.- Suspiró.- Es una triste historia, pero.- Me miró confundida.- ¿Cómo pudiste verla si no sabes nada de ella?.
- Eso es lo que me preocupa.
Comimos palomitas en silencio, hasta que llegó media noche, a Jane se le podía notar su pequeña barriga y su agotamiento. Boté el recipiente y lavé mis manos mientras ella tarareaba una canción, siempre me ha encantado su voz, aunque a ella no le guste cantar yo amaba las veces que lo hacía sin darse cuenta.
Caminé hasta ella y me senté a su lado, ella tomó un cojín y me lo aventó, la miré confundida mientras ella carcajeaba como niña pequeña. Se detuvo y toco su panza, con la mirada perdida después volvió a verme y comenzó a reír de nuevo.
- ¿Qué te ocurre?.- Pregunté intentando no reír.
- ¿Qué, qué me ocurre a mi?.- Levantó una ceja, la miré confundida.- Que te ocurre a ti por no decirme que tú y Zack están saliendo.- Me aventó otro cojín pero lo atajé.
- ¿Nosotros?.- Sentí como mis mejillas ardían.- No, no. Nosotros solo..- Pensé en que decirle, pero la verdad ni yo sabía que era lo que pasaba entre los dos.
- Ustedes.- Me miró juguetona.
- Ya dije que no.- Rodé los ojos.
- Se.
- Basta.
- ¡Gustan!.- Ella gritó entre risas.
- ¡Jane no es cierto!,- Me levante de golpe.- ¡Te dije que cerraras tu maldita boca!.
Un estruendo afuera me saco de mis pensamientos, miré a la ventana y pude notar como comenzaba a llover y un árbol ardía en llamas.
- ¡Celestine!.- Noté que mis manos estaban en su cuello.- Me lastimas, suéltame.- Sus ojos estaban húmedos.
Quité rápidamente las manos y ella cayó al suelo jadeando, su cuello estaba rojo y caían hilos de sangre al suelo manchando su ropa y la alfombra. Retrocedí horrorizada, mis manos comenzaron a temblar, vi como moría la niña del sueño y la sangre de el pequeño. Jane comenzó a escupir sangre y a gemir de dolor, negué rápidamente y truenos comenzaron a resplandecer el cielo.
Salí corriendo de la casa con ambas manos en mi pecho, mis lagrimas salieron sin permiso, todo mi cuerpo se erizo al sentir la brisa fría y las gotas en mi rostro. Corrí mientras observaba el árbol en llamas y rayos caer en él, me detuve al ver a alguien bajo el árbol, cuando volteó corrí como pude atravez de los arboles, perdí la noción del tiempo mientras me alejaba todo lo que mis piernas podían resistir.
Al llegar a la ciudad me detuve y me recargué sobre una pared, sentí mi pecho arder, gemí de dolor al sentir como cada padre dentro de mi se retorcía lentamente, cerré los ojos con fuerza. Sentí el calor de las lagrimas bajando por mis mejillas y la pared fría rozar mi espalda. Me deslice en ella y abrace mis piernas escondiendo mi cabeza en ellas.
Me sentí mal por lo que hice, no sé como ni por qué, no tenía intención alguna de lastimarla. Me sentí asqueada por reaccionar de aquella manera, pues no era mi intención herirla.
- Soy un monstruo.- Murmuré.
Las horas pasaron, mis lagrimas no cesaron, sentí como mi pecho se destruía con cada lagrima que escapaba de mis ojos. Eleve la mirada al escuchar gritos cerca de donde me encontraba, me asusté al volver a escuchar a una mujer gritar. Me levante de golpe, me sostuve de una pared al sentir un mareo en mi cabeza. Los gritos pararon, caminé las calles arrastrando los pies, aun sentía el dolor en mi pecho.
Me detuve al ver a un chico sosteniendo a una joven por el cuello, no pude distinguir que hacía. Retrocedí lentamente pero mi pie tropezó con una lata, el sonido provocó eco y llamó la atención del chico. Saco la cabeza del cuello de la chica y pude ver como su boca derramaba sangre, mi corazón se detuvo por unos segundos.
El chico vió la lata y luego me miró, después de verme soltó a la chica herida pero con vida aun. Camino hacía mi sin dejar de ver mis pies, fruncí el ceño y retrocedí, sus ojos cambiaron de color a amarillo y dientes afilados salieron de su boca provocando un gruñido.
- Híbrido.- Susurré.
El sonrío y comenzó a correr hacía mi, reaccioné y corrí como pude saliendo del callejón, en el fondo sabía que iba a alcanzarme pero algo en mi me hacía correr aunque sabía que podría matarme. Mis piernas fallaron y caí al suelo, miré atrás, cerré los ojos al sentir su peso sobre mi. Miré sus ojos color miel llenos de hambre y furia, cerré los ojos esperando mi muerte pero mis ojos se cegaron con un resplandor.
Abrí los ojos, me encontré al chico en el suelo quemado y a la chica detrás de el cuerpo inerte del joven. Ella me miro, sonrió y luego cayó al suelo inconsciente.
- No.- Grité.
Corrí hasta ella, me arrodille y sostuve su cabeza en mis piernas. Observé como ella fruncía el ceño, su respiración disminuía y su cuerpo comenzó a temblar. Sentí dolor por ella, aunque nunca la haya visto en mi vida.
- Gracias.- Murmuró.
- ¿De qué hablas?.- Pregunté con un nudo en mi garganta.
- Me salvaste la vida.- Sonrió como pudo.
Comenzó a llover.
- Gracias, Celestine.- Murmuró con menos fuerza. Su ropa llena de sangre comenzó a mojarse.
- ¿Pero cómo?.- Estaba confundida.- No te conozco.- Comencé a llorar sin saber por qué.
- Pero yo a ti sí.- Abrió sus ojos color café.- Gracias por salvarme.
Cerró sus ojos, su respiración comenzó a detenerse, entré en pánico, no sabía que hacer, quería salvarla. Tenía la necesidad de hacerlo, me dolía verla así aunque no la conozco siento que soy como ella, quería saber más, no podía dejarla morir.
- No, gracias por salvarme tú a mi.- Murmuré.- Ahora me toca hacer lo mismo.
- Aurora.
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CELESTINE
VampireAhora todo depende de seis, chicos seis elementos. Cada uno con el mismo y trágico destino, acabar con la muerte de miles por la codicia de uno. #144 Vampiros 04/01/2018