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Bucky

Deslice mi mano por mi tobillo tratando de meter mis dedos debajo de la soga para tratar de aflojar un poco el amarre de ella sobre mi piel. El más leve rose de mis dedos sobre la piel ardía, no ayudaba tan poco que cada vez que trataba de estirarme el dolor en mis costillas era tan insoportable que me hacía temblar y casi hacer que se me escapara un quejido que alguien podía escuchar y eso era lo ultimo que quería.

Habían pasado exactamente 7 días desde que me habían confinado a esta cama. Solo tenia el gran avance de 12 pasos para llegar al pequeño cuarto de baño que se encontraba Justo al lado de donde ahora me encuentro. No tenía mucho espacio para maniobrar y de todos modos no hacía ninguna diferencia que estuviera atado, después de aquel día no tenía ganas ni de seguir comiendo.

Podría estar peor, es lo que siempre me decía para convencerme de que todo esto no era tan malo. Tenía un techo donde dormir, no me limitaban tanto de alimento e incluso durante la mayor parte de mi vida había recibido una educación a pesar de mi condición.

El mundo era extenso y podría ser cruel para alguien como yo. Me decían que era bello pero yo solo podía imaginarlo a través de los pocos libros que podían conseguirme de vez en cuando. Leer en Braille fue complicado al principio pero no tenía otra opción.

Pasó mi dedo medio Justo por debajo de uno de los nudos que tienen atado mi pie y es cuando siento la humedad sobre la cuerda. Sabía que era sangre, no era precisamente cómodo el que con cada movimiento, por más pequeño que sea la cuerda haga fricción en mi piel y después de una semana creo que se puede decir que es algo normal.

Tenía tanto frío, era tan indescriptible esa sensación de vulnerabilidad que me hacía sentir más incapaz de ver, el frío se había adentrado en mi habitación hasta el punto que empecé a sentir entumecidos los dedos de mis manos.

Solo se me permitía entrar a la casa cuando mi familia no estaba, cuando salían por negocios o después supe de vacaciones a algún lugar afrodisíaco donde el derroche de dinero era indispensable para mantener las apariencias. En esos periodos de tiempo el personal que trabajaba aquí me trataba mejor, casi como a una persona.

Se permitían hablarme de su día a día, de sus familias y me contaban historias de todo lo que podían ver y percibir ya que para mi eso no era posible. En esos días era cuando mejor comía e incluso un día pude probar la mejor de las cosas jamás inventadas, no entendía porque se me privaba de tanto si por la extensión del lugar y la gran cantidad de personas que se requerían para trabajar en este lugar yo no tenía acceso a algo tan mundano como lo era el chocolate.

Mi cuarto estaba en la parte posterior de la casa, sabía que era el lugar más apartado de la propiedad por el tiempo que me tomaba llegar a la cocina que era el primer lugar al que llegaba después de dar 36 pasos.

El viento entraba por una de las ventanas. El personal se encargaba de abrirlas y cerrarlas porque se encontraban demasiado altas para mi alcance y no podía llegar a ellas pues se ocupaba una escalera a la cual no tenía idea de cómo conseguir.

Mi mandíbula dolía debido al constante choque de mis dientes al no poder controlar los espasmos producidos por mi cuerpo buscando desesperadamente entrar en calor.

Había presionado uno de los botones que tenía en la habitación para que alguien del servicio viniera a traerme alguna cobija, un abrigo o al menos cerrar las ventanas, pero después de 10 minutos insistiendo nadie se había aparecido.

Eso era normal. Cuando mis padres se encontraban en casa o alguno de mis hermanos, la orden dada a todo es que solo se me proporcionará mis tres comidas si acaso alguna lección y tenía que permanecer quieto y callado en mi habitación.

Sin miedo (Stucky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora