Narra Robbie:
El domingo me lo pasé igual de bien que el sábado. Todo el día por la calle y esta vez, con mis hermanas, que quisieron acompañarnos y hacer que Athenea se probará la moda londinense.
Volvimos a tiempo para la hora de la cena y nos fuimos pronto a la cama, ya que el lunes teníamos que volver. Nuestro vuelo salía a las once, así que nos pasaríamos todo el día en el aire. Mis hermanas se quedarían un tiempo más en Londres, así que ellas junto a mis padres, vinieron a despedirnos al aeropuerto.
–Cuídate mucho, cielo.– Dijo mi madre al abrazarme.
–Tú también, mamá. Cuidaos mucho todos.
–Ven aquí hijo.– Mi padre fue el siguiente en abrazarme.– Te echaremos de menos.
–Prometo volver lo antes que pueda.
–Yo volveré en unos días, pero también voy a extrañarte, hermanito.– Me dijo Fiona y la abracé junto a Camila.
–Ha sido un placer conocerte, Athenea.– Le dijo mi madre y la abrazó.
–Si. Bienvenida a la familia, guapa.
–Gracias Sr. y Sra. Kay.
–Cuida bien de nuestro hermano.– Dijo Camila y ella se rió.
–No os preocupéis, está en buenas manos.
–Eso ya lo sabemos.– Mis hermanas la abrazaron y después escuchamos nuestra llamada para embarcar.
–Tenemos que irnos ya.– Dije cogiendo la mano de Athenea.
Subimos al avión y ella volvió a coger mi mano cuando el avión despegó y cuando terminamos de subir, la miré y le sonreí para que se relajara. Miró por la ventanilla como nos alejábamos de Londres mientras escuchaba música. Yo estuve un rato mirando Instagram y poniéndome al día en Twitter, pero me quedé dormido antes de lo que pensaba.
Cuando faltaban menos de media hora para aterrizar, Athenea me despertó con tiempo para que me desperezara. Cuando empezamos a bajar ella volvió a coger mi mano, cerró los ojos y respiró hondo un par de veces para calmarse.
–Tranquila.– Le dije.– No nos ha pasado nada en diez horas, ¿qué nos puede pasar ahora?
Cuando aterrizamos, cogimos nuestras cosas y salimos hacia el aeropuerto. Y cuando asomé la cabeza por la terminal, escuché a un montón de gente gritando.
–Oh, oh.– Dije poniéndome las gafas.
–¿Qué pasa?
–¿Estoy muy mal?
–No. ¿Por qué?
–Fans. Montones de ellas. Se me había olvidado que esto no es Londres y que antes de quedarme dormida había leído en Twitter que me estarían esperando para recibirme.
–¿Y no podías haberlo dicho antes?
–Cuando me he acordado.
El equipo de seguridad vino a buscarnos para que pasasemos entre las fans, firmé algunos autógrafos y después nos llevaron hasta el coche, donde nos esperaba Ben.
–Hola Ben.– Dije al entrar al coche.
–Señor. ¿A casa?
–¿Quieres venir un rato?
–No puedo, mañana madrugo. Mejor si me llevas a casa.
–Vale. Pues Ben, a casa de Athenea.
Ben asintió con la cabeza y después puso rumbo a casa se Athenea. Cuando llegamos, a su casa, Ben se bajó a sacó su maleta mientras ella se quitaba el cinturón.
–Nos vemos.– Dijo y se acercó para darme un beso.
–Si, porque ahora ya puedo llamarte.
–Gracias otra vez por todo. Ha sido increíble.
–Gracias a ti por venir.
Athenea sonrió. Me dio un beso en la mejilla y salió hacia su casa. Después, Ben volvió al coche y me llevó a casa. Cuando ya estábamos llegando, cogí mi mochila y vi que Cat me estaba llamando.
–Dime, Cat.
–¿Qué tal tu finde?
–Perfecto. ¿Y el tuyo?
–Muy tranquilo. Se te ha echado de menos. Cómo no estabas aquí para liarla...
–¿Pero que dices? Si soy un angelito.
–Entonces explícame por que en la última fiesta que diste en casa acabaste en la piscina y con una cebra en el salón.
–Ah si.– Me reí.– Que gran fiesta.
–Bueno, mañana nos vemos. Te dejo descansar.
–Adiós Cat.– Dije y tras colgar, Alicia salió de la cocina.
–Bienvenido de nuevo, señor. ¿Qué tal su viaje?
–Increíble.
–Me alegro mucho. ¿Quiere que le haga la cena ya?
–¿Sabes que? Puedes irte si quieres. Pediré una pizza.
–Como quiera.
Al final, Alicia se quedó hasta que llegó la pizza y después, subí a comerla a mi cuarto y me conecte a Skype para hablar por vídeo-llamada con los chicos.
–¡Eh! Pero si has vuelto.– Dijo Tom cuando me conecté.
–¿Qué tal por nuestro país natal?
–A sido una maravilla, en serio. A Athenea le a encantado.
–Y a ti te ha encantado que le encantará.
–Exacto.– Dije y comí un trozo.
–¿Habéis estado con tus padres no?– Preguntó Tom.– ¿Qué tal la convivencia familiar?
–Mis padres adoran a Athenea.
–Que bien.– Dijo Thomas.– Ganarte a los suegro siempre es lo más difícil.
–Una pregunta:– Tom levantó la mano como si estuviera en el instituto.– ¿Vamos a irnos de bautizo dentro de nueve meses?
–¡Tom!
–¿Te parece la manera más simple de preguntarme si nos hemos acostado?
–En realidad, si. ¡Quiero ser el padrino!
–¿Con quién hablas?– Escuchamos por la pantalla de Tom.
Antes de que Tom dijera nada, por detrás de él, apareció una chica con una sudadera suya, solo con una sudadera, ni siquiera llevaba la cremallera subida. Y lo peor era que la conocíamos: Era Lisa, la amiga de Athenea.
–¿Lisa?
–¡Tom, que...!
–¿¡Por qué no me habías dicho que estabas hablando con los chicos!?
–Me estás viendo hablando con la pantalla del ordenador. ¿Con quién creías que hablaba? ¿Con Iron Man?
–¡Y yo que sé!
–¿Pero que haces en ropa interior, hija de mi vida?
–¿A ti que te parece, Tommy?– Me reí.
Antes de que pudiéramos preguntarle nada más, Tom bajo la pantalla del ordenador desconectándose y nos quedamos solo Thomas y yo.
–Creo que nunca podré olvidar esa imagen de mi mente.– Hizo un gesto de entre miedo y asco.– Nos vemos mañana. Voy a ver si consigo salir del shock.
–Pero que exagerado eres.
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Perfectamente imperfectos
ФанфикYo ya estaba acostumbrado a que todas las chicas del mundo gritaran y llorarán a mi paso, y ahora con la grabación de mi nueva película, pues más todavía. Pero a lo que no estaba acostumbrado hasta ahora, era a enamorame de verdad, o más bien, a ena...