Capítulo 39: Me cargo el móvil de Athenea

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Narra Robbie:

Me pasé un poco anoche bebiendo. Lo siento, pero tenía que celebrar lo que acababa de pasar. Athenea me había besado, y eso sí que no formaba parte de mi plan, aunque no me quejo.

A la mañana siguiente, me desperté por el sol que entraba por todas las ventanas de mi cuarto. Abrí un ojo y me pasé la mano por la cara y luego por el pelo. Pero entonces vi que al otro lado de mi cama seguía el vestido que llevaba anoche Athenea. Me levanté de la cama y me puse una chaqueta de chándal aunque no llevara camiseta y bajé a buscar a Athenea.

Estaba en la cocina preparando algo de desayuno semi vestida. Y cuando digo semi vestida me refiero a que iba en ropa interior y con la camisa que llevaba yo anoche. Llevaba el pelo suelto que le caía por la espalda y me pareció que estaba incluso más guapa que anoche, así que me acerqué, la abracé por la cintura y apoyé mi cabeza en su hombro.

–Buenos días.– Me dijo sonriente.

–Buenos días.– Le besé el cuello.

–Hum, oye, no me gustaría ser la nueva protagonista de Cincuenta sombras de Kay, ¿sabes?– Me reí y después me puse frente a ella.

–No me va ese rollo.

–Prefieres lo de anoche, ¿no?

–Fue increíble.– Sonreí como un idiota.– Además, todo el mundo se merece que le dediquen una canción de Ed Sheeran alguna vez.

–No te lo voy a negar.– Se rió

–¿Sabes? Creo que es la primera vez que duermes aquí y no me pegas nada más despertarte.– Dije bebiendo café.

–Admite que las otras veces parecían un secuestro.

–¡No es verdad!– Se rió.– ¿De que te ríes ahora?

–Me encanta cuando te hago rabiar.– Dijo cogiéndome de la cara como si fuera un niño pequeño, pero la aparte cogiéndola de la mano y besándola como anoche.

–¿Somos pareja?– Le pregunté cuando nos separamos.

–Ah, bueno. Supongo que sí, ¿no? Es decir, nos hemos besado un par de veces y anoche...

–Ya, bueno. Cuando estoy borracho tiendo a hacer tonterías.

–¿Y ahora estás borracho?

–Con resaca.

–Te dije que no bebieras tanto, que te iba a sentar mal.

–Oye, no cambies de tema y contéstame.

–No lo sé. ¿Tú quieres?

–¿Enserio me estás haciendo esa pregunta?– Me reí.– ¿Acaso no lo he dejado claro? Llevas mi camisa. SÓLO mi camisa.

–Entonces si.– Dijo ella y bebió zumo de naranja.

Sonreí. Athenea y yo desayunamos solos en casa tranquilamente. Hablamos de nuestras cosas como si nunca me hubiera odiado y después nos quedamos en el salón sin nada más que hacer hasta que vi que los chicos enviaron algún que otro mensaje.

–¿Tienes un grupo con los chicos que se llama "machos alfa"?– Dijo riéndose.

–Si, ¿por qué?– Se rió más todavía.

–Es que la acabo de imaginar a los tres el día que pensasteis que ese nombre era buena idea.

–Tu también tendrás algún que otro grupo por ahí que merezca la pena comentar.– Dije intentando coger su móvil.

–No, no tengo nada.– Apartó el móvil de mi.

–Vamos, déjame ver.

–Que no vas a coger mi móvil.

–¡Oh, vamos!– Dije lanzándole casi sobre ella.

–¡Robbie estate quieto!

Era como un juego de niños, estaba casi por completo encima de ella intentando quitarle el móvil mientras se reía hasta que al final, conseguí cogerle el móvil pero se me escapó de las manos y cayó al suelo.

Athenea dejo de reír y se levantó. Levantó el móvil y vimos que la pantalla estaba destrozada y no se encendía. Ahora me sentía fatal.

–Tiene que ser una broma.– Dije en un suspiro tirándome en el sofá.

–Nuestro primer día como pareja y me rompes el móvil.– Sonrió para quitarle hierro al asunto.– No parece un buen comienzo.

–Te prometo que lo arreglaré.

–No te preocupes. No pasa nada.

–¿No estás enfadada?

Si me hubieras roto el móvil hace una semana, te habría roto la nariz en compensación pero ahora... no mucho.– Se sentó a mi lado de nuevo.

–Tienes todo el derecho a enfadarte. A veces soy un completo idiota.

–Yo diría un imbécil. Pero no te culpo, también ha sido culpa mía.

Estaba a punto de contestar a eso, pero entonces, la puerta se abrió y Cat entró como si nada hasta que vio a Athenea y se paró en seco.

–¿Qué hace aquí?

–Ha dormido aquí.

–Y sigue aquí.

–Cat, nosotros...

–En realidad.– Me interrumpió Athenea.– Tengo que irme ya. Luego nos vemos.– Me dijo y me dio un beso en la mejilla antes de subir a vestirse.

Cuando nos quedamos solos, Cat se quedó mirándome muy seria.

–¿Tienes novia?

–No hay nada de malo.

–Creí que cuando te coronamos rey de corazones acordamos que no darías exclusividad al tuyo.

–Y yo creí que me ibas a apoyar.– Me crucé de brazos.

–Y te apoyo.– Dijo acercándose a mi.– Pero a ver cómo se los explicas a tus fans.

–Confía en mi, Cat.– Dije poniendole las manos en los hombros.– Todo saldrá bien.– Sonreí.– Voy a llevarla a casa.– Dije subí a vestirme.

Perfectamente imperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora