Capítulo 50: Soy protagonista de la sesion de fotos de mi vida

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Narra Robbie:

En realidad, si que tuve que ver con el suelo de Athenea. En parte me sentía culpable por qué la hubieran echado del trabajo y le pedí a Álex que le diera aquel dinero de mi parte, con aquello tendrían para vivir un tiempo y después ya vería como me las apañaba.

Llevé a Athenea a su casa para que descansará, le dijera a su madre que iba a ser portada en una revista y que tenían dinero suficiente durante un tiempo. Ella me dió las gracias de nuevo antes de salir y esperé hasta que Athenea entró a casa, después me fui a mi casa.

Al llegar aparqué en el garaje y al subir a casa, dejé las llaves encima de una mesilla que había junto a la puerta. Suspiré de camino a la cocina y me pasé la mano por el pelo. Al entrar, vi a Cat apoyada junto a la encimera con un par de copas de uno de mis mejores vinos, lo cual me asustó un poco.

–¿Una copa? Tengo buenas noticias.– Me dijo.

–Estoy enfadado contigo.– Me crucé de brazos.

–¿Por qué?

–Porque le dijiste a Álex que hiciera a Athenea blanca y rubia. Esa no era mi novia.

–Lo sé, pero ¿que querías que hiciera? Se lo pedí antes de que grabaras el vídeo por lo que había pasado en el Starbucks, no podía dejar que esto afectará tanto a tu imagen.

–¿Admites que fuiste tú?

–Robbie, entiende que...

–Estoy metido en esto hasta las trancas. No puedes sacarme. Me metí yo solito, y si tengo que salir, saldré yo solo.

–Perdóname.

–Cat me pediste que confiara en ti y pasa esto...

–Robbie, entiéndeme a mi también. Te conozco desde ¿cuando? ¿desde que tenías cinco años? Te he cuidado toda la vida y no quiero que te metas en líos.– Se acercó a mi.– Todo lo que hago, lo hago por ti.– Me puso las manos sobre los hombros.

–Ya soy mayor, te lo he dicho un par de veces y lo sabes de sobra.

–Ya, pero siempre serás mi pequeño Robbie.– Sonrió.– Y como te decía antes, tengo buenas noticias.– Dijo y volvió a coger las copas.

–¿Qué noticias?

–Me han llamado de Calvine Klain. ¡Te han concedido la sesión de fotos que llevas deseando desde los quince!

–¿Qué?– Dije contento y la abracé.– ¡Eso es un notición!

–Sabía que te encantaría.

–Álex no me ha dicho nada.

–Ya, es que le he enviado un mensaje antes de que llegarás. No veas lo que me ha costado convencerles de que Álex fuera tu fotógrafo.

–¿Y cuándo es?

–Mañana por la mañana.

–¿Y la película?

–Mañana rodarán las escenas en las que no sales a la mañana. A la tarde vas.– Dijo dándome una copa.

–Guay.– Dije y brindamos.

A la mañana siguiente, Cat vino a buscarme y Ben nos llevó hasta el estudio donde tenía que hacerme las fotos. Álex había llegado antes que nosotros y había estado hablando con los jefes de Clavine Klain.

¡Ah! No sabes lo que te agradezco que te hagas estás fotos.– Me dijo Álex acercándose a mi.

–Estarás encantado.

–Encantado voy a estar cuando te cambies.– Me reí.

Álex ya había trabajado un par de veces con Calvine Klain, y sabía que tendría que trabajar conmigo en ropa interior. La sesión estuvo muy bien, y la gente de Calvine Klain me trató genial.

–Muy bien, chico.– Me dijo Álex acercándose cuando terminó.– Por mucho que odie decirlo, ya puedes vestirte.– Me lanzó una chaqueta para que no fuera en calzoncillos hasta el camerino.

Cuando casi había terminado de vestirme, cogí el móvil y llamé a Athenea.

–Hola diosa.

–Sabes he no me gusta que me llames eso.

Ni un piropo puedo decir ya.

–Da igual. ¿Qué querías?

–He terminado de trabajar y esta tarde entro más tarde. ¿Comemos juntos?

¿Donde? ¿En el restaurante ese fuera de cámaras?

–Era mi plan, pero hay más de un lugar sin cámaras como ese en la ciudad.

–Hum, no suena mal. ¿Donde nos vemos?

Descuida, paso a buscarte a la universidad.

–Chofer personal. Me encanta.– Nos reímos.– Vale, te espero aquí.

–No tardaré. Un beso.– Sonreí y colgamos a la vez.

Después salí con mis cosas y busqué a Cat, quién estaba hablando con el dueño del estudio.

–Gracias otra vez por las fotos, Robbie.– Me dijo.

–Gracias a ustedes, he estado muy agusto.

–De nada chico. Y ahora sí me disculpan, tengo que irme.– Dijo y se marchó.

–¿Cómo lo has visto?– Le pregunté a Cat cuando estuvimos solos.

–Yo te he visto genial.

–Guay. Oye, por cierto, voy al centro a comer con Athenea.

–Ah, que bien.

–Si, ya. Tengo que irme ya. ¿Vienes?

–No, tranquilo. Qué te lleve Ben, yo cojo un taxi hasta el estudio.

–Genial, gracias.– Dije y salí a buscar el coche.

Perfectamente imperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora