Narra Athenea:
El programa fue una maravilla. Ahora que todo se había arreglado todo volvía a tener sentido. Todo estaba bien, todo volvía a ser como tenía que ser.
Cuando terminó, nos fuimos todos a cenar y después de la cena, me fui con Robbie a casa.
–Como me alegro de que estés aquí.– Dijo al entrar.
–Y yo como me alegro de haber llegado para poder quitarme los tacones.– Dije quitándome los zapatos.– ¡Ah! Qué maravilla.
–Si lo hubieras dicho antes podría haberte subido en brazos.– Dijo y antes de que pudiera contestarle me cogió en brazos.
–Estas más fuerte de lo que pensaba.– Le dije y me reí.
–Tampoco es que peses tanto.
–Eso dices tu.
–Te echaba de menos.– Dijo y me beso.
Después, y sin soltarme, subimos a su cuarto. Al entrar, me dejó en el suelo y mientras me quitaba el vestido, él me trajo una cosa.
–¿Recuerdas cuando me diste esto?– Dijo dándome el libro de Peter Pan que le presté.
–Pues claro que lo recuerdo.– Dije cogiéndolo.– ¿Lo has leído?
–Una y otra vez. Cada vez que lo hacía pensaba en ti.
–¿Cuando fue la última vez que lo leíste?
–La noche que me dejaste la nota no podía dormir y... leí. Leí recordando todos los buenos momentos hasta que conseguí quedarme dormido.
–A mi me lo regaló mi padre y... me pasó lo mismo que a ti cuando él murió.– Sentí como suspiraba.
–¿Sabes? Si pudiera meterme en ese libro y ser Peter Pan una vez más, tu serías mi pensamiento feliz.– Dijo y me besó.
Los meses pasaron y todo siguió como hasta ahora. Robbie había vuelto a trabajar con total normalidad, yo había vuelto a la universidad y estaba a punto de graduarme. Había conseguido sacarme la carrera de arquitectura con una matrícula de honor.
El día de nuestra graduación, yo tenía que dar un discurso cuando me dieran el título, pero estaba nerviosisima y no hacía más que mirar al público.
–No le veo.
–Tiene que estar a punto de llegar.– Me dijo Rose.
–Tom y Thomas ya están aquí.– Dijo Lisa.– Están sentados en la última fila, pero Robbie no está con ellos.
–¿Donde estará...?
–Athenea.– Me dijo uno de mis profesores.– Te toca.
–Voy.
Cuando salí al escenario, recogí mi diploma mientras todo el mundo aplaudía y después me dirigí al atril para hablar. Entre el público distinguí a mi madre y al fondo del auditorio estaban los chicos. Cuando terminaron de aplaudir y todo el mundo se calló, la puerta se abrió del fondo y vi como Robbie entraba intentando no hacer mucho ruido.
–Eh... Bien. Soy una licenciada en arquitectura pero ahora voy a hablar para que me entienda todo el mundo. Este ha sido uno de los años más jodidos de mi vida, lleno de giros, mentiras, viajes... Y todo comenzó por culpa de mis locas pero mejores amigas, y ahora tengo que darles las gracias porque si no las hubiera acompañado, ahora mismo, no tendría la vida que tengo.– Las miré.– Este año también he aprendido que no todo es tan malo ni tan bueno como creemos. Las apariencias a veces engañan, joder si engañan, y no podemos dejarnos guiar por la portada de un libro. He madurado y he dejado mi trabajo, qué bueno, no fue culpa mía, pero no voy a volver. Quiero dar las gracias a mi madre por esto, porque a pesar de que estar en la universidad nos suponía un gran coste, no me dejó abandonar en ningún momento. Y sobre todo quiero darle las gracias a mi novio Robbie.– Le miré y sonrió.– Y no al actor, sino al chico que realmente conocí en Londres. Gracias a él estoy aquí. Él es mi rey y yo su reina.– Suspiré.– Y dicho esto, voy a terminar el mejor discurso que habréis escuchado en vuestra vida diciendo lo siguiente: la vida os va a dar las suficientes hostias como para daros cuenta de que el final merece la pena.
Cuando terminó la ceremonia, Robbie nos invitó a comer en casa, había llegado tarde por qué estaba preparándolo todo, pero Lisa y Rose dijeron que fuéramos yendo nosotros, que tenían que pasarse por casa para cambiarse.
Cuando llegamos, había un grupo pequeño de chicas en la puerta esperándonos, así que nos bajamos a saludarlas, o bueno, a que Robbie y los chicos las saludarán.
–Voy entrando, ¿vale?– Le dije.
–Muy bien.
Narra Robbie:
Sabía que Athenea estaba cansada por la ceremonia, por eso se fue antes a casa, mientras los chicos y yo firmábamos algunos autógrafos.
–Eh, Robbie.– Me dijo Tom.– Has apagado el fuego, ¿no?
–Si, lo he dejado todo bien. ¿Por qué?
–¿No oleis un poquito a quemado?
Cuando Thomas dijo aquello, me di cuenta de que era verdad. Me di la vuelta y miré hacia casa y vi que estaba ardiendo.
–¡Fuego!– Gritó una de las chicas.
–Athenea...– Susurré al darme cuenta de que ella estaba dentro.– Tom, llama a los bomberos. Thomas, que no entre nadie.– Dije acercándome.
–¿Y tú a donde vas?
–¡Athenea está ahí dentro!
–¡No puedes entrar ahí!– Dijo Thomas acercándose a mi para detenerme.– Es peligroso, ¡podrías morir!
–Y si no hago nada morirá ella.
–¿Acaso no ves que todo está ardiendo?
–Arde...– Dije en un susurro.– Mi mundo arde...– Dije y eché a correr hacia el garaje, que era el único sitio que todavía no estaba en llamas.
–¿A dónde vas?
–¡Thomas, llama a la policía!– Le grité mientras corría, sabiendo que la responsable de aquello, era la única que sabía cómo escapar en caso de emergencia. Es decir, Cat.
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Perfectamente imperfectos
FanficYo ya estaba acostumbrado a que todas las chicas del mundo gritaran y llorarán a mi paso, y ahora con la grabación de mi nueva película, pues más todavía. Pero a lo que no estaba acostumbrado hasta ahora, era a enamorame de verdad, o más bien, a ena...