Capítulo 23: Hago una promesa con mis amigas

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Narra Athenea:

Cuando me calmé un poco decidí ponerme a hacer deberes. Ya que no podía ir a trabajar pasé casi toda la tarde allí metida.

Cuando lo terminé todo, me acerqué a una de las ventanas y abrí un poco la cortina. No había estado nunca en aquella parte de la ciudad por que nunca había tenido la necesidad de reservar en un hotel de lujo. La luz del sol comenzaba a apagarse y la ciudad comenzaba a iluminarse, así que decidí que ya era hora de volver a casa. No podía quedarme allí a pasar la noche, tenía a mi madre y no podía dejarla sola.

–Eh, disculpe.– Dije al llegar a recepción.– ¿Sabe dónde puedo coger un taxi?

–¿Necesita transporte, señorita?

–Si, pero con un taxi o un bus me vale.

El recepcionista me miró como si no entendiera lo que le decía. "Estos ricos..." pensé.

–¿En qué habitación se encuentra?

–En... la suite creo.

–¿Cual de todas?

–Ah, ¿qué hay más de una?– Se encogió en hombros.– La que reservó Robbie Kay.

–Ah, si, si. La señorita Athenea. ¿Quiere que un coche la lleve a casa?

–¿Me van a cobrar algo?

–No.

–Entonces si. Gracias.

Un coche que jamás habría visto por mi barrio me recogió en la entrada del hotel y el chófer me preguntó donde vivía. Le dije mi dirección y me llevó. Cuando empecé reconocer lo que veía por la ventanilla suspiré aliviada.

–Hemos llegado, señorita.– Dijo parándose en frente de mi portal.

–Gracias.

Me bajé del coche y entré en mi portal. Subí a mi piso y antes de abrir la puerta respiré hondo y saqué mi mejor sonrisa. Abrí la puerta, dejé las llaves junto a la foto de mi padre y mis cosas a un lado.

–¿Hola? Mamá, ya estoy en casa.

–¡Athenea!

Cómo si fueran una estampida, Lisa y Rose salieron del salón y corrieron a abrazarme. Yo al principio no supe cómo reaccionar, pero tras echar la vista atrás, y haber vivido todo lo que había pasado, me di cuenta de que por fin estaba en casa y las abracé.

–Estábamos tan preocupadas.– Dijo Rose.

–¡No vuelvas a hacernos esto nunca!

–Lo siento, lo siento. ¿Mi madre está en casa?

–Aun no ha llegado, pero debe de estar a punto.– Dijo Lisa al separarnos.

–¿Le habéis contado algo?

–No.

–Oh, gracias a... ¿y como habéis entrado?

–Tu tienes llaves de nuestra casa y nosotras de la tuya.– Dijo Rose mostrándome unas llaves.

–Menos mal. Venid aquí.– Las volví a abrazar.

Las chicas y yo cogimos un paquete de galletas y fuimos a mi cuarto donde me pidieron una explicación.

–¿Quien era ese tal Ben?

–Era... amigo de un amigo.

–¿Pero que amigos te has echado? ¿Es algo de drogas?

–¡No! Chicas por favor, tenéis que confiar en mí. Todavía no puedo contaros nada, pero en cuanto pueda, seréis las primeras en saberlo.

–¿Esperas que confiemos en ti después de lo que ha pasado hoy?

–Entendería perfectamente si no queréis volver a verme.

–No.– Dijo Rose cogiéndome una mano a mi y otra a Lisa.– ¿Acaso no recordáis las promesas que nos hemos hecho durante estos años? Nosotras contra el mundo. Vamos a tomarnos esto como... un reto.

–¿Un reto, Lisa? Primero lo del show de Cordem y ahora esto.

–Bueno, pues ayudaremos a ciegas. Por que eso hacen las amigas, Lis. Ayudarse pase lo que pase, hasta el último momento.– Rose me miró.– ¿Juntas?

–Juntas.– Dije apretando su mano y después Lisa cogió mi otra mano.

–Juntas.

–Gracias, chicas.

–Vale, y ahora vamos a relajarnos.– Dijo Lisa y abrió mi portátil.– Revolution se estrena este viernes. ¿Vamos a estrenó?– Me miró.

–¿Por qué solo me miras a mi?

–Porque se que Rose vendrá encantada.– Me reí.

–Muy bien... pues vamos a ver a Kay y compañía al estreno.– Las chicas sonrieron y después me abrazaron.

Perfectamente imperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora