Narra Athenea:
Había pasado un buen fin de semana. Olvidé todo lo que había pasado en los últimos días e intenté relajarme y hacer algo de mi proyecto del año: consistía en diseñar un una casa de lujo.
El lunes me desperté como si no hubiera pasado nada. Mi vida parecía haber vuelto a la normalidad. Me levanté, me vestí y preparé el desayuno para mí y para mí madre.
–Buenos días cielo.
–Hola mamá.
–¿Has dormido bien?
–Si, muy bien.
–Se te nota.– Dijo poniendo manos en mis mejillas.– Parece que tuvieras luz propia.
–Mama, no me hagas la pelota. Estoy igual que siempre.– Dije comiendo lo tostada después desayunamos las dos juntas y cuando terminamos me fui a clase, pero no sin antes despedirme de mi padre.
–Adiós papá.– Dije como todos los días.
Salí a la calle ya con los cascos puestos y caminé hasta coger mi primer autobús. El trayecto en los dos autobuses fue raro, mas si cabe, por que normalmente había gente de distintos grupos sociales ya que esos buses los cogían solo estudiantes, y veía desde góticos hasta hippies pasando por animadoras y nerds. Pero aquella vez, sentí que me miraban, y no me refería a los estudiantes.
Bajé del último autobús con la misma sensación que tuve durante todo el viaje. Miré a todas partes pero no vi a nadie, así que seguí mi camino.
Durante las clases aquella sensación desapareció por un rato, y en la hora de la comida estuve como ausente hasta que Lisa me tiró unos guisantes.
–¿No te han dicho nunca que con la comía no se juega?– La miré.
–¿Y a ti nunca te han dicho que no hay que ignorar a la gente cuando te habla?
–Ah, ¿qué me estabas hablando?
–Yo me rindo.– Dijo Lisa dejando los cubiertos sobre la mesa del comedor.
–At, estás un poco rara.
–Es que tengo una sensación rara.
–¿A qué te refieres con "rara"?
–¿Nunca habéis tenido la sensación de que os observaban?
–Eso se llama manía persecutoria.
–No me refiero a eso.
–¿Entonces a qué?
–No lo sé.
El resto de las clases no podía parar de pensar en que demonios me pasaba. Cuando terminaron, recogí mis cosas y espere a las chicas y a Ethan para volver a casa.
–Si que habéis tardado.– Dije.– Somos los últimos de la facultad.
–¿Tienes alguna prisa por llegar a casa?– Dijo Lisa mientras recorríamos el vestíbulo.
–No, pero yo tengo trabajo. No como vosotras.
–Eh.– Dijo Ethan.– ¿Qué pasa ahí fuera?– Señaló la puerta.
Por los cristales de la puerta vimos un montón de sombras de personas y cuando abrimos las puertas todas esas sombras se convirtieron en flashes. Eran todo fotógrafos y periodistas gritando mi nombre y haciendo preguntas sin que pudiera quitar la cara de idiota que se me había quedado, hasta que las chicas me volvieron meter en el vestíbulo y Ethan cerró las puertas.
–¿¡Pero que has hecho!?– Dijo Ethan conteniendo la puerta.
–¡Nada!
–Son todo paparazzis. ¡Algo habrás hecho!
–Lisa te juro que no tengo ni idea de dónde ha salido esta gente.
–¿Quieres que les distraigamos?
–¡Rose!– Le gritó su novio.
–Es para que escape.
–¡Athenea!– Escuché de repente.– ¡Soy Ben! ¡Voy a llevarte a un lugar seguro!
–Ben...
–¿Quien es Ben?– Preguntó Lisa.
–Chicos, tenéis que iros por la puerta trasera.
–¿Este sitio tiene puerta trasera?
–Ethan, ¿tú sabes dónde está?– Asintió.– Guay, llevatelas.
–¿Y que pasa contigo?– Me dijo Rose mirándome.– Yo no me voy de aquí sin ti.
–Ni yo.
–Chicas, no os preocupéis por mi. Estaré bien. No me van a matar.
–Esto es muy raro.
–Solo son paparazzis, no me harán nada.
–Tiene que haber una explicación lógica para todo esto.
–No tenemos tiempo para eso. Tenéis que iros. ¡Ya!
Ethan cogió a las chicas y se fueron hacia la puerta trasera. Cuando estuve sola, abrí la puerta y vi a un tío enorme, el tal Ben y me llevó hasta un coche donde me dijo que me montará.
–¿A dónde vamos?– Dije cuando arrancó.
–A un lugar seguro. Mi jefe quiere verla.
–¿Esto es un secuestro?
–Al contrario. La he salvado de eso.– Señaló a los paparazzis mientras nos alejábamos de ellos.
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Perfectamente imperfectos
FanficYo ya estaba acostumbrado a que todas las chicas del mundo gritaran y llorarán a mi paso, y ahora con la grabación de mi nueva película, pues más todavía. Pero a lo que no estaba acostumbrado hasta ahora, era a enamorame de verdad, o más bien, a ena...