Capítulo 14: Descubro el nombre de una diosa

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Narra Robbie:

Todo estaba saliendo fatal, horrible. ¡Cómo el culo! Cat estaba apunto de llegar, y el programa de Good morning América! lo haría en casi media hora.
¡Y tenía una chica en ropa interior en el cuarto de invitados!

Cuando cerré la puerta, intenté calmarme un poco y fui a mi cuarto para vestirme. Pero nada más entrar en mi cuarto, vi que Thomas me estaba llamando, y en una situación así, suponía que estaría con Tom.

–¿Qué?– Dije al descolgar mientras buscaba mi ropa.

¿Cómo que "¿Qué?"?– Dijo Thomas.– ¿Qué a pasado con la chica de anoche?

–Se ha despertado.

–¿Y esta bien?– Preguntó Tom.

–¿Qué si está bien? Nada más verme me ha pegado un bofetón.

¿Enserio?

Y menuda fuerza tiene.– Dije poniéndome los vaqueros pero entre tener que sujetar el móvil y subirme los pantalones, acabé en suelo, y al mirar bajo la cama encontré su ropa y su bolso.– Mierda.

¿Qué pasa?

–Pues que acabo de encontrar su ropa debajo de mi cama.

¡Pues escóndela! Sino se van a pensar lo que no es.

–No me digas, Tom.– Dije cogiéndolo todo.– Mirad, os dejo. Tengo demasiadas cosas que hacer.

Colgué el teléfono y escondí la ropa de la chica en uno de mis cajones. Después ordené un poco mi habitación y salí corriendo a asegurarme que todo estaba bien, pero justo cuando pasé por el salón, Cat abrió la puerta.

–¡Cat! Buenos días. ¿Todo bien? Qué pronto llegas.

–¿Ya no estás enfadado?

–¿Enfadado? ¿Yo? No, ¿por qué?

–Por lo de anoche.

–¡Ah! No, no. Eso es agua pasada.– Sonreí.

–¿Seguro que estás bien?

–Perfectamente. ¿Por qué?

–Estas todo despeinado, y llevas la camiseta retorcida.

–Ah, eso, tranquila. Todo está bien.

–Robbie, ¿me estás ocultando algo?

–No.– Dije como si fuera obvio.

–Da igual. Ahora tenemos que prepararte para el programa.

–Si, el programa... ¿Y que se hace exactamente en ese programa?

–Pues el presentador Chad y tú, desayunas junto mientras tú le cuentas un poco como es tu vida fuera de las cámaras.

–Ah, vale. Guay.

Después de eso, Cat y yo recogimos un poco la casa para dar una buena impresión, y cuando Chad y su equipo llegaron, preparamos el desayuno y lo servimos en el comedor y comenzamos la entrevista.

–Así que esta es tu vida.– Dijo Chad.– Una casa enorme, una carrera laborar impecable y a punto de estrenar una nueva película. ¿Qué más se puede pedir?

–Te sorprendería la de cosas que echo en falta de mi tierra.– Me reí un poco.

–Si, todo el mundo vio el escándalo de The Late Late Show anoche.

–¿Ha sido un gran escándalo?

–Oh si.

–Bueno, pues desde aquí aprovecho para pedir perdón a mis fans, a James Cordem y a todo el mundo. Lo único que me pasó es que echaba de menos a mí familia en mi cumpleaños y bueno, me molestó un poco.

–Nosotros no estamos aquí para criticar lo que pasó anoche, Robbie.

–Gracias.

–Y ahora dinos: ¿son ciertos los rumores de tu romance con Alexandra?

–En realidad no.

–¿Y no hay ninguna chica en tu vida que merezca la pena mencionar?

–La verdad es que no.

Intenté disimular lo mejor posible que había una chica en mi cuarto de invitados. Y todo salió bastante bien, la verdad. Nadie se dio cuenta de nada y Chad y su equipo se marcharon al rato.

–Pues que bien todo, ¿no?– Dijo Cat acercándose a mi, que estaba sentado en el sofá.

–Si, al final todo ha salido bien.

–Hacia tiempo que no te veía tan relajado en una entrevista.

–¿Enserio?– Dije y Cat me acarició el pelo. A veces hacia eso, como si fuera mi madre.

–Si. Estoy muy orgullosa de ti, Robbie.

–Gracias, Cat.

–¡Eh, tú!– Escuchamos.

Cat y yo nos dimos la vuelta, yo rezando para que no fuera quien yo pensaba que era, pero no. Al inicio de las escaleras estaba la chica de anoche.

–¿Se puede saber cuándo vas a llevarme a casa?

Cat se giró lentamente hacia mi y después me levanto agarrándome del brazo y me llevó al comedor.

–¿Se puede saber por qué hay una chica en ropa interior en tu escalera?

–Puedo explicarlo.

–Es una...

–¡No! No, no. ¿Enserio me ves capaz de...? Cat por dios... ¡No!

–¿Alguien sabe que está aquí?

–Solo los chicos y nosotros.

–Entonces no quiero saber quién es. Llévala a su casa y que no vuelva por aquí nunca. ¿Queda claro?

–Si.

–Y dale algo de ropa, por el amor de dios.– Dijo y se dio media vuelta para marcharse.

–¿Estás enfadada?

–Nos vemos en un rato.

Cat se marchó de casa y yo subí con la chica que no paraba de gritar que la llevara a casa. Entré en mi cuarto sin escucharla y le di su maldita ropa para que se vistiera. Cuando ya se vistió, bajamos al garaje y subimos al coche. Ella le dijo a Ben donde vivía y condujo en silencio. Cuando llegamos a la ciudad, me puse las gafas de sol y ella me miró raro.

–¿Qué?

–¿Por qué te pones esas gafas?

–Para que no dejen ciego con los flashes de las cámaras.

–Muy lógico todo...

En realidad, me había puesto las gafas para poder mirarla con disimulo. Su pelo, su piel y todo de ella en general tenía algo que no podía dejar de mirar. Era hipnótico, y guapísima.

–Ya hemos llegado.– Dijo cuando llegamos y abrió la puerta.

–¡Oye! ¿Cómo te llamas?

–Athenea. Pero tranquilo, que ya hemos hablado todo lo que teníamos que hablar.– Dijo y se bajó del coche.

–Dios mío...

–Señor.– Dijo Ben.– ¿Se ha enamorado?

–Creo que estoy en ello...

Perfectamente imperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora