Capítulo 42: Vuelo por primer vez con un niño

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Narra Athenea:

No le dije que "si" a Robbie desde el principio respecto al viaje por varias razones. A parte de las que ya le había dado, nunca había salido de la ciudad  y mucho menos había volado en avión, pero se le veía emocionado con que fuera con él, y al final no pude decir que no.

Cuando se lo dije a mi madre no opuso ninguna resistencia, es más, parecía contenta de que me tomara unas pequeñas vacaciones.

A mis amigas se lo conté al día siguiente al salir de clase mientras Ethan iba a por el coche para venir a buscarnos.

–Que bonito. Vas a conocer a tus suegros.

–Rose, así no ayudas.

–Pero es verdad.

–Todavía no puedo creerme que estés saliendo con él.–  Dijo Lisa.– Le odiabas.

–Me hizo cambiar de opinión.

–Y te lleva a fiestas, te regala un móvil, te lleva de viaje... a mí esto me huele a que está enamorado hasta la médula.

–No lo sé, no parece el típico chico que se enamora.

Antes de que ninguna de mis amigas pudieran contestarme, vi un par de periodistas acercarse y entonces le quité las gafas de sol a Rose.

–¡Oye!

–No digáis nada y seguid caminando hasta el coche.– Les dije mientras me quitaba las gafas de ver y me ponía las de Rose.

–Sra. Grace, ¿podría decirnos cómo está su relación con Robbie Kay?– Dijo uno y no contesté.

–¿Cree que podría estar usándola para engañar a Alexandra Daddario?

–¿Cuánto lleváis viéndoos?

Aquello era un horror, por suerte Ethan estaba cerca, entramos corriendo al coche y Ethan nos sacó de allí.

–¡WoW! Eres famosa.– Me dijo Ethan bromeando.

–Si, genial.– Le devolví las gafas a Rose.– Os prometo que a vosotros no os pasará nada.

–Sabemos defendernos solitos.

–Ya, pero no me gustaría sentirme culpable al veros en las portadas de las revistas.

Ethan me llevó a casa y así fue durante toda la semana. Todo el mundo estaba pendiente de a dónde iba y todo lo que hacía. Por eso no me gustaba esta vida.

El viernes no teníamos clase por aquello del puente, así que me levanté temprano para preparar la maleta, y a las diez, Robbie vino a buscarme para ir al aeropuerto.

–Adiós mamá, me voy.

–Pásalo bien, cielo.– Me abrazó.

–Lo haré.– Me separé y miré la foto de mi padre.– Adiós papá.– Después me marché.

El coche de Robbie estaba esperándome frente al portal, así que me acerqué y Ben cogió mis cosas mientras yo subía al coche.

–Hola.– Dijo y me beso.– ¿Lista?

–Nerviosa.

Ben nos llevó hasta el aeropuerto y cuando llegamos, había varias fans y agentes de seguridad que nos escoltarían hasta el avión, pero no fuimos a la sala de espera donde estaba la misma gente que cogía el avión, sino que fuimos a una privada.

–¿Por qué no estamos con los demás?

–Viajamos en avión privado.

–¿Enserio?

–Pues claro.– Sonrió.

–¿Cat no viene?

–¿Cat?– Se rió.– He dicho que eran unas vacaciones.

Cuando nos llamaron para embarcar, fuimos hasta el avión. Mientras esperábamos a que despegara, yo me estaba poniendo de los nervios, no paraba de mover la pierna con los ojos cerrados.

–¿Estas bien?– Me preguntó Robbie y le miré.

–Es que... es la primera vez que cojo un vuelo. Y mucho menos en avión privado.

–¿Enserio?

–¿Qué esperabas?

–No pasa nada.– Me cogió la mano –Todo saldrá bien, y nos lo vamos a pasar genial. Además solo son... diez horitas de viaje.

–¿Cuánto?

Robbie sonrió como un niño inocente y después comenzaron a dar las instrucciones para el vuelo. Cuando comenzamos a subir, apreté su mano y él hizo lo mismo para que me calmara, y cuando alcanzamos la altitud de crucero, me soltó.

–Muy bien. Ahora relájate.

–¿Qué me relaje?

–Si. Lee, escucha música, duerme...

–¿Y tú qué vas a hacer?

–Estudiar.– Dijo sacando si guión.

–¿Es el guión de Eternal?– Dije intentando leer algo.

–Quieta.– Dijo cerrándolo de golpe.– Esto solo lo leo yo.

–Vale, vale...

Saqué los cascos de mi mochila y me puse música mientras miraba como funcionaba mi nuevo móvil.

Al cabo de unas horas, Robbie se quedó dormido y cuando ya estábamos llegando, le desperté.

–Despierta.– Dije moviéndole.

–¿Qué pasa...?

–Estamos llegando.

–¿Ya?– Dijo tan emocionado como un niño.

El avión comenzó a aterrizar y cuando tocamos suelo, por fin respiré tranquila.

–¡Ya está! ¡Estamos aquí!

–A veces tengo mis dudas de si estoy saliendo con un adulto en plenas facultades o con un niño.

–Un poco de todo.– Se rió y me tendió su mano.– ¿Vamos?

Sonreí, cogí su mano y después bajamos del avión.

Perfectamente imperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora