Capítulo 40: Me encuentro con un viejo amigo

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Narra Athenea:

La cara de Cat cuando me vio con la camisa de Robbie no tenía pecio. Había comprobado que me odiaba solo por cómo me vio por primera vez, y no había cambiado ni un gesto al verme.

Me vestí con la ropa que llevaba ayer y cuando estuve lista, le pedí a Robbie que me llevará al centro, que me tocaba trabajar. Al montar en el coche, lo primero que hizo fue ponerse las gafas. Vale que hacía sol, pero se las ponía por otras razones, y no me gustaba que la prensa le obligará a hacer eso cada vez que se montaba en el coche.

–¿Tienes que ponerte siempre las gafas?

–Si, cada vez que llegó al centro, a veces incluso hasta gorra.

–Que horror.

–Gajes del oficio. ¿Hablamos luego?– Me preguntó cuando llegamos.

–Claro, aunque no creo que pueda cogerte el teléfono.

–Perdona otra vez.

–Que no pasa nada.– Le di un beso.– Tengo que irme. Adiós.

–Adiós.

Bajé del coche y esperé a que se alejara para ir hacia el Starbucks. Hacia un día buenísimo, calor y ni una nube en el cielo, así que yo también me puse las gafas de sol.

Ben no había podido llevarme hasta la puerta del local, así que me tocó caminar un poco, pero de repente, alguien me agarró por detrás y me levanto dándome un par de vueltas en el aire. No grité porque sabía quién era la única persona que me hacía aquello así que cuando me bajó, me di la vuelta sonriente.

–¡Tyler!– Dije y le abracé.– ¡Dios mío! Cuánto tiempo sin verte.

–Pues unos cuantos años. Desde que entraste en la uni.

–Claro, yo me quedé a estudiar y tú te fuiste a hacer prácticas a Nueva York.

–¡Y han sido los mejores años de mi vida! Pero te he echado mucho de menos.– Me volvió a abrazar.

Tyler y yo éramos amigos desde primario pero teníamos objetivos diferentes en la vida. Cuando se fue de prácticas perdimos el contacto, por eso me alegraba tanto su vuelta.

–Te he echado de menos.– Le dije.

–Y yo a ti. Pero ahora soy más alto que tú.– Dijo marcando nuestra altura con la mano.

–Eso son los rizos. Cortante el pelo, anda.

–Ni loco.

–Y dime, ¿lo has conseguido?

–Pues la verdad es que... ¡Si! Tras años de prácticas, ¡he conseguido el título de tatuador!

–¿Qué? ¡Eso es genial! Enhorabuena.

–Gracias. ¿Te acuerdas antes de irme, cuando me decías que querías que te tatuarse todo el cuerpo?– Se rió.

–Pues claro que me acuerdo.

–Pues ahora ya puedo. Cuando quieras empezamos.

–Es muy amable por tu parte, pero ya no quiero tatuarme todo el cuerpo.

–¿Enserio? Te quedaría genial. Tienes un cuerpazo para lucir de lienzo.

–Puede que algún día me hagas alguno, pero de momento estoy bien como estoy. ¿Hasta cuándo te quedas?

–Pues... indefinidamente. Me gustaría montar aquí un estudio de tatuajes, pero acabo de llegar como quien dice.

–Pero eso es genial. Un día tenemos que quedar.

–¿Qué tal ahora?

–Tengo trabajo.

–¿Trabajas? ¿Donde?

–En un Starbucks.

–Eh, eso mola. Entiendo que no puedas quedar. Bueno, así aprovecho y voy a ver a las chicas y a Ethan.

–Seguro que les encantará verte. Ahora tengo que irme.

–Vale. Nos vemos.

–Adiós Tyler.

Me alegraba de verdad haber visto a Tyler. Hacía mucho que ni siquiera hablaba con él, así que verlo había sido genial.

Cuando Tyler se marchó seguí mi camino hacia el Starbucks y cuando entré todo el mundo se quedó mirándome, desde mis compañeros hasta los clientes.

–¿Qué pasa aquí?– Le pregunté a Emily.– ¿Por qué me miran todos?

–Anoche todos vieron a una chica clavadita a ti en una fiesta de famosos, con Robbie Kay. ¿Te suena de algo?

–No. ¿Debería?

–¿Eras tú?– Dijo más emocionada.

–Has dicho que era clavadita a mi, no que fuera yo.– Dije y fui a ponerme el uniforme. No esperaba que la gente me reconociera tan rápido, aunque supongo que esto era lo que me esperaba a partir de ahora.

Perfectamente imperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora