Capítulo 58: Ideamos un plan para el futuro

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Narra Robbie:

Toda la mañana estuvieron intentando apagar el fuego. Yo no me fui en ningún momento, desde que se llevaron a Athenea me quedé de rodillas hasta que no quedó ni una llama.

Cuando recogieron todo, mis amigos se quedaron hablando con los bomberos y yo entré en mi antigua casa. Todo estaba negro, todo calcinado, no se podía salvar nada de nada, Cat sabía bien lo que hacía. Conseguí subir a mi cuarto sin que las escaleras se derrumbaran, y vi el libro que Athenea me había dejado encima de la mesilla reducido a cenizas. Me senté con cuidado en lo que se suponía que era mi cama y cuando levanté la mirada vi a los chicos en la puerta.

–No puede salvarse nada.

–Ni siquiera la casa.– Dijo Tom.

–¿Cómo?

–Los bomberos dicen que no se ha derrumbado ya de milagro. Así que puede hacerlo en cualquier momento.

–A si que me quedo en la calle.

–No tienes por qué. Puedes quedarte con nosotros hasta que encuentres algo. O pagarte un hotel de lujo.

–De momento lo único que quiero es ir a ver a Athenea.

Los chicos me llevaron al hospital, donde ya había periodistas esperando a saber que había pasado y si yo estaba bien, pero no dije nada. Tenía cosas más importantes que hacer.

Pregunté a una de las enfermeras donde estaba Athenea y antes de que le diera un ataque por verme allí, me dijo donde estaba.

Diría que tenía miedo de entrar, que me quedé clavado en la puerta pensando en ella pero no. Entré como si estuviera en mi casa, cerré la puerta y la vi tumbada nada en la cama despierta.

–Hola.– Dije tranquilo sentándome a su lado.– Tienes buen aspecto.

–Los médicos dicen que he tenido suerte. Lo único físico que tengo son algunas heridas.

–¿Nada grave?

–No. Simplemente me desmayé por la inhalación de humo, pero estoy bien.

–No sabes lo tranquilo que me dejas.– Dije besado su mano.– Aunque no todo son buenas noticias.

–¿Qué ha pasado?

–Te hago un resumen para que no te de un ataque: han detenido a Cat por todo esto, por quemarme la casa, hacerte esto y por apuntarme con una pistola y ahora mismo, mi casa estará siendo demolida.

–¿Es enserio?

–No han podido salvar nada. Ni siquiera tu libro. Lo siento muchísimo.

–Robbie el libro es lo último que me importa ahora mismo. Podríamos haber muerto los dos y estamos bien, yo medianamente, pero bien.

–Ya, sé que podría ser peor, pero... todos los recuerdos que había ahí... toda mi vida, Athenea. Toda mi vida se ha reducido a cenizas. Todos los premios y galardones que había ahí dentro no tienen nada de importancia comparados con los regalos que mi abuela me regaló desde que tengo memoria y que todavía conservaba en mi casa.

–No te preocupes.– Dijo pasando su mano por mi mejilla.– Saldremos adelante.

–Yo que venía a darte ánimos a ti, y terminas dándomelos a mi.

–Estoy acostumbrada a consolar a la gente.

–¿Debería tomármelo mal?

–Lo digo por mis amigas, mal pensado.– Me reí.– ¿Y dónde vas a vivir a partir de ahora?

–Pues me quedaré con alguno de los chicos hasta acabar la película y luego no sé... tendré que buscar mi propio hogar.

–Te lo digo, por que mi proyecto de final de curso era diseñar una casa, y por si podía servirte de algo.

–¡Ah, claro! Ahora eres arquitecta, ¿no?

–Técnicamente si.

–Y técnicamente en paro.– Sonreí.– Y como yo ahora necesito una arquitecta... ¿te interesa el trabajo?

–¿Enserio?

–Hombre, yo necesito una casa y tu trabajo.– Se rió.

–Gracias. De verdad.

–Saldremos de esta. Ya lo verás.– Dije y la besé.

Perfectamente imperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora