015 Nunchi

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—Sebastián, ¿qué es lo que sabes?— pregunto, ya que él no se atreve a hablar

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—Sebastián, ¿qué es lo que sabes?— pregunto, ya que él no se atreve a hablar.

Es imposible que lo sepa, es inaudito. ¿Cómo pudo descubrirlo, antes que mi madre y mi abuela? Necesito una explicación. Tiene que haber alguna porque no encuentro error alguno en nuestro plan. No hay ninguno.

—Ahora mismo, no estoy seguro— sus palabras me dejan desconcertado, ¿a que se refiere?

—Tenemos que hablar sobre esto.

Él luce muy serio, nunca es serio. Sabe que esto es importante y por un momento agradezco que esté tomando este tema con seriedad y no saque alguna de sus bromitas. Cuando estoy apunto de hablar veo como Montse se acerca junto a nosotros, no puedo evitar suspirar exasperado, seguramente quiere que vayamos a cubrir nuestros puestos, que justo ahora me da lo mismo.

—Jared, ¿puedes venir un minuto? necesito tu ayud...

—Ahora no puedo, tendrás que buscar a alguien más.

—Pero...

—Lo siento, cuando me desocupe, iré.

Tanto Sebastián como Lia están callados, no pretenden incluirse a nuestra conversación, únicamente están a la espera de que algo más pase.

Hasta ahora volteo hacia Montse quien parece desconcertada por mis palabras. Sé que debo ir a trabajar y ocuparme de lo que sea que ella necesite pero ahora no puedo dejar este tema para otro momento. Me siento mal por ella, puedo ver en su mirada lo sorprendida que está. Soy una mierda de persona pero no quiero que esto se vaya a la mierda. No puedo irme, no hasta saber que está pasando.

Ya que no digo nada ni me muevo, ella se aleja de nosotros reservándose lo que sea que haya querido decir, vi que titubeó un poco pero prefirió irse sin decir nada.

Ahora que sólo estamos los tres, tomo a Lia de la mano para dirigirme a fuera, al jardín, un lugar perfecto libre de gente y ruido. Así podremos hablar tranquilamente. Aquí hace más frío pero en esta situación es lo que menos importa, sólo quiero arreglar esta situación de una vez por todas.

—¿Qué es lo que sabes?— le pregunto una vez que nos hemos asegurado que no hay nadie cerca. Sebastián guarda silencio por un par de segundos mientras nos analiza detenidamente. Su mirada va de Ophelia y a mi, eso me pone cada vez más nervioso.

—Sé que ella ha estado quedándose en tu casa y que tiene tu teléfono.

—¿Cómo te enteraste?

—Sabía que escondías algo— suelta, como si estuviera orgulloso.

—No es momento para hacerte el gracioso.

—Lo siento— se disculpa, hasta luce algo apenado —. Pues eso, sabía que ocultabas algo y con mis habilidades de espía y un poco de ...

—Sebastián.

Agridulces PalabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora