016 Nankuru Nai Sa

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 Fue mala idea haber presentado a Lia con Sebastián, muy mala idea

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 Fue mala idea haber presentado a Lia con Sebastián, muy mala idea. Para mis sentimientos, lo es. Para nuestro plan, es perfecto. Hace dos días fue la fiesta de bienvenida y no han dejado de mandarse mensajes, con mi celular.

Pero por supuesto no digo lo mucho que me pone celoso y de ambas partes pues me siento excluido pero prefiero quedarme callado. De lo contrario, tendría a una fastidiosa Ophelia diciéndome que estoy enamorado de ella. Y no quiero que me moleste con ello. Porque no es verdad.

Aunque, sin contar este pequeño inconveniente, la decisión de haberle dicho nuestro secreto a Sebastián es lo mejor que hemos hecho. Pues justo ahora Lia y yo vamos de camino al restaurante de su hermana, donde, con suerte, podrá contratarla y así juntar el dinero que necesita para viajar a ese famoso lugar que está marcado en su mapa, a su hogar.

—Ya deja ese celular —digo durante el trayecto al restaurante.

—Ah, espera.

Ni siquiera voltea a verme, su mirada sigue pegada a esa pantalla luminosa. Me recuerda tanto a mis fastidiosos primos, eso me irrita aún más.

—Maldita sea Ophelia, si no lo guardas, te juro que lo voy a aventar a las alcantarillas.

—Hoy amaneció de mal humor nuestro señor cacahuate.

—No estoy para bromas.

—¿Estás en tus días?

—Lia... eso sonó muy mal viniendo de una chica.

—Ya, solo quería hacerte reír.

—Lastima, no lo lograste.

Inesperadamente, Lia se detiene justo frente a mi, mirándome tan tiernamente que simplemente con su mirada, mi corazón se siente cálido. Odio que pueda controlarme tan fácil, como si fuera... magia. Me sorprende y asusta al mismo tiempo.

Creo que me gusta,

No estoy enamorado de ella,

Pero juro que su mirada es todo lo que necesito para sentirme vivo.

Debo de controlarme, no puedo simplemente mostrar mis sentimientos así como si nada. La conozco y sé que usaría eso en mi contra, si ahora lo hace y ni siquiera se da cuenta, no me imagino que haría si lo supiera.

—¿Qué te pasa?

—Nada, no es nada.

Nada.

Simplemente estoy sintiéndome celoso por culpa de mi mejor amigo. Pero no puedo desquitarme con ella, ni con nadie más que conmigo mismo. Ella no tiene la culpa.

—Detrás de cada nada hay un todo —Habla sintiéndose como algún filósofo de la antigua Grecia. —Vamos, dime.

—Camina, vamos a llegar tarde.

Agridulces PalabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora