Otro día más de nuestro viaje y ya estamos en la segunda ciudad, un largo camino nos espera pero con fuerza sobrenatural aquí estamos dando todo para continuar.
Allende es un lugar mucho más grande que Montecitos, podría decir que es similar al lugar donde vivo; edificios no tan altos, avenidas entrelazadas como si de ramas de árboles se tratasen, algunas tiendas con marcas mundialmente reconocidas pero también varios mercados locales. Nuestro segundo destino me ha traído un poco de nostalgia, recordar mi hogar no es muy bueno ya que sólo me hace querer volver.
Incluso podría hasta derramar una que otra lagrima de tristeza pero ya seríamos dos pues Ophelia no ha dejado de llorar desde que llegamos a nuestro pequeño hostal con no más de trece habitaciones. Las tres horas y media que duró nuestro viaje insistió para que le contara la rara charla que tuve con la chica loca, lo siento, nunca supimos su nombre.
Hace cuarenta minutos que está llorando, para ser exactos. Es sorprendente como puedo ser tan paciente con ella, creo que si se hubiese tratado de otra persona ya me hubiera ido de aquí.
—Ya no llores Lia— le doy pequeñas palmaditas en la espalda, tratando de tranquilizarla. No creo que funcione. —Sol y Tobias están ahora con Betty, es una buena mujer.
—Lo sé— suspira entrecortadamente mientras seca sus lagrimas con el dorso de su brazo. —Pero seguramente sufrieron mucho.
—Tranquila, toma esto y quítate esos mocos que te ves bien fea— con este comentario espero que ella saque su lado gruñón y deje de llorar pero no consigo eso.
No dice nada, sólo toma el pañuelo y lo usa.
— Oye ¿qué te parece si vamos a conocer un poco de la ciudad?— trato de persuadirla de otra manera. Su mirada se topa con la mía, indicándome que puede funcionar. —Podemos descansar y en la noche veremos el plan para mañana, ¿si?
—¿De verdad?— sabía que esto no fallaría. Sigue limpiándose las pocas lagrimas que caen por sus mejillas pero está más tranquila. Ya no parece un bebé haciendo berrinche.
Era hora, no sabía de donde sacaba tantas lagrimas de su pequeño cuerpo.
—Sí, supongo que un día de descanso nos hará bien— respondo, para este momento sigue suspirando pero ya sin llanto. —Aunque...
—Nada de gastos innecesarios— dice, robando palabras de mi boca —Podemos comer aquí para no gastar, además podemos llevarnos esas botellas de agua para el camino.
Señala hacia el pequeño mueble donde hemos dejado con anterioridad nuestras mochilas, justo alado hay dos botellas de agua, por cortesía del lugar.
—Sí... buena idea.
Su comentario me topa de sorpresa, nunca imaginé que una chica tan caprichosa como Lia pudiera decir esas palabras. Pero es agradable contar con su apoyo y saber que no estoy sólo en esto.
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Agridulces Palabras
Novela JuvenilHay días en los que crees que la vida no tiene nada importante para ti, no lo ves, hasta que te sucede. Esta es la historia de dos chicos que se conocieron por casualidad. Jared; amante de las palabras, fiel a la realidad. Ophelia; sueños y fantasí...