038 Luftschloss

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 La lluvia había cesado el tiempo suficiente para llegar a una ciudad llamada Montecarlo, que está a tres horas de Loreto

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 La lluvia había cesado el tiempo suficiente para llegar a una ciudad llamada Montecarlo, que está a tres horas de Loreto. Tal como Jayson me lo dijo el día anterior en el supermercado, hizo todo lo que pudo para movernos de ahí. Afortunadamente el clima estaba de nuestro lado pues las lluvias comenzaron a cesar desde en la madrugada, tanto como si las lluvias de los días pasados nunca hubieran ocurrido. Para las dos y media nosotros estábamos en carretera retomando nuestra travesía.

Nunca habíamos estado tan cerca de nuestro destino. Nunca habíamos estado tan lejos de encontrar a la familia de Ophelia. Pero estamos intentándolo, con intentarlo la palabra imposible disminuye sólo dos letras, dos que son suficientes.

—Por tu cara puedo deducir lo que estás pensando, pero tranquilo, es la casa de verano de mi tía Solange, no gastaremos nada aquí.

—Lo siento es que...

Estoy muy preocupado, quiero decir. Por primera vez no pienso en el dinero, donde o con quien pasaremos la noche, si pagaremos o no. Eso dejó de tener relevancia desde hace algunos días. La verdad es que durante el trayecto hasta aquí he estado pensando en tantas cosas que el miedo ha crecido en mi con el paso del reloj.

No sé de donde viene este mal presentimiento pero ha estado presente desde hace un par de horas, no puedo deshacerme de el por más que lo desee.

—¿Casa de verano?— pregunta Jo algo asombrada ante las palabras de Jay.

Hemos llegado hace algunos minutos, media hora por lo mucho. Lo único que he hecho es tomar asiento en la sala de esta enorme casa y pensar, sigo pensando. Es hasta ahora, con Josephine sentada a mi lado cuando veo detalladamente el lugar en donde estoy.

Es bastante grande; de colores beige, dorados, con varios jarrones lujosos en las esquinas y enormes ventanas que le dan un brillo peculiar al interior. Justo frente a la sala, unas grandes escaleras de hierro forjado trazan el camino para el segundo piso. A través del cristal que es lo suficientemente grande, puedo observar como el mar toca la arena.

Nuevamente la culpa me carcome, pensamientos negativos invaden mi mente por más que quiera alejarlos. No quiero disfrutar de este lugar, tengo una promesa que cumplir; no vengo de vacaciones, me repito en todo momento para no olvidarlo.

—Podemos quedarnos esta noche o lo que ustedes crean que sea necesario.

—¿Cuáles son sus planes?— pregunto, antes de responder directamente su comentario.

Jayson mira hacia Josephine, esperando que ella responda. Algunas veces puedo ver a Lia y a mi reflejados en ellos dos. Siempre tomando decisiones en conjunto, sin adelantarse uno al otro. Trabajando en equipo.

—Esperar por André y Matt, ¿no?— dice, pidiendo la aprobación de Jay.

—Sí, supongo, aún no lo sabemos con certeza— termina él, encogiéndose de hombros —. Pueden elegir la habitación que prefieran, avisé para que todo estuviera limpio y en orden.

Agridulces PalabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora