Va para la estación de autobuses, suerte.
Esas palabras de Sebastián siguen en mi mente a pesar de haberlas escuchado hace 20 minutos. Hablé con él y me dijo todo lo que Lia no había podido decirme. Estaba muy apenada por los problemas que causó, no quería que esto terminara así pero no tuvimos alternativa. Si él le hubiera dicho que mi madre me tenía bajo su supervisión y sin comunicación, ella no le hubiera dicho a donde se dirigía.
La estación de autobuses, planea irse.
Antes de terminar la llamada con mi mejor amigo, le pedí que no le dijera a mi madre que él sabía todo, no creo que sea necesario que lo sepa. No quiero que ella también se moleste con Sebastián cuando no ha hecho nada malo.
Al llegar a la estación me doy cuenta de lo pequeña que es, había venido unas cuantas veces con mi abuela y la veía inmensa, creía que podía perderme. Además toda la gente me ponía nervioso. La última vez que vine fue hace algunos un tiempo, cuando visitamos a la hermana de mi mamá, en Michoacán y viajamos en autobús. También venía Sebastián.
Ahora estoy aquí en busca de una chica que no tiene recuerdos de su pasado. Está sola, sin ningún apoyo, en busca de lo que en algún momento perdió. La busco entre el mar de gente pero no hay rastros de ella. No quiero pensar en la posibilidad de que ya no esté aquí, que haya llegado tarde y esté rumbo a un destino desconocido para mi.
Me aterra no encontrarla y volver a casa para enfrentarme a este problema.
Me aterra encontrarla e irme de aquí.
Nunca he desobedecido las reglas, siempre he seguido todo al pie de la letra por que eso es lo que me han enseñado. Jamás me había sentido tan nervioso por saber el resultado de alguna de mis acciones pues al seguir un patrón establecido, ya sabía el resultado desde antes pero ahora es diferente.
Esto es mucho más grande de lo que alguna vez hubiera imaginado. Prácticamente me estoy escapando de casa. No estoy orgulloso de mis acciones pero esta mezcla de miedo, adrenalina y a lo desconocido se siente extraño... se siente bien.
Sin perder más tiempo, me dirijo a todas las filas que hay para comprar boletos y en cada una reviso si Lia está ahí.
Y no, ya no veo este lugar tan grande como cuando era pequeño pero por más que veo las filas que restan, parece interminable, al igual que este día. Por más que pasan los minutos siento que no terminará y lo viviré en un bucle.
Aún me restan unas cuentas filas para verificar si Lia está formada, con la mirada las voy contando; una, dos, tres, cuatro...
Es ella, sigue aquí.
Sin apartar la vista de su silueta, comienzo a caminar sigilosamente, como si sólo estuviéramos los dos. No quiero hacer ruido para delatarme, esto me recuerda al día donde la seguí hasta esa iglesia. Ha pasado tanto desde entonces pero recuerdo cada día desde entonces.
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Agridulces Palabras
Teen FictionHay días en los que crees que la vida no tiene nada importante para ti, no lo ves, hasta que te sucede. Esta es la historia de dos chicos que se conocieron por casualidad. Jared; amante de las palabras, fiel a la realidad. Ophelia; sueños y fantasí...