018 Sobremesa

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 Por quinta vez volteo hacía el reloj que está colgado en la pared, sólo han pasado quince minutos desde que llamé a Sebastián, quién dijo que ya estaba en camino

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 Por quinta vez volteo hacía el reloj que está colgado en la pared, sólo han pasado quince minutos desde que llamé a Sebastián, quién dijo que ya estaba en camino. ¿Por qué tarda tanto? Ni que viviera al otro lado de la ciudad, ni siquiera mi hermano tarda tanto en el trayecto. ¿Será que el bus donde venía se descompuso? ¿O hubo un accidente?

Mi mirada va del reloj a la puerta de la entrada, esperando que la manecilla se mueva más rápido o el timbre suene en cualquier momento. Lo sé, estoy siendo muy dramático y exagerando pero cuando hablé por teléfono con él, supe que había encontrado algo, sus palabras eran mesuradas, algo totalmente opuesto a él.

Mientras más tarde en llegar, tendremos menos tiempo para platicar pues Lia y Nina han salido a una clase de repostería, lugar donde sólo iba a ir mi abuela pero como tenía este asunto con Seb, animé a Lia para que asistiera también, así no estaría merodeando por aquí. No quiero se entere de lo que estoy haciendo a sus espaldas.

La abuela dijo que llegaría alrededor de las 7:30pm, lo que me da una hora para ponerme al tanto con todo lo que Seb encontró. O lo poco... que cualquiera de las dos opciones me aterra.

Otros quince minutos después escucho el timbre de mi casa, no espero ni un segundo más y voy directo a abrir la puerta.

—Wey, lo siento, hubo un...

—No te preocupes, entra— digo jalándolo del brazo.

Justo ahora eso es algo superfluo. No es que no me importe pero tenemos el tiempo contado y si no hablamos sobre esto, podría darme un ataque al corazón.

—Parece que alguien está nervioso— responde, en tono burlón.

—Si estuvieras en mi lugar, lo entenderías.

Ambos vamos hasta la sala para comenzar con esta charla, sea algo importante o irrelevante algo me dice que necesito estar sentado. Una vez que estamos en el sillón y Seb ha sacado su computadora de la mochila, comienzo a cuestionar.

—¿Qué encontraste?

—Tranquilo tigre, deja que prenda mi laptop.

—¿Para qué la quieres? ¿Hiciste unas diapositivas para explicármelo?— pregunto, ahora yo burlándome de él —. Ni la escuela la tomas tan en serio.

—Síguele, a la otra buscas a otro amigo super espía que te ayude a buscar sobre la chica que encontraste en la calle y que ahora vive en tu casa con una identidad falsa.

—Ya, ya...— hablo sin tratar de reírme —. Prendió tu computadora, ahora comienza a platicarme lo que encontraste.

No responde al instante, lo cual me irrita un poco, se concentra en teclear su contraseña, SebSexyHolmes, idiota creo que debería agregar, para después abrir una carpeta que por lo que veo esta llena de capturas de pantalla.

—La verdad no encontré mucho— comienza, abre una imagen que no logro entender —. Sin embargo la información que tenemos no pasa desapercibida.

Agridulces PalabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora