003 Pochemuchka

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Más de una semana ha pasado desde que conocía a Ophelia, todos estos días nos hemos visto en el parque, exactamente a las 5:30pm, pues a esa hora ha terminado sus deberes y su madre la deja salir

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Más de una semana ha pasado desde que conocía a Ophelia, todos estos días nos hemos visto en el parque, exactamente a las 5:30pm, pues a esa hora ha terminado sus deberes y su madre la deja salir.

Durante estos días que hemos quedado en vernos, ella me ha ayudado bastante, por increíble que parezca -en especial para mi- aunque suele ser muy quisquillosa y me distrae mucho cuando está comiendo o con sus preguntas, sin embargo, eso me sirve para tener una retroalimentación.

Mañana es mi concurso de deletreo por lo que tengo que estar más concentrado que nunca pero hay algo que no me deja tranquilo, precisamente desde que la conocí.

Siento que algo pasa con su familia, lo sé. Me parece bastante raro que este sola en la calle por mucho tiempo y que sus padres ni siquiera se preocupen. Ayer estuvimos hasta tarde y no parecía preocuparle lo que dijeran sus padres.

Además, han sido tres veces las que me ofrecí a acompañarla hasta su casa pero la misma cantidad de veces ella se negó.

Quizá tenga problemas familiares.

Quizá sus padres sean de este tipo de padres que les importa un bledo que hagan sus hijos.

O sean adictos al trabajo y hayan olvidado que tienen una hija.

Sea lo que sea, hablaré con sus padres al respecto. Aunque tiene relativamente nada desde que la conocí me preocupa que no se preocupen por ella y no le presten la suficiente atención. Vamos, tiene 16 años y aunque ya sea algo mayor, no creo que tenga la libertad de llegar a su casa cuando desee.

O tal vez por que yo no la tengo, pienso que los demás deben de estar en la misma condición que yo...

—¿Saldrás hoy, Jared?— pregunta mi madre, quien sale de la cocina para colocar la mesa.

—Sí, me veré con Ophelia.

Dejo mis hojas en la mesa que ya están tan gastadas pues son las mismas que he estado utilizando desde hace unas semanas y me dirijo a ayudarle a mi madre y alistar todo para comer.

—Desde hace días ese nombre lo he escuchado muchas veces— la escucho decir en su trayecto a la cocina.

—Ya te dije que es una amiga que hice en el parque, llegó hace poco al vecindario.

Escucho el movimiento de los cubiertos, de la vajilla y una leve risa por parte de mi madre.

—Si tú lo dices— comenta, llena de sarcasmo.

Yo no digo nada más y sigo ayudándole, puedo sentir su mirada en ocasiones pero no volteo a verla, se que tendrá una sonrisita burlona. ¿Por qué las madres siempre tienen que ver cosas donde no las hay? No me gusta Ophelia, ella es sólo una amiga que conocí hace unos días.

Minutos más tarde estamos los tres sentados comiendo en silencio. Mi abuela rara vez le gusta hablar en la mesa, por otro lado, supongo que ahora mi madre estará demasiado preocupada por el concurso de mañana. Desea que gane para tener más premios y reconocimientos en mi lista, así, conseguir una beca en una buena universidad tal como mi hermano lo hizo.

Agridulces PalabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora